El síndrome del profesor quemado
El síndrome del profesor quemado no es más que una variante específica del burnout, que se da en los profesionales del campo de la educación. Debido a los nuevos desafíos presentes en la educación, como la pérdida de autoridad de los profesores o la rebeldía de los alumnos, muchos educadores se sienten descontentos con su trabajo y
pueden presentar una gran cantidad de síntomas relacionados con el estrés.
Síntomas más comunes del trastorno
Agotamiento emocional
Uno de los principales indicadores de que el problema existe es esa sensación, sostenida en el tiempo e intensa, de “no poder más”. Al igual que en la mayoría de los síndromes producidos por el estrés, las emociones se descontrolan y la persona tiende a sentirse triste, cansada y sin ganas de hacer nada.
Baja realización personal
Debido a que una de las principales causas del síndrome del profesor quemado es la imposibilidad de realizar el trabajo de la manera en la que le gustaría al docente, estos suelen presentar una gran insatisfacción con la labor que están desempeñando. Esta insatisfacción se traduce en la práctica como una sensación de fracaso o de derrota, así como la creencia de que se es impotente frente a las situaciones en el aula.
Despersonalización
Debido a que los profesores que sufren
de este síndrome se sienten impotentes
e inútiles, en muchas ocasiones tienden
a encerrarse en sí mismos y pierden
todo interés por su trabajo. De esta
manera, su pasión por lo que hacen
desaparece y comienzan a realizar sus
tareas de forma mecánica, lo que puede
introducirles un círculo vicioso que les lleve a sentirse aún peor respecto a su labor docente.
El burnout es un síndrome relacionado
con el desgaste producido en el ámbito
laboral. Las personas que lo padecen
presentan niveles elevados de estrés
durante un perido prolongado de tiempo,
de tal manera que van acumulando cada
vez un mayor agotamiento mental,
emocional e incluso físico. Debido a ello,
el desempeño en el trabajo es cada vez menor, y la persona que lo padece puede llegar a pasarlo realmente mal.
¿Cómo tratar el problema?
Si eres profesor y notas que estás desarrollando algunos de los síntomas descritos anteriormente, lo mejor que puedes hacer es aprender alguna técnica de gestión del estrés. Algunas de las más eficaces son el mindfulness o la relajación muscular progresiva. Sin embargo, si notas que el problema se está descontrolando, ir al psicólogo puede ser de mucha ayuda.
Si por el contrario eres padre, también puedes aportar tu granito de arena para evitar que los profesores de tus hijos sufran este problema. Enseña a tus pequeños a ponerse en el lugar del profesor y trata de facilitar en todo lo que puedas su labor educativa. Al fin y al cabo, la educación de tus hijos es también tarea tuya.