SOBRE LA LECTURA
ESTANISLAO ZULETA
(1982)
LA LECTURA
Producción
Cuando es consumo, gasto,
diversión, “recreación”, se presenta
como el disfrute de un valor de uso y el
ejercicio de un “derecho”
Consumo
Como producción, la lectura es: trabajo, deber,
empleo útil del tiempo. Actividad por medio de
la cual uno se vuelve propietario de un saber,
de una Estanislao Zuleta, Sobre la lectura 15/18
cantidad de conocimientos, o en términos más
modernos y más descarnados, de una
cantidad de información, y, en términos algo
pasados de moda, “adquiere una cultura”.
Este es el período del ahorro, de la capitalización;
aquí es necesario abrir la caja de ahorros, la
“memoria”, y sus sucursales: archivadores,
notas y ficheros.
NIETZCHE
"Por el contrario, mi obra requiere de lectores que tengan carácter de vacas, que sean capaces de rumiar, de estar tranquilos" Nietzsche dice que "existe la ilusión de haber leído, cuando todavía no se ha interpretado el texto.
“Creo que la incomprensión que tienen hacia
mí, es en el fondo alejada de la lengua que yo
hablo; todavía no pueden llegar a mis textos
ya que cuando uno no oye nada, puede tener la
ilusión de que allí no se dice nada, entonces,
hace falta un tiempo para que me oigan. En
todo caso los que me elogian están más lejos
de mí, incluso que los que me critican”.
Obra - La voluntad de dominio de Nietzsche
Nietzsche hace que se lleve acabo la
acción de interpretar, de analizar ,si no,
no se entendería nada, haciendo así
que razonemos y pensemos para disfrutar
aun mas la lectura como si de un acertijo
o juego se tratara.
- Prólogo a la genealogía
de la moral
- Zaratustra
(1er Cap. - "Del leer y el escribir"
¿Qué puede ser una
perspectiva para leer?
Sólo se debe escribir para
escritores y sólo el que
escribe realmente lee.
“Un siglo más de lectores y
el espíritu mismo olerá mal”
Nietzsche.
Siempre se lee porque uno tiene una cuestión qué resolver y aspira a que el texto diga algo sobre la cuestión; lo más importante en toda teoría de la lectura es salir de la idea de la lectura como consumo esa idea rige.
El PENSAMIENTO funciona
con 3 categorias:
Capacidad de
admiración:
Idealización,
trabajo o labor.
Capacidad
de oposición:
Critica, rebelión.
El espíritu es las tres cosas; sólo
si esas tres cosas se combinan funciona el
pensamiento filosófico; cuando cualquiera
de las tres se enuncia sola es una
determinada frustración, rebelión, o también
una filosofía que no tiene ni apoyo
en aquello a lo que busca integrarse, ni en
aquello contra lo que lucha sino que se predica
sólo como juego y que como juego sólo es
anarquismo vacío.
Capacidad
de creación:
Sin oponernos a
nada, de juego,
de inocencia.
NO HAY UN
CODIGO COMUN
Cuando uno aborda el texto, cualquiera
que sea, desde que se trate de una escritura en el sentido propio del término,
es decir, en el sentido de una creación, no de una "habladuría", no hay ningún código común previo, pues el texto produce su propio código, le asigna su valor; ese es
un punto importantísimo en la teoría de la lectura
Código quiere decir un término
al que el receptor y el emisor
asignan un mismo sentido. Sin
un término al que se le
asigne un mismo sentido no hay
mensaje y por eso, por ejemplo,
un hablante de una lengua como el
chino u otra lengua desconocida, no
constituye para nosotros
un mensaje porque no tenemos
código común.
El problema de la lectura es que
nunca hay un código común
cuando se trata de una buena escritura.
La lectura no es recepción,
es necesariamente interpretación.
Psicoanalítica, lingüística, marxista, la interpretación no es la simple aplicación de un saber, de un conjunto de conocimientos a un texto de tal manera que permita encontrar detrás de su conexión aparente, la ley interna de su producción.
¿Cómo puede el lector permitir que el texto lo afecte en su ser? y además, ¿cuál ser?.
Entonces, ¿Cómo debe
se el lector?
El lector que Nietzsche reclama no es solamente cuidadoso, “rumiante”, capaz de interpretar. Es aquel que es capaz de permitir que el texto lo afecte en su ser mismo, hable de aquello que pugna por hacerse reconocer aún a riesgo de transformarle, que teme morir y nacer en su lectura; pero que se deja encantar por el gusto de esa aventura y de ese peligro.