En lo educativo, las estrategias pedagógicas fundamentadas en el conocimiento del cerebro optimizan los procesos de aprendizaje y memoria, adaptándose a las necesidades de los estudiantes (Broche-Pérez, 2019).
La neurociencia aplicada al lugar de trabajo permite diseñar estrategias para reducir el estrés y mejorar la productividad, basándose en el análisis de comportamientos y patrones neuronales.
Estándares éticos de la práctica psicológica
Los estudios de Broche-Pérez (2019) destacan cómo las intervenciones neuropsicológicas, han mejorado el desempeño cognitivo y emocional en personas con trastornos del estado de ánimo, promoviendo un enfoque preventivo y terapéutico. Además, investigaciones recientes han vinculado los programas de empoderamiento psicológico con cambios neuroquímicos positivos en contextos comunitarios, según lo reportado por Banda y Morales (2015). Por otro lado, los avances en neuroimagen y tecnología de resonancia magnética han permitido validar cómo intervenciones específicas generan cambios estructurales y funcionales en áreas cerebrales relacionadas con el aprendizaje y la regulación emocional.
Aplicabilidad en la práctica profesional
Desde lo clinico, el diagnóstico y tratamiento de trastornos como la depresión, ansiedad, TDAH y Alzheimer han avanzado gracias a técnicas como la estimulación cerebral y la terapia cognitiva basada en neurociencia.
La neurociencia y la psicobiología son campos interdisciplinarios que exploran la relación entre los procesos biológicos, como la actividad cerebral, el sistema nervioso, y las conductas humanas. Este enfoque combina aspectos de la biología, la psicología y la química para explicar cómo factores internos (genética, neurotransmisores) y externos (ambiente, experiencias) moldean el comportamiento humano (Broche-Pérez, 2019).
Garantizar que los datos neurocientíficos de los individuos no sean utilizados de forma indebida.
Como señala Sandoval Obando (2020), las herramientas deben ser empleadas con el objetivo de promover el bienestar y no para manipulación.
La neuropsicología planteada por Broche-Pérez (2019), surge como una rama que integra conceptos neurocientíficos y psicobiológicos con un enfoque en el bienestar emocional, cognitivo y social. Este modelo se centra en potenciar fortalezas cognitivas y emocionales mediante intervenciones basadas en la plasticidad cerebral, una capacidad inherente del cerebro para reorganizarse en respuesta a estímulos.
Medicina: Colaboración en el desarrollo de tratamientos neurológicos y psiquiátricos. Educación: Diseño de programas pedagógicos que tienen en cuenta las etapas de desarrollo neuronal y estrategias para el aprendizaje.
Desde la Psicología social y comunitaria, los hallazgos neurocientíficos sobre la regulación emocional y el estrés se integran en intervenciones comunitarias, promoviendo el bienestar colectivo y reduciendo la incidencia de problemas de salud mental (Banda & Morales, 2015).
La psicobiología también colabora con estas disciplinas (biología y genetica) para entender cómo la genética y los factores epigenéticos influyen en el desarrollo y la conducta. Esto es relevante en estudios sobre predisposición a enfermedades mentales y adicciones.