La práctica del monitoreo hemodinámico es crucial en la gestión de pacientes críticos. Este procedimiento implica el uso de diversos dispositivos invasivos, como la canulación arterial y la colocación de catéteres, así como métodos no invasivos que permiten una vigilancia continua de variables fisiológicas clave, tales como la frecuencia cardíaca, la temperatura y la saturación de oxígeno.