DIALOGO INTERRELIGIOSO
PRESENTADO POR:
RINA ISABEL MACHADO GUERRERO
Lo que permite el diálogo interreligioso es dos cosas: descubrir que la propia tradición religiosa es sólo un acceso posible al Misterio y a la vez permite abrirse a la riqueza espiritual de la humanidad, que hoy percibimos como un patrimonio común y necesario para dar respuesta a los grandes retos que tenemos como personas y como especie.
Es la interpretación positiva, cooperativa y construcción entre personas de diferentes tradiciones o creencias religiosas, espirituales tanto a nivel individual como institucional.
El diálogo sólo puede plantearse en términos de igualdad. Si un grupo religioso ve a otro grupo inferior o incluso superior, el diálogo no podrá establecerse, pues ello no permite el intercambio ni el entendimiento entre los grupos, que es el objetivo principal de cualquier diálogo interreligioso.
El diálogo interreligioso tiene como objetivo encontrar soluciones a los problemas del mundo y de las demás personas, centrándose en las similitudes entre los sistemas de creencias y no en las diferencias ni en cuestiones controvertidas.
Los desafíos son:
La cara oculta de Dios
La kénosis de Jesús
El Espíritu que sopla y lleva
Una vida inútil
El diálogo interreligioso consiste idealmente un intercambio abierto y respetuoso de puntos de vista entre individuos y grupos con diferentes antecedentes religiosos y herencias culturales, basado en la comprensión y el respeto mutuo.
El reto del dialogo interreligioso es por lo menos debe contribuir en tres tareas:
Enriquecer nuestra comprensión teológica, lo cual implica esforzarse por discernir las creencias y prácticas de los otros en sus propios términos, tanto como profundizar en la propia religión.
El diálogo debe ofrecer un nuevo medio de testimonio cristiano, de modo que este no se opone al anuncio del Evangelio, sino que permite hacerlo de un modo diferente, ofreciendo, por ejemplo, un signo de nuestra capacidad de convivir con los otros, amando a los diferentes y buscando el bien común.
Finalmente, el diálogo debe constituir un mecanismo para la construcción de sociedades más justas, lo cual solo puede llevarse a cabo hoy en día integrando diversos modos de comprender los problemas comunes (pobreza, injusticia, violencia, crisis ecológica) y buscando recursos para su solución en diferentes tradiciones.