EL CAMBIO IMPOSIBLE

EL CAMBIO IMPOSIBLE

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Aulas Escolares

Han presentado la misma configuración aproximadamente
desde finales del siglo XIX. Imaginadas por los pedagogos de los siglos XVII y XVIII, diseñadas en sus dispositivos específicos por los pedagogos de los siglos XIX.

En el siglo xx,. la organización y funcionamiento de las aulas escolares han sufrido pocas modificaciones que conmovieran su configuración original: espacios cerrados, capaces de albergar grupos de entre 20 y 40 alumnos; una disposición "misal" de los alumnos y los maestros (todos los alumnos alineados mirando hacia el frente, donde se ubica el maestro).

Seguimiento y evaluación individual de los alumnos (registros, legajos, boletines, etc.): registro escrito del trabajo escolar (cuadernos, carpetas).

¿Por qué, en un período durante el cual hemos vivido la revolución de
muchas áreas de nuestra actividad, no hemos presenciado un cambio
comparable en la manera en que ayudamos a nuestros niños a aprender?

La configuración de las aulas escolares que ha permitido dar respuesta durante casi dos siglos al problema de la escolarización masiva de la población se ha mostrado muy estable.
Incluso es frecuente que la introducción de innovaciones en las aulas produzca modificaciones en la superficie del funcionamiento escolar, pero no logre impactar en sus aspectos más estructurales.

El «fracaso» en el impacto innovador.

A la «resistencia» de los docentes y directivos a introducir cambios en las rutinas escolares. Desde esta posición y quizá
por un exceso de confianza en el poder de la voluntad individual para estructurar las formas de organización y funcionamiento de las escuelas, se ha entendido
muchas veces que el éxito de una innovación radicará en su capacidad para convencer a los docentes de las ventajas de los cambios propuestos.

Los efectos de los dispositivos escolares suelen tener lugar más allá de la voluntad de los docentes, fundamentalmente por dos razones:

Primer lugar.

La fuerza de tales dispositivos radica en su invisibilidad.
En efecto, muchas de las formas que ha adoptado históricamente la transmisión del conocimiento en el contexto escolar son vividas como naturales por los actores que transitan estas instituciones.

Segundo lugar.

Funcionamiento escolar es el resultado del efecto simultáneo de un conjunto de dispositivos que funcionan articuladamente a la manera de engranajes (por cierto heterogéneos, por cierto no siempre aceitados) que ponen en marcha la maquinaria escolar, una maquinaria que parece neutralizar las innovaciones parciales.

Parece haber llegado el momento de aceptar el desconcierto y de dejar de nombrar lo que no comprendemos o no podemos anticipar o controlar como deterioro.

Si desde afuera el cambio en las escuelas parece imposible, si
nos parece que las escuelas son iguales a sí mismas a través del tiempo: lo cierto es que, desde dentro de las escuelas, todo está cambiando. Los gestos escolares parecen los mismos, pero el escenario y los actores son otros, Caídas,
además, en buena medida, las promesas de cambio de la pedagogía (su eficacia para estimar lo posible y lo probable y su legitimidad para determinar lo universalmente deseable).

asumir no sólo que el cambio en las escuelas es posible, sino que las escuelas ya han
cambiado. También, que los signos de cambio en las escuelas no vienen sólo de
la mano de los alumnos ni, por supuesto, sólo de la mano de aquellos alumnos

que la escuela se propone incluir cada vez en mayor número.

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