Hombre Moderno
La técnica deshumanizante y el economismo
Perspectivas del proceso económico
Se nos ha dicho que el desarrollo técnico, cuyo motor es la economía, llevaría al mundo a la felicidad total, que el hombre se volvería demiurgo de sí mismo, se autorredimiría.
El trabajo, exaltado en los discursos, se ha convertido en algo superado y arcaico, fuente de pérdidas financieras.
Sólo será "útil" el que es "rentable", es decir, el que sea capaz de agregar ganancias a las ganancias.
La falta de trabajo obliga a millones de personas a hacer colas permanentes, buscando trabajo donde ya no existe. Siempre pendientes de un hilo de esperanza, se cuidarán de la menor reclamación que pudiese influir en el rechazo de sus presuntos empleadores.
Las naciones son meros municipios de la economía globalizada. Las empresas inversionistas extranjeras están siempre dispuestas a desmantelar sus instalaciones en busca de lugares que les ofrezcan mejores condiciones dejando fácilmente en la calle a numerosos trabajadores, y a veces a los habitantes de localidades enteras.
EL HEDONISMO
Proviene de una palabra griega, edoné, que significa placer.
El hombre, según los hedonistas, está sujeto y la soberanía del instante; la previsión, el anhelo de un placer futuro lleva siempre consigo cierta inquietud e inseguridad y por lo mismo, su espera implica una cuota de dolor, que se trata
de regir experimentando un nuevo placer lo más rápidamente posible.
Se trata de pasarla lo mejor posible, a costa de lo que fuere, en busca incesante de sensaciones placenteras, siempre nuevas y cada vez más excitantes.
En este tiempo, donde el trabajo ha perdido su sentido humanizante, la gente no busca sino el placer. Es lo propio de las épocas decadentes. La búsqueda omnímoda e insaciable del placer se convierte en una necesidad inconsciente.
Se ha buscado "liberar" el campo del sexo, esto es un síntoma de desenfreno hedonístico que lo constituye la erradicación social del pudor, que es la atmósfera protectora del sexo.
Los rasgos típicos de la sociedad actual que hemos ido analizando, la masificación, el desarraigo, el igualitarismo, la falta de interioridad, etc.
El hedonismo constituye la atmósfera de la sociedad en que vivimos, una actitud que no tolera ningún tipo de cuestionamiento.
El Relativismo
Toda verdad es relativa en el sentido de que sólo es válida en relación con el sujeto que piensa.
Cree que los juicios son sentimientos, o complejos, o actitudes, producidos en una comunidad por la presión de su ambiente y de sus tradiciones, y difieren de una comunidad a otra.
El relativismo se muestra así
como el nuevo código ético, el código hoy imperante. Todo puede ser, alternativamente, positivo o negativo. No existe nada absoluto.
En el tema de los valores se dice que no hay absolutos, que valgan independientemente de esas determinaciones particulares.
La postura relativista se ha extendido hasta el campo del arte, donde triunfa también el subjetivismo más radical, la "originalidad" a ultranza.
El relativismo ha influido en diversas corrientes de pensamiento:
El pragmatismo: "La actitud mental propia de quien, al hacer sus opciones, excluye el recurso a reflexiones teoréticas o a valoraciones basadas en principios éticos."
Para Eucken, también neokantiano, la verdad es hija del tiempo.
El evolucionismo, según el cual la verdad es algo en perpetua
transformación.
El fideísmo, o sea, el hecho de creer porque se cree, sin basamento alguno en lo que
diga la razón.
El relativismo doctrinal puede provenir del resentimiento contra las ideas consagradas por la tradición. Si se aceptara que la verdad es permanente e invariable habría que hacer un esfuerzo de reforma personal para adecuarse a la misma
Hemos tratado de exponer las raíces históricas del relativismo y sus razones, llegando a lo que sucede en
nuestro tiempo
Tras la renuncia a una tabla de valores y de doctrinas permanentes e inalienables, a los dogmas sobrenaturales y a las verdades naturales, el relativismo, anuncia la supervivencia de un solo absoluto: que todo es
relativo.
En tiempos anteriores el hombre se
preguntaba: "¿Estoy dispuesto a hacer lo que debo?". Pero en estos tiempos la pregunta es otra: "¿Cómo
saber qué es lo que debo?"
El argumento hoy más recurrido para calmar la conciencia es el del consenso. Algo es verdadero si hay
consenso acerca de ello.