FUNDAMENTAR LA MORAL

PERMANENCIA Y UNIVERSALIDAD DE LO MORAL. DIVERSIDAD DE
MORALES

Esta permanencia de la forma contrasta, sin lugar a dudas, con la pluralidad de contenidos
que, no sólo se han ido presentando históricamente, sino que coexisten en el momento presente.
«Coexisten», que no «conviven», porque, a partir de determinados estadios en la evolución de la

conciencia moral colectiva, las propuestas morales se ofrecen bajo la forma de universalidad:

pretenden valer universalmente.

En este sentido las normas morales se pretenden universales, y aquí radica la primera causa
de la perplejidad aludida: ¿cómo es posible que distintas concepciones morales, pretendiendo cada
una valer universalmente, sean igualmente verdaderas?

Por una parte, y a nivel moral, nos encontramos con el hecho de que, a pesar de todas las
críticas que se han dirigido y dirigen contra los modelos concretos, lo moral permanece.

«AMORALISMO» ES UN CONCEPTO VACIO

Que tal lenguaje posee un sentido es perfectamente
defendible desde el momento en que nos percatamos de que sus términos son usados cumpliendo
una función en beneficio de sus usuarios. Por ello puede decirse que el lenguaje moral es un juego

lingüístico que cobra sentido precisamente porque viene respaldado por una forma de vida que lo

sustenta77. La tradicional pregunta «¿es posible situarse más allá del bien y del mal morales?»

El concepto de «amoralismo» no nos refiere a realidad alguna, sino que constituye un
concepto vacío. Esta afirmación cobra especial patencia en las investigaciones contemporáneas en
torno al hecho del discurso moral, realizadas por la filosofía analítica.

¿es posible concebir la vida
cotidiana de un hombre que renunciara de tal modo a la forma de vida moral, que le resultaran
inintelegibles términos tales como «mentira», «engaño», «injusticia», «traición» y tantos otros? No

que criticara el contenido dado a estos términos por morales concretas,

LA EVOLUCIÓN DE LOS TÉRMINOS «MORAL» Y «FUNDAMENTACIÓN»

Cualquier intento actual de ética cívica se ve obligado a
conocer y valorar críticamente estas propuestas de «ética dialógica».
Y pasando a la formulación de las tres cuestiones iniciales, serían las siguientes:

1. Cuando hablamos de personas «moralmente buenas», ¿nos referimos realmente a la

disponibilidad para solucionar dialógicamente problemas, o debemos recurrir también a elementos

heredados de éticas anteriores?

Naturalmente, el modo de entender la felicidad varía, desde indentificarla con el placer hasta
concebiría como la actividad más perfecta según la virtud más excelente del hombre78;

la admisión de la autonomía como concepto fundamental de la vida moral, la
justificación del deber por el querer realmente humano, estaría a la raíz de la ética trágica.

El progreso en la racionalización se plasma, tanto en el desarrollo de las fuerzas productivas,
como en las formas normativas de integración social, en los mecanismos de regulación de conflictos
(función atribuida socialmente a la moral y al derecho),

FUNDAMENTAR LO MORAL

el irracionalismo consiste precisamente en
imponer como universales intereses individuales. Dijimos desde el comienzo que el contenido de
las normas morales,

Sin embargo, es conveniente recordar que los consensos reales, los que se producen
fáctica-mente, son todos revisables.

Las éticas del diálogo invitan, pues, a la racionalidad, hacen una llamada a la razón, con
el fin de evitar aquellos irracionalismos subjetivistas que tuvieron como consecuencia el nazismo y
que hoy son la permanente tortura de Latinoamérica,

FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL DIALOGICA

Ciertamente los consensos reales, los que se han producido y se producen en nuestro mundo,
no gozan de los caracteres de la racionalidad plena, pero un progreso en la racionalización permitirá
alcanzar aquella «situación ideal de habla» (Habermas), aquella «comunidad ideal de

argumentación» (Apel) en que, con distintos matices, se excluye la desfiguración sistemática de la

comunicación, se distribuyen simétricamente las oportunidades de elegir y realizar actos de habla y

se garantiza que los roles del diálogo sean intercambiables.

En primer lugar, conviene repetir nuevamente que cuando las éticas del diálogo remiten
al consenso como fundamentador de normas no están refiriéndose al consenso fáctico.ic

La primera de ellas sería de tipo catártico: son rechazables en sus pretensiones aquellas
éticas que, por su misma concepción del hombre,