por Cristina Cabello hace 3 años
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Existen cuatro variantes a las que da lugar el fenómeno refractor, según el ángulo de incidencia con respecto a la normal.
Cuando el ángulo de incidencia es mayor de 90º, el rayo que incide no se refracta, sino que se refleja en la superficie de separación de los medios, que actúa como espejo.
Cuando un rayo incidente atraviesa otro medio con un ángulo de incidencia igual a 90º, al emerger lo hace a lo largo de la superficie del medio considerado produciéndose lo que se denomina "emergencia de roce".
Se refiere a que el ángulo de incidencia es mayor de 0º y menor de 90º. En este caso, el rayo incidente se refracta al atravesar la superficie de separación de ambos medios con mayor grado de desviación cuanto mayor es el ángulo de incidencia.
Cuando el rayo incidente llega perpendicular a la superficie del medio no se refracta sino que sigue con la trayectoria rectilínea que tenía. Esto es un supuesto teórico que no se produce en la realidad.
La mayor o menor desviación o aproximación a la normal que sufre un rayo incidente al atravesar un medio depende de tres características.
La longitud de la onda del rayo incidente.
La densidad óptica relativa de las sustancias que componen los dos medios. Cuando mayor sea la diferencia de densidad, mayor será el grado de desplazamiento.
La relación existente entre el seno del ángulo de incidencia "i" y el de refracción "r" es constante y es numéricamente igual al cociente entre las respectivas velocidades de propagación de la luz en los medios considerados. Por ello, esta segunda ley puede expresarse como: el seno del ángulo de incidencia por el índice de refracción del primer medio es igual al seno del ángulo de refracción del segundo medio.
El rayo incidente, la normal y el rayo reflejado están en el mismo plano.