LOS INICIOS (1688-1723)

Un gran cambio geopolítico

A finales del XVII e inicios del XVIII estamos en una épo-
ca de gran cambio geopolítico, a pesar de que aparentemente- 22 te es un momento más tranquilo que no el “siglo de hierro”
anterior. Pero visto en perspectiva cabe
pensar que el inglés (en sustitución del holandés y el italiano)
ya comenzaba a ser el idioma de los negocios burgueses, de las grandes colonias y del futuro.

España y Portugal en decadencia:

Por otro lado, Europa central supera definitivamente la di-
námica y los terribles costes de la Guerra de los Treinta Años
(1618-1648), pero ya no es el centro político europeo. Aquella
guerra acabó con las pretensiones de dominio del emperador
(Sacro Imperio Cristiano Germánico) y del papa, al mismo
tiempo que en el Imperio español se comienza a poner el sol y
el portugués traquetea manifiestamente.

El período constitutivo de las ideas y estructuras de la Ilustración, del nuevo modelo de filósofo “librepensador” y de lo que Paul Hazard llamó la “crisis de la conciencia europea” se inicia el 1688, fecha de la Revolución inglesa “Gloriosa”, que da origen a la monarquía constitucional de Guillermo II de Orange.

Más allá de una Ilustración burguesa y liberal

La situación real de los nuevos elementos ilustrados era
mucho más difícil y compleja que lo que refleja el tópico habitual. Por lo tanto, hay que ir con mucho cuidado con el tópico que vincula totalmente la Ilustración con la burguesía. Por un lado, la mayor parte de los ilustrados no fueron burgueses ni quizá pensadores proliberales, por el otro tampoco vivieron en países liberales ni donde la burguesía tuviese mucha importancia.

Esa dualidad es especialmente contundente donde la Ilus-
tración se debe desarrollar en el seno del antiguo régimen y
el absolutismo cortesano de Francia a Rusia, pasando por los
países germánicos, ibéricos, itálicos y eslavos.

Potencias en expansión:

Mientras todos los países de despotismo de Estado (Fran-
cia, España) caen en grandes bancarrotas estatales, Gran Bre-
taña se salvó significativamente gracias a su sistema financie-
ro y a la alianza con los grandes capitales burgueses.

Hay que evitar exagerar el grado de “liberalismo” logra-
do por los británicos sin embargo ya que, como dice Josep
Fontana, “permitió obtener, sin apariencia de subversión ni
recurso a la movilización de las masas, unos objetivos simila-
res a los que se habían querido lograr inicialmente en 1641: un sistema político representativo –que Hume describió como
‘un príncipe hereditario, una nobleza sin vasallos y un pueblo
24 que vota a través de sus representantes’– controlado por la
alianza agraria capitalista que había eliminado los bloqueos
del ‘feudalismo bastardo’ y una clase de empresarios mercan-
tiles orientada a los grandes negocios del comercio exterior, la
expansión colonial y la financiación de la guerra.

Los librepensadores

Newton como modelo
La Ilustración se origina reaccionando básicamente en
contra del racionalismo continental del XVII, al mismo tiem-
po que se inspira en el empirismo británico, especialmente
desde una mítica (y no correcta del todo) interpretación que
convierte a Newton en el modelo.

los primeros ilustrados también elaboran una influ-
yente reinterpretación de la historia. Así por ejemplo se radi-
calizó la interpretación humanista de Grecia y Roma y de la
Edad media. Grecia devino la cima de la racionalidad, ahora
completamente depurada de planteamientos esotéricos, sim-
bólicos, mágicos, herméticos e, incluso, mitológicos (que ha-
bían interesado mucho durante el Renacimiento).

La relación con la alta cultura oficial

Por el panorama cultural que acabamos de esbozar parece queque ya estamos en una época predominantemente ilustrada.
Sin embargo, hay que matizar mucho esta impresión, ya que los pensadores y elementos ilustrados son aún marginales en
la gran cultura oficial, especialmente fuera de Holanda y de Gran Bretaña.

Además, las universidades, al ser de tradición eclesiástica
y no del todo sumisas al poder político, al usar aún el latín y al representar un modelo cultural supraestatal, ven como las nuevas monarquías absolutistas y centralistas (dentro del
proceso de “nacionalización de la cultura”) favorecen nuevas
instituciones de alcance estatal donde se imponen las lenguas
nacionales al latín.

El capitalismo de imprenta

A finales del XVII y comienzos del XVIII, se engendran la
mayor parte de los valores, las características y los conceptos
básicos de la Ilustración, si bien en relación y polémica con
los del siglo XVII.

El ámbito de expresión de los librepensadores será el
creciente “capitalismo de imprenta” y el naciente “mercado
cultural”, que permitirán la gestación de la llamada “opinión
pública”. Dentro de este marco emergente, productos como
los libros, los periódicos, las revistas, los panfletos, las obras
eruditas o de consulta encuentran un eco y una demanda im-
pensables sólo un siglo antes.