La reflexión sobre la identidad y su constante transformación se presenta como un proceso dinámico en el que el ser humano busca entenderse a sí mismo y su entorno. Esta búsqueda se ve influenciada por la dicotomía entre esencialismo y contingencialismo, donde el primero sostiene que el sentido de las cosas reside en su esencia intrínseca, mientras que el segundo propone que dicho sentido es determinado por el sujeto y su contexto.