af Brisel Rebolledo 12 år siden
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Una fobia es un trastorno de salud emocional o psicológico que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas. También se suele catalogar como fobia un sentimiento de odio o rechazo hacia algo que, si bien no es un trastorno de salud emocional, sí genera muchos problemas emocionales, sociales y políticos.
Las fobias se dividen en categorías según la causa de la reacción y de la evitación, las más frecuentes son:
Se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como respuesta a ciertas situaciones o actuaciones en público del propio sujeto, lo que puede dar lugar a comportamientos de evitación.
Criterios para el diagnóstico de la fobia social: Temor acusado y persistente por situaciones sociales en público, en las que el sujeto percibe una posible evaluación por parte de los demás, o que esas personas no pertenezcan al ámbito familiar. El individuo teme actuar de un modo que sea humillante o embarazoso. La exposición a las situaciones sociales temidas provoca una respuesta de ansiedad que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional. El individuo reconoce que el temor es excesivo e irracional. Las situaciones sociales temidas se evitan o bien se experimentan con ansiedad.
Se caracteriza por la presencia de ansiedad muy marcada como respuesta a la presencia de situaciones u objetos concretos temidos por la persona que pueden dar lugar a comportamientos de huida.
Criterios para el diagnóstico de fobia específica: Temor acusado y persistente que es excesivo o irracional que aparece por la presencia o anticipación de un objeto o situación concreta (volar, precipicios, animales o sangre.) La exposición al objeto o situación fóbica provoca casi siempre una respuesta inmediata de ansiedad que puede tomar la forma de crisis de angustia situacional relacionada con una situación determinada. La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional. La situación fóbica se evita o se soporta a costa de una gran ansiedad. Los comportamientos de evitación, anticipación ansiosa o malestar provocado por el objeto o situación temida interfieren acusadamente con la vida cotidiana de la persona. En los menores de 18 años la duración de estos síntomas debe haber sido de 6 meses como mínimo. La ansiedad, la crisis de angustia, los comportamientos de evitación fóbica asociados a objetos o situaciones concretas no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental, como la fobia social (evitar comer en público) o agorafobia (evitar las salidas del hogar).
Para saber si una persona padece fobia específica es necesario diferenciar entre los siguientes subtipos que indican el objeto del miedo o evitación:
El miedo hace referencia a otro tipo de situación entre las que se incluyen aquellas que pueden llevar al atragantamiento, vómito o la adquisición de una enfermedad.
El miedo hace referencia a situaciones concretas como a vehículos, túneles, ascensores, aviones o recintos cerrados.
El miedo hace referencia a situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos atmosféricos, como tormentas, precipicios o agua.
El miedo hace referencia a insectos o animales.
Se caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en lugares o situaciones donde escapar resulte difícil o embarazoso o bien donde sea imposible encontrar ayuda en el caso en el que aparezca en ese momento una crisis de angustia o síntomas similares.
Criterios para el diagnóstico de agorafobia: Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones sea especialmente difícil escapar o en el caso de que aparezca una crisis de ansiedad inesperada que esté relacionada con una situación entre las que podemos destacar: estar solo fuera de casa, mezclarse con la gente o hacer colapsar por un puente, viajar en autobús, tren o coche. Estas situaciones se evitan (limitación de nº de viajes) se resisten a costa de un malestar por temor a que aparezca una crisis de angustia o se hace indispensable la presencia de un conocido para soportar los síntomas.
Se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, el miedo pavoroso o terror acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión o malestar torácico sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a "volverse loco" o perder el control. Para diagnosticar a una persona de crisis de angustia se deben cumplir una serie de criterios.
Criterios para el diagnóstico de la crisis de angustia: La persona siente palpitaciones y sacudidas del corazón, se presenta sudoración, temblores, sensación de ahogo, sensación de atragantamiento, opresión o malestar torácico, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad o desmayo, sensación de irrealidad, miedo a perder el control, miedo a morir, sensación de entumecimiento u hormigueo, y escalofríos o sofocaciones.
La aparición temporal y aislada de miedo o malestar intenso acompañada de 4 ó más de los anteriores síntomas que se inician bruscamente y alcanzan su máximo apogeo en los primeros 10 minutos, será diagnosticado como crisis de angustia.
Se puede decir que una fobia puede ser adquirida, y para que esto suceda se necesitan ciertos factores. Una fobia o miedo irracional, se puede adquirir por medio de la asociación de una experiencia temerosa con un objeto o situación en particular. También se puede adquirir por evitar constantemente el miedo irracional, para no enfrentarse con un objeto o situación temida.
Las causas que originan las fobias están asociadas a altos niveles de estrés los cuales están acompañados de cierta vulnerabilidad biológica. Hay individuos más resistentes a la angustia que otros. En estos casos también es determinante un umbral de ansiedad más bajo. Las fobias son muy frecuentes en personas con muchas responsabilidades, preocupadas sólo por la productividad o que tienen obsesión con la fama y el éxito y dejan de lado la vida. Junto con la presión económica y profesional están las demandas típicas, familiares, de tiempo, etcétera.
Afortunadamente hoy en día se cuenta con muchos recursos eficaces y seguros para atender a las personas que padecen algún tipo de fobia, los cuales son muy variados según la persona y el tipo de fobia que esta tenga.
Se dice que la mejor manera de superar nuestros miedos más profundos es enfrentarnos a ellos directamente, juntándolo con un medicamento efectivo y con un tratamiento psicológico, pueden ayudar a la gran mayoría de los fóbicos a superar exitosamente su condición.
Las fobias suelen tener un curso crónico.En cuanto al tratamiento, según los casos, (como en todas las neurosis), se puede encontrar distintos tipos que abarcan desde las técnicas conductivas, hasta los psicofármacos, pasando por las terapias de apoyo o interpretativas. Los tratamientos descritos sirven para las fobias específicas que no se deben a conflictos personales profundos. A veces el síntoma "fobia" traduce una perturbación psicológica más compleja, que debe ser detectada y tratada por un profesional. En este sentido hay buenas noticias, las fobias no son un mal incurable; con un tratamiento adecuado más de noventa y cinco por ciento de los casos evoluciona favorablemente.
Para su curación existen tratamientos psicológicos y 3 tipos de terapias:
La terapia sicodinámica. En esta fase el individuo conoce el porqué y para qué de su miedo, "aquí revive el atavismo del pasado que está cercenando su presente".
Hasta ahora no existe un tratamiento basado en medicamentos para fobias específicas, pero en ocasiones ciertas medicinas podrían llegar a ser recetadas para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad antes de que se presente una situación potencialmente fóbica.
Betabloqueantes: Aunque estos fármacos suelen usarse para tratar la hipertensión arterial, en dosis bajas controlan las repercusiones físicas de la ansiedad y pueden ser tomados inmediatamente antes de encontrarse con la fobia.
Antidepresivos: Existe un tipo particular de antidepresivos, los llamados "Inhibidores de la Mono Amino Oxidasa" (IMAO) que han demostrado que reducen o incluso hacen desaparecer la ansiedad y el pánico, aunque suele ser necesario que transcurran varias semanas antes de que el tratamiento funcione. Sin embargo, este tipo de fármacos presenta inconvenientes que pueden llegar a ser importantes. Los IMAOs tienden a bajar la presión arterial lo cual puede hacer que el que los toma se sienta débil. Además, algunos alimentos como algunos quesos, algunas cervezas y vinos tintos, productos de la levadura, chocolate, habas y escabeches pueden dar lugar a peligrosas reacciones hipertensivas, de forma que los pacientes que tomen este tipo de fármacos deben llevar a cabo estrictas dietas en las que no figuren estos alimentos.
Tranquilizantes: Los fármacos como el Valium fueron usados en el pasado para el tratamiento de cualquier tipo de ansiedad. Hoy en día sabemos que son adictivos y que no ayudan a largo plazo y que por tanto no deberían ser empleados en el tratamiento de la fobia.
La terapia conductual o cognoscitiva conductual, que consiste en modificar los patrones de pensamiento y conducta; es decir, atacar el estímulo que provoca ansiedad y su correspondiente reacción.
Estos tipos de tratamientos ayudan a la gente a sentirse más relajada y confiada, entre ellos se encuentran:
Terapia de exposición.
Esta técnica consiste en ayudar a la persona a relajarse cuando se encuentra en la situación que considera como amenazadora. Una de las terapias de exposición existentes es la conocida como "inundación". Al paciente se le enseña primero como relajarse en una situación amenazadora y a continuación se le sitúa en una situación que normalmente le preocuparía. Entonces se le ayuda a relajarse y a que espere a que su ansiedad desaparezca, lo cual ocurre al cabo de poco tiempo.
La hematofobia, o fobia a la sangre, es la fobia específica más común dentro de los trastornos de ansiedad en la población general. Como en el resto de fobias, la persona hematofóbica adopta conductas de evitación y/o escape de las situaciones fóbicas (salas de extracción, centros sanitarios, películas con violencia, etc), y presenta pensamientos anticipatorios en relación con las situaciones fóbicas.
El trastorno de ansiedad social, también conocida como trastorno de ansiedad social, fobia social o sociofobia, es un síndrome caracterizado por ansiedad, tensión nerviosa y malestar provocado por la exposición a la “evaluación social”. Las personas afectadas por esta enfermedad comprenden que sus miedos son irracionales, sin embargo, experimentan una gran preocupación por hacer frente a situaciones sociales temidas, por lo general es a ser observados por mucha gente.
Esta fobia a menudo comienza en la adolescencia como un miedo de ser mirado y juzgado por otras personas, y lleva a evitar situaciones sociales. A diferencia de lo que sucede en la mayoría de las fobias, la fobia social es igualmente común en hombres y mujeres. El desorden puede estar circunscrito (por ejemplo, restringido a las interacciones con el sexo opuesto, a comer en público, a hablar en público) o puede ser global, involucrando prácticamente toda situación social fuera del marco de la propia familia.
Se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a los gérmenes, la suciedad o la contaminación. Frecuentemente es acompañado por un incesante lavado de manos.
Este término es utilizado para describir un miedo patológico al contacto con la suciedad para evitar cualquier tipo de contaminación o de gérmenes. Los sujetos que sufren de esta fobia, es decir, los misofóbicos, aumentan sus precauciones higiénicas hasta lo inverosímil. Llegan a lavarse las manos 40 veces en 20 minutos, o a tirar la ropa después de usarla. Evitan que las demás personas, incluida su familia, se acerque a ellas, por temor a ser contaminados. Extreman las precauciones al acercarse a la cocina y al baño, como si de lugares sagrados se tratase.
La ofidiofobia es el miedo exagerado e irracional que sienten algunas personas hacia las serpientes.
Entre las zoofobias es una de las más habituales, si bien hay que saber diferencias a los ofidiofóbicos de aquellas personas que le tienen miedo a las víboras porque son venenosas.
La persona que realmente tiene fobia hacia estos animales lo tiene frente a una imagen, una víbora de juguete o tan solo de pensar en ellas. Es así como de pasar a temerles racionalmente por un motivo coherente se pasa al miedo irracional al que denominamos fobia.
El miedo a la muerte o tanatofobia es universal. Quien más y quien menos tiene miedo a un momento en el que no sabemos lo que ocurre después. Algunas personas tienen miedo a estar muertos, mientras que otras lo que temen es el hecho de morir en sí.
La mayoría de los seres humanos podemos convivir con este miedo porque no pensamos en la muerte, la obviamos como un hecho que tendrá que llegar dentro de mucho, mucho tiempo. Sin embargo, existen personas para las que este miedo supone una fuente de angustia, hasta el punto de que puede interferir en su vida cotidiana.
Los pacientes fóbicos sienten como un sudor frío recorre su espalda, y en pocos minutos todo su cuerpo está empapado, las manos comienzan a temblarles y no hay forma de controlarlas. De repente un tic nervioso no cesa de molestarlos y sienten una punzada en el estómago. La mirada se nubla, el individuo tiene problemas para respirar, su ritmo cardíaco aumenta considerablemente; está fuera de control. Aunque lo parezca, esto no es la descripción de alguna escena sacada de un libro de Stephen King, se trata de los síntomas reales de angustia que experimenta una persona frente a un estímulo fóbico.