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Hábitos
Naturales
El hábito de los principios especulativos y el de los principios morales.
La voluntad una inclinación natural del bien.
La Sociabilidad Humana
La sociedad requiere una comunidad de vida, de intereses y de objetivos.
Es algo característico de la vida humana.
El hombre vive, trabaja, descansa, fomenta la cultura y los valores del espíritu en estrecha unión con sus semejantes.
Pluralidad, unión y convivencia.
Convivencia, no cualquier tipo de relación es social.
Unión, tampoco una pluralidad de individuos independientes de una sociedad.
Pluralidad, porque un individuo no forma una sociedad consigo mismo.
Algunos proceden de la naturaleza y en parte de los actos del hombre.
Hábitos intelectuales
Estos hábitos no cumplen plenamente la razón de virtud, que ha de ser una cualidad que hace moralmente bueno al que la tiene.
La prudencia
Dirige el recto obrar, su acto principal es el imperio, por el que guía a las demás potencias según la ley moral.
Es intelectual por su sujeto, es moral por su objeto y por tener la rectitud de la voluntad como requisito esencial.
Dan la capacidad de obrar bien, pero no aseguran el recto uso de esa facultad.
Las virtudes morales perfeccionan a la voluntad y a las tendencias sensibles.
Debe mirársela como un medio. Pero con relación a la perfección y al bien, la virtud es un extremo y una cúspide.
Las Virtudes Morales
Es determinación de los fines y electiva de los medios.
Hacen recia la intención, determinando las potencias apetitivas hacia los fines de las virtudes (Santo Tomás).
Son propias de las potencias apetitivas: la voluntad, el apetito concupiscible y la tendencia irascible.
No es posible una recta elección si no va acompañada de una recta intención.
No es lícito hacer algo en sí mismo bueno en orden a un fin malo.
El acto principal es la elección recta, la decisión de hacer lo que aquí y ahora es preciso para comportarse bien.
Recta razón
La elección de lo indicado por la prudencia pertenece a la virtud moral, que es un hábito electivo.
La obra buena ha de ser querida y elegida como tal, el acto de las virtudes morales es de índole apetitiva, una elección y no un conocimiento.
Son un hábito electivo que consisten en un medio relativo a nosotros, y que está regulado por la recta razón en la forma que lo regularía el hombre verdaderamente prudente (Aristóteles).
Pueden realizar actos buenos con facilidad y prontitud.
La virtud es lo que hace bueno al que la tiene y hace buena su obra (Aristóteles), o que es una buena cualidad del alma por la que se vive rectamente y que no puede usarse para mal (San Agustín).
La perfección última del hombre consiste en las obras buenas por las que cumple el orden al fin: al ser una disposición firme para el buen obrar, las virtudes hacen al hombre bueno.
Los actos procedentes de las virtudes son más buenos, porque provienen de un hábito operativo estable los cuáles se hacen con más perfección.
Al reparar en la deficiencia de la libertad humana.
Las virtudes son necesarias para perfeccionar la libertad.
La libertad no puede perderse nunca, disminuye el pecado y se acrecienta por la virtud.
Las virtudes no son necesarias para las potencias que están determinadas a un solo acto.
La potencia nutritiva no tienen otra acción distinta de la asimilación.
Las potencias racionales, así como las sensibles tienen un amplio margen de indeterminación en su obrar, pueden tender objetos buenos y otros malos, por eso necesitan una disposición accidental que las determine a los actos buenos.
Para que se dé un acto humano bueno es necesario la rectitud de las tendencias sensibles y el uso recto de las potencias exteriores.
Apetitos sensibles
Por tener un movimiento instintivo propio, pueden rebelarse frente a las potencias superiores que necesitan ser perfeccionados por las virtudes morales.
La virtud es el hábito operativo bueno.
La salud es un hábito entitativo del cuerpo.
Son un tipo de cualidades estables, y por eso son hábitos y no meras disposiciones o cualidades transeúntes.