Historia de España
Edad Media por Julio Valdeón
Al Andalus (711-1474)
En el año 711 el Rey Visigodo Rodrigo fue derrotado y muerto en la batalla de Guadalete por las tropas musulmanas
Pues supuso la desaparición de la monarquía visigoda y la ocupación de la mayor parte del territorio de la Península Ibérica por los islamitas.
Por ello, el historiador Américo Castro expuso la idea de que la "vividura hispánica" fue producto de la confluencia de los cristianos con los musulmanes
A medidos del siglo XI, se produce la descomposición de Al- Andalus
De ahí el origen del termino "Reconquista", expresión de indudable contenido ideológico, pues se utilizaba para referirse a las campañas lanzadas contra los musulmanes con la finalidad de recuperar las tierras perdidas de España.
Antes de concluir el siglo XI, la ciudad de Toledo se integró en los reinos de Castilla y León. Paralelamente, avanzaban los cristianos de la Hispania oriental, aunque con menor intensidad, pues los musulmanes seguían presentes en el Valle de Ebro.
El territorio de España cristiana no sólo creció en extensión en el transcurso del siglo XI, sino que fue testigo de importantes novedades, que iba desde el desarrollo de los burgos y de los burgueses hasta la consolidación del camino de peregrinación que conducía Santiago de Compostela.
En el siglo XIII, se produce:
La expansión de Aragón y Cataluña
En el siglo XIII fue testigo del nacimiento de la institución de las Cortes en la Corona de Aragón. Las primeras Cortes en surgir fueron las de Cataluña
Es preciso señalar el progreso que experimentó en el transcurso del siglo XIII el Derecho Romano.
La expansión de Castilla y León
Vivieron en el siglo XIII una etapa de progreso, plasmado en terreno económico en el nacimiento de la institución de la Mesta, exponente del auge de la ganadería ovina.
La sociedad evolucionaba en el sentido de marcar las diferencias entre los poderosos y el común.
En los reinos de Castilla y León, se produjo la penetración del Derecho romano.
Edad Moderna por Joseph Pérez
ESPAÑA IMPERIAL (1474-1700)
Los Reyes Católicos (1474-1504)
Los Reyes Católicos no fundan la unidad nacional en España. Lo que se inicia en 1474, con la subida de Isabel al trono de Castilla, y en 1479, con el advenimiento de Fernando al trono de Aragón, es una mera unión personal. Las dos coronas siguen siendo independientes, a pesar de estar reunidas en la persona de sus respectivos soberanos.
En la doble monarquía, las dos coronas no se encuentran exactamente equiparadas; existe un desequilibro indudable a favor de Castilla, una tendencia a la castellanización que irá acentuándose en la próxima centuria. Ello no se debe a la voluntad de los reyes, sino a la relación de fuerzas que existía entonces en la Península. Castilla es mucho más extensa y mucho más poblada que Aragón: Castilla tiene una superficie triple de la de Aragón y una población cuádruple.
a partir de los Reyes Católicos, se nota la tendencia de los monarcas a residir preferentemente en Castilla. Se inicia así, en los territorios de la Corona de Aragón, un proceso de gobierno caracterizado por el absentismo del soberano
El objetivo de los reyes era dar a la institución monárquica un prestigio y una autoridad que la situaran muy por encima de las demás fuerzas sociales de la
nación —nobleza, Iglesia, Cortes...—.
Los Reyes Católicos no crean un Estado absoluto, pero sí inauguran un Estado autoritario, en el que el soberano es la fuente del poder. Reorganización administrativa, reorganización política, reorganización social, tales son los diversos aspectos de la reforma general emprendida en los primeros años del reinado y desarrollada con determinación y continuidad.
Austrias Mayores (1516-1600)
Por primera vez, las dos coronas de Castilla y Aragón están reunidas en la misma persona. Por otra parte, el trono recae en un soberano Carlos I que, además de los reinos peninsulares, hereda los señoríos de Flandes, derechos al ducado de Borgoña, aspiraciones al Imperio.
La debilidad de un Estado que no coincide absolutamente con las distintas nacionalidades de que se compone el Imperio; comuneros y agermanats se enfrentan con el poder real casi exactamente por las mismas fechas y, sin
embargo, no se les ocurre ponerse de acuerdo para presentar un frente común; los dos movimientos se ignoran completamente.
La fuerza social que representa la aristocracia terrateniente, que ha salvado la corona en ambos casos. En la sociedad española del Quinientos, los elementos burgueses estarán siempre marginados; nunca podrán contrarrestar la enorme influencia y el prestigio del estamento nobiliario.
Los Austrias no siguen una política nacional, menos aún nacionalista, sino una política dinástica. España, y más concretamente Castilla, se limita a sufragar dicha política; ella viene a ser la base del Imperio, donde se recoge el dinero necesario y se reclutan los soldados, diplomáticos y funcionarios encargados de
Austrias Menores (1600-1700)
El siglo XVII cuando se instala un nuevo concepto unificador, el de Europa y de civilización europea, fundado en la secularización y la adopción de otros valores: la confianza en la razón, en la ciencia, en la técnica, como medios que permitirían llegar a una convivencia entre las naciones y los hombres
El peso principal de la política imperial siempre recayó sobre Castilla; los demás reinos y señoríos,protegidos por sus fueros, lograron situarse más o menos al margen de las contiendas ideológicas y militares. Así se explica el marasmo que conoció Castilla en cuanto murió Felipe II. Las guerras continuas y los impuestos siempre crecidos habían agotado las capacidades del país. Una serie de pestes y epidemias rompieron el equilibrio demográfico. La producción se estancó.
La muerte de Felipe II trae como consecuencia un decrecimiento del papel personal de los monarcas, con la tendencia a entregar gran parte del poder real a los validos. Felipe III confió para ello en don Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma.
Se inició una tendencia a constituir juntas
transitorias, que se formaban para problemas particulares. Llama la atención el número de juntas destinadas a examinar problemas fiscales, es decir, el erario real gastaba más de lo que cobraba
La segunda mitad del siglo XVII y, especialmente, el reinado de Carlos II (1665-1700) son en general considerados como una de las épocas más tristes, si
no la más triste, que haya conocido España. España está desmembrada; Portugal se ha separado de la monarquía; Cataluña ha sido recuperada, pero con un territorio amputado
En el interior del país, las alteraciones de la moneda no han cesado y han contribuido a paralizar la artesanía y el comercio, con la presencia de una doble moneda: la de plata, que sólo sirve para las transacciones con el extranjero y se cotiza muy cara, y la de cobre, que se usa en la vida cotidiana y es objeto de devaluaciones continuas. De esta forma, los precios suben sin cesar. Los campesinos sufren las consecuencias
DINASTÍA BORBÓN (1700-1808)
El siglo XVIII comienza hacia 1680 con la recuperación de la economía, el restablecimiento del orden en las finanzas públicas y el interés que los novatores manifestaron por la evolución de las ideas, desde Galileo hasta Newton.
Tres soberanos ocuparon el trono durante este período: Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788)1. Estos reyes fueron más bien mediocres, incluso Carlos III, que está considerado como un gran reformista.
A partir del siglo XVIII se puede hablar realmente de España y ya no de una yuxtaposición de reinos. A todos los niveles se observa una mayor homogeneidad y hasta el sentimiento de pertenecer a una comunidad nacional,
sentimiento perfectamente compatible con un fuerte patriotismo regional.
Se produjo un crecimiento demográfico generó una mayor demanda de productos agrarios y de tierras de cultivo, y, como consecuencia, un alza de los precios agrícolas, más acusada en la segunda mitad del siglo que en la primera, así como un aumento de la renta de la tierra
La sociedad española del siglo XVIII estaba aún dominada por los estamentos privilegiados: nobleza y clero. La burguesía propiamente dicha era minoritaria. La masa de la población estaba compuesta por campesino
Se atribuyen a veces a la influencia francesa los principios generales que guiaron a los Borbones cuando procedieron a la reorganización del aparato del
Estado: absolutismo y centralización. Con el nuevo soberano vinieron a España, desde luego, muchos franceses que ocuparon puestos destacados en la administración y el ejército durante las primeras décadas del reinado de Felipe V.
El advenimiento de los Borbones está caracterizado por el refuerzo del absolutismo real y la puesta en marcha de una administración más eficaz. Desde hacía tiempo, la teoría política según la cual el gobierno se definía por la
dualidad entre el rey y el reino representado por las Cortes no era más que una ficción
Edad Contemporánea por Santos Julia
1. ENTRE LA REVOLUCIÓN LIBERAL Y LA REACCIÓN
ABSOLUTISTA (1808-1843)
La Junta de Gobierno y el Consejo de Castilla permanecieron en pie, pero su convivencia con Bonaparte socavó su legitimidad, mientras la instauración de la nueva dinastía, con la entrada de José I en Madrid les arrebataba la posibilidad de gobernar.
En los territorios no ocupados por el francés se generalizó a mediados de 1808 una situación característica de los procesos revolucionarios: mientras el viejo orden desaparecía y grupos de gente salían a la calle, protagonizando en ocasiones actos de violencia contra las autoridades del Antiguo Régimen, se formaron Juntas locales y provinciales integradas por clérigos, abogados y
notables.
Más que agentes de una revolución contra un poder establecido, las Juntas fueron organismos para dirigir el levantamiento popular contra un invasor y ocupante extranjero.
MATAR LA REVOLUCIÓN, CONSTRUIR EL ESTADO: LA ÉPOCA MODERADA (1844-1868)
Libertad con orden fue la consigna que se repitió desde la caída de Espartero y la subida de los moderados al poder. Había que estabilizar la situación política, construir un Estado, edificar de la nada una administración, elaborar y aprobar unos códigos, transmitir seguridad a los negocios y a las empresas, ofrecer sólidas garantías a la propiedad, recuperar tradiciones que nunca debieron haber sido atacadas, devolver a la religión católica su función en la sociedad, alcanzar en todos los órdenes de la vida el «justo medio».
El sistema creado por los moderados, que entendieron el poder como un monopolio al que sólo ellos tenían derecho, cerrando a los progresistas todas las puertas que les hubieran permitido acceder por las urnas a la presidencia del Consejo.
REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA, RESTAURACIÓN
MONÁRQUICA (1868-1898)
Con la celebración del triunfo, la aparición, por una parte, de juntas revolucionarias y, por otra, de un gobierno provisional.
La república prometía un cambio de vida, de la vida miserable: promesa de democracia que llevaba prendida una utopía de igualdad.
Las Cortes resultantes, bajo la presidencia del demócrata Rivero, procedieron a elaborar un nuevo texto constitucional sobre las bases aprobadas por la coalición de unionistas, progresistas y demócratas.
Prim intentó, ante todo, reforzar
la coalición monárquico-democrática integrando a los demócratas en el gobierno y reduciendo la presencia de los unionistas.
LA MONARQUIA, RESTAURADA: Cánovas comenzó su gobierno recabando plenos poderes y manteniendo la suspensión de garantías constitucionales. Asegurada sobre nuevas bases la alianza entre el trono y la Iglesia y
encontrado un terreno autónomo que satisficiera a los militares, Cánovas, que no era clerical y estaba lejos de ser militarista, aseguraba para el sistema la colaboración de dos grandes instituciones.
Cánovas pudo emprender la tarea de
elaborar la nueva Constitución, La soberanía vuelve a ser, en la tradición doctrinaria, compartida por
la corona y las Cortes y la persona del rey es de nuevo sagrada además de
inviolable
UNA MONARQUÍA LIBERAL QUE TERMINA EN
DICTADURA MILITAR (1899-1930)
Para esta nueva generación, el problema radicaba en la incapacidad del sistema político para adaptarse y recoger las aspiraciones suscitadas por el cambio de sociedad
La sociedad española, antes atrasada, analfabeta, dormida, se transformaba, se hacía moderna, cambiaba las costumbres, se secularizaba, aspiraba a la democracia: su agricultura se modernizaba, las ciudades estaban en camino de doblar su población, etc. todo
cambiaba, menos el sistema político.
UNA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA QUE SUCUMBE EN
UNA GUERRA CIVIL (1931-1939)
La proclamación de la República fue en verdad una fiesta. Su advenimiento, se acompañó de
cantos y manifestaciones, aquella República, enseguida bautizada como "niña bonita"
El 9 de diciembre de 1931 fue
promulgada una Constitución que rompía con el molde del siglo XI. Una Constitución que afectaba a todos los órdenes de la sociedad y del Estado y que era la expresión de la mayoría republicana y socialista.
RECTIFICACIÓN, REVOLUCIÓN Y FRENTE POPULAR: al abandonar los socialistas la coalición con los republicanos y acudir ambos por separado a las urnas, la izquierda republicana quedó prácticamente barrida de las nuevas Cortes.
Comenzó a extenderse la convicción de que la revolución de 1931 había sido traicionada y que era preciso organizar una segunda revolución.
REBELIÓN MILITAR, REVOLUCIÓN SOCIAL Y GUERRA CIVIL: Cuando la rebelión hizo sonar la hora de la revolución, todos supieron qué destruir, a quiénes aniquilar; pero muy pocos sabían qué construir, qué recursos y hacia qué objetivos había que emplear la fuerza desatada por el golpe militar.
La variedad de situaciones remite al resultado más directo de esta mezcla de rebelión y revolución: el hundimiento del Estado. Cuyo objetivo no consistió en sustituir un gobierno por otro, sino en liquidar la República e inaugurar un «Estado fuerte disciplinado», una dictadura militar.
LARGA DICTADURA DEL GENERAL FRANCO
(1939-1975): pretendió crear una sociedad cerrada a
todo influjo exterior, autárquica, corporativa, homogéneamente católica, soñando
con recuperar un pasado imperial.
Mirando siempre hacia atrás en busca de inspiración y modelo, la Dictadura combinó instituciones de origen medieval y nostalgias coloniales, todo adobado en una retórica fascista.