A principios del siglo XX, las principales potencias imperiales del mundo estaban en constante rivalidad, lo cual desembocó en la Primera Guerra Mundial. El Imperio Británico, conocido por sus vastos dominios ultramarinos, enfrentó una serie de desafíos tanto internos como externos.
En 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial que lo llevaría a su disolución, el Imperio tenía una extensión de 675 936 km², contaba con 52 800 000 habitantes y era considerado una de las grandes potencias europeas y mundiales (6ª potencia mundial por su PIB, su producción industrial y su comercio exterior), destacando especialmente por su prestigio cultural, artístico e intelectual.
Italia
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Francia no puede olvidar, un siglo más tarde, a los hombres que descendieron al fondo de ese abismo, muchos de los cuales no regresaron. Más de 8 millones de franceses –una quinta parte de la población– fueron reclutados. Un millón cuatrocientos mil murieron y cientos de miles volvieron mutilados».mas tarde