SOFÍSTICA Y DIALÉCTICA EN LA DEMOCRACIA
sofista se atribuye a una serie de maestros de sabiduría que se encargaban de la educación en diversas técnicas a los dirigentes de la Democracia ateniense.
El objetivo de sus enseñanzas era la areté política considerada como aptitud intelectual y oratoria, mediante un incremento de la formación espiritual.
La valoración de sus aportaciones ha estado generalmente connotada de forma negativa debido a la actual carencia de sus obras más relevantes y, particularmente, porque las referencias críticas que
abundan en los diálogos platónicos.
Los sofistas eran expertos en sutiles sofismas para confundir al
adversario.
Según Melero Bellido, los sofistas no eran pensadores serios, sino una suerte de charlatanes, sin ningún conocimiento serio en materia filosófica alguna y eran profundamente inmorales
Su profesión, decía Protágoras, era educar a los hombres. En este contexto, la función de los sofistas era educar a los ciudadanos para la vida pública de la polis.
Una de las características del pensamiento de los sofistas es que realizan una distinción clara entre naturaleza –physis- y convención –nómos-, siendo la cultura humana una combinación de ambos elementos.
García Gual, frente a la tradición de la poesía educadora, los sofistas acentúan el poder persuasivo del lógos , como ‘artesanos de la persuasión’(según sentencia platónica), que eran capaces de modificar la dóxa, impulsada por el arte de la palabra.
Los métodos que abundaban en la relevancia del
análisis de la coherencia argumental tenían las denominaciones de antilógica, erística y dialéctica.
La antilógica es un método de argumentación empleado por los sofistas que parte de una contradicción entre dos argumentos, tiene como paradigma la obra anónima de los Cuentos dobles.
La erística se componía de una serie de técnicas retóricas que enseñaban los sofistas que buscaban
convencer a un auditorio frente a los argumentos del adversario.
La sofistas fueron unos precursores de la Filosofía y, en algún sentido, dieron una primera versión humanista. Sin embargo pese a esta versión humanista, la imagen estereotipada que pervive de la sofística está relacionada con la habilidad argumentativa inigualable al servicio de
cualquier causa23, algo que subyace a una variante de cierto
escepticismo moral.
Los grandes sofistas no eran ciudadanos
atenienses. Gorgias era de Leontinos, en
Sicilia; Protágoras de Abdera, Pródico de Ceos; Hipias de Elide, pero todos ellos confluyeron en la
democrática Atenas de tiempos de Pericles, cuando la ciudad con su poderío marítimo se había colocado al frente de Grecia por su riqueza, su poder y su cultura.
Se presentaban a su público capaces de disertar sobre cualquier tema que se les propusiera, en un calculado alarde improvisatorio.
La brillantez y genialidad de sus habilidades y recursos de retórica, oratoria y argumentación eran públicos y notorios en la Grecia clásica. Como prueba la afirmación básica de Protágoras, en Acerca de la Verdad: “El hombre es la medida de todas las cosas (pánton chremáton métron ántrophos)
Los sofistas eran maestros en las técnicas de la retórica, la
oratoria y la erística, necesarias para vencer y convencer en el debate público del ágora, que era el fundamento de la Democracia ateniense.