af Jack Cavalcanti 9 år siden
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Mere som dette
El impacto del tráfico y la producción en la vio- lencia está mediada por múltiples variables de contexto. Entre éstas se encuentran la rivalidad entre organizaciones criminales. la relación de los grupos delictivos y las comunidades, así como la presencia de la autoridad y sus posibles nexos con las organizaciones criminales
Por su naturaleza ilícita, la producción y el tráfico de drogas dinamizan la violencia y el crimen en la región, pues proveen recursos a las organizaciones criminales, profundizan la impuni- dad y la corrupción, distorsionan la economía a través del lavado de activos y generan impactos específicos para el desarrollo hu- mano
En América Latina, se estima que el mercado de armas ha crecido significativamente en la región, si se toma en cuenta la escalada en el número de fábricas en América Latina, especialmente en Brasil. En la base del aumento de armas en la región están las secuelas de las guerras civiles en Centroamérica, los movimien- tos armados en Colombia y Perú, el desvío de armamento de uso privativo de las Fuerzas Armadas por parte de funcionarios corruptos en varios países y, finalmente, el tráfico que se produce a partir de la fácil venta de armas en Estados Unidos
Con gran impulso de migraciones internas hacia las urbes. Así, la urbanización avanzó más rápido que la capacidad de respuesta de las instituciones y de las propias comunidades, lo que generó que amplias capas de la población quedaran fuera de la cobertura estatal y de las redes de protección social. Aunque los niveles delictivos entre esas primeras generaciones de migrantes internos no fueron altos, a la postre creció el nú- mero de personas que incurrieron en delitos entre las segundas y terceras generaciones en comunidades relativamente marginadas. El crecimiento del delito en grandes urbes, como São Paulo, Río de Janeiro, Ciudad de México y Buenos Aires en los años 1980, da cuenta de estas nuevas generaciones de jóvenes que crecieron en periferias marginadas.
mayoría de los países que tuvieron un crecimiento de la pobla- ción urbana superior al 2% anual—el crecimiento demográfico natural—, también tuvieron incrementos en las tasas de homicidio. El problema no parece ser el tamaño de la ciudad, sino la ca- pacidad institucional para incorporar a los sectores que se en- cuentran en los barrios, colonias y villas en condiciones de marginalidad. El ritmo de urbanización de las ciudades es un factor clave para tener en cuenta en la vulnerabilidad latinoamericana con respecto a la violencia
Dentro de las vulnerabilidades existentes, también es necesario considerar la débil inserción laboral de los jóvenes, ligada fre- cuentemente a su nivel educativo (Weller 2006): sin secunda- ria completa, se reduce la empleabilidad en el mercado formal (Kliksberg 2011). De acuerdo con la OIT, esta realidad se ve re- flejada en las altas tasas de desempleo juvenil -entre 2.3 y 5.5 veces superior a la de los adultos-, además del trabajo precario y los bajos ingresos (OIT 2012). Entre los jóvenes del quintil más pobre, casi el 25% -especialmente mujeres- ni son económi- camente activos ni estudian. Las consecuencias de la débil in- serción laboral son múltiples: desde bajos ingresos presentes y futuros hasta la desintegración social (CEPAL 2011a).
Los expertos alertan que, además de problemas en la calidad edu- cativa, la escuela también ha mostrado ser poco flexible para at- ender a los estudiantes con problemas de aprendizaje, lo que los inclina a abandonar los estudios. UNICEF (2011) ha identificado un vínculo entre el alto número de deserción escolar en el grupo de edad que va de 12 a 14 años y la inseguridad en los países de Centroamérica. Esto refleja la baja capacidad del sistema educa- tivo en la región para incentivar y dar oportunidades reales a los jóvenes para continuar con sus estudios.
Sin duda, la deserción escolar continúa siendo un reto de los sistemas edu- cativos en la región, con graves repercusiones en la transmisión intergeneracional de la pobreza (Banco Mundial 2007). sta difiere según los diversos estratos sociales: los sectores más pobres son lo más afectados. Del 20% más rico de la población, prácticamente todos finalizan la secundaria, 86% de mujeres y 81% de varones, mientras que del 20% más pobre, sólo el 26% de mujeres y el 23% de varones concluyen la escuela secundaria (Kliksberg 2011). La deserción escolar se vincula, entre otros, con factores socio- económicos. En particular, la necesidad de trabajar lleva a niños y a jóvenes en condiciones de precariedad económica a dejar la escuela para apoyar a sus familias. No existen suficientes programas de recu- peración que los ayuden a vencer las dificultades escolares.
La búsqueda de empleo y oportunidades en otros países ha tenido repercusiones en los hogares, al fraccionar la unidad fa- miliar e impactar en la cohesión, la pertenencia y la estabilidad
Los datos disponibles indican que, en los últimos años, ha aumentado significativamente el porcentaje de hogares mo- noparentales encabezados por mujeres en América Latina. El porcentaje de nacimientos en hogares monoparentales de jefa- tura femenina se duplicó en 30 años, de 7.3% en 1970 a 15% en 2000. El perfil demográfico de las madres solteras continúa estando concentrado entre los sectores más jóvenes, con menor nivel educativo y con menos recursos económicos. Este fenómeno genera retos importantes para la crianza y el desarrollo de los hijos, particu- larmente si se carece de apoyos a través de programas sociales. Señala, además, la existencia de un problema serio de ausencia de la figura paterna en la región que tiene consecuencias reales para las mujeres que deben enfrentar solas la crianza de los hijos.
Indicador: % de niños menores de 14 años que viven en familias monoparentales en América Latina 2005
Mayores: Nicaragua (37,8%), El Salvador (34,7%) y Venezuela (33%) ~ Menores: Guatemala (15,5%) y México (19,8%)
Sudamérica la tasa subió en un 10%. Esta tendencia, que se expresa con diferentes intensidades y velocidades en los países de América Latina, está estrechamente ligada con el nivel socioeconómico de los hogares: es más alta la tasa de fecundidad adolescente en los sectores más pobres. La fecundidad adolescente refleja y reproduce las vulnerabili- dades socioeconómicas que enfrenta un sector importante de las mujeres jóvenes en la región. Debido a estas vulnerabilida- des, es probable que una alta tasa de fecundidad adolescente se traduzca en hogares fracturados, con dinámicas de crianza y supervisión de los hijos que pueden, a su vez, aumentar los fac- tores de riesgo para niños y jóvenes de cara a la criminalidad
Carencia de beneficios sociales
Beneficios relacionas a la falta de convenios con programas de salud, seguros de vida para la familia en caso de desamparo, por el estado de empleo informal.
Baja remuneración de los empleos
Por la misma condición del empleo, se genera un estancamiento por el poco salario que reciben las personas
Precariedad en la calidad de los empleos
Enfoque de tipo de empleo informal, sin aspiraciones de mejora, baja remuneración y condiciones sociales carentes o completas.
Movilidad intergeneracional y Social
El origen económico y social de los padres y el entorno en el que nacen las personas continúa determinando su futuro. Tal como destaca el Informe de Desarrollo Humano 2013, en Brasil, al menos una cuarta parte de la desigualdad en ingre- sos está asociada con circunstancias familiares -como los logros educativos de los padres, la raza, la etnia o el lugar de nacimiento-. Esta persistencia de los patrones de distribución de ingresos transgeneracional también se encuentra en países como Chile y México.
Delitos por objetivo aspiracional
En un contexto de crecimiento económico fundado en el consumo, surgen individuos o grupos dispuestos a desafiar el orden legítimo y optan por la vía delictiva como forma de vida
Diferencia en la demanda de determinados productos y servicios de calidad
Aun con estas limitaciones, se observa que el proceso de movilidad social en la región amplió la demanda de bienes de consumo, como productos eléctricos y electrónicos, celulares, Internet y automóviles, entre otros. Su adquisición suele considerarse como la principal vía de integración social, mientras que no poseerlos se interpreta como una forma de exclusión. Justamente la capacidad de consumir se convierte en un factor clave en la percepción sobre la condición social, especialmente en un entorno en el que amplios sectores de la población carecen de los medios para satisfacer sus aspira- ciones de consumo
Indicador: Porcentaje de población en pobreza y la tasa de criminalidad por 100 mil habitantes, América Latina 2010
Mayor pobreza: Honduras (P: 67,4 ~ R: 266,7 ~ H: 77,5), México (P: 36,3 ~ R: 680 ~ H: 23,8) Menor pobreza: Uruguay (P: 8,4 ~ R: 410,5 ~ H: 6,1) Chile (P:11,5 ~ R: 409,4 ~ H: 2) en base al Informe Regional de Desarrollo Humano 2013 ~ 2014
Iniciación temprana hacia el trabajo por necesidades en el hogar
Muestra como un gran porcentaje de reclusos de las principales carseles de Latinoamérica habían comenzado a trabajar bajo pésimas condiciones laborales y baja remuneración, lo que conllevo a buscar otros medios de obtención de recursos económicos como el robo para lograr cubrir sus necesidades
Condiciones económicas insuficientes en las familias Latinoamericanas
El crecimiento no ha beneficiado a todos por igual y ha dejado rezagadas -y en condiciones de vulnerabilidad- a amplias capas de la población. Es el caso de los grupos vulnerables, y constituye la “clase” más numerosa en América Latina: el 38% de la población (Ferreira et al. 2013). Este sector se caracteriza por estar expuesto a la informalidad laboral, al estancamiento educativo y a una escasa cobertura social.
Generación de delitos aspiraciones
Las personas en situación de pobreza no son necesariamente quienes delin- quen, sino que lo hacen quienes tienen aspiraciones para alcan- zar las metas prescritas por la sociedad (adquirir indumentaria de marca o celulares de última generación)