NACIMIENTO Y EXPANSIÓN DE LA LETRA EN LA COMUNICACIÓN GRÁFICA
El primate erguido.
La liberación de las manos
Es un proceso de comunicación con los demás —la comunicación como génesis de la comunidad, que se define por lo que sus miembros tienen en común— gracias al cual su legado se extiende hasta los hombres que deberían sucederle.
Este empeño del primate por expresarse conlleva un esfuerzo portentoso de abstracción que desemboca en la fijación material de fragmentos de sus percepciones y experiencias sobre un soporte físico duradero.
EVOLUCIÒN
PROTOGRAFISMOS
PRICTOGRAFIA
IDEOGRAMAS
LOGOGRAMAS
FONOGRAMAS
ESCRITURA ALFABÈTICA
ESCRITURA SILÀBICA
De la representación perceptiva a la representación conceptual y verbal
La representación del discurso visual del mundo, por medio de la plasmación pictográfica, pasaría al intento de representar lo conceptual - lo pensado e imaginado y más tarde, lo verbal.
Nace la expresión oral y con ella se desarrolla simultáneamente la capacidad conceptual y de abstracción mental.
El hombre quiso perpetuar en signos gráficos de ese mundo mental-verbal, y desarrolló los códigos logográmicos e ideográficos, que eran signos gráficos que representaban las palabras y las ideas respectivamente.
la palabra «hombre» era representada por un logograma vertical, la palabra «mujer» por un triángulo partido; dos flechas significaban la palabra «batalla»; un círculo designaba la noción «un año».
La economía del signo o el triunfo de la escritura alfabética
«Es pues, la economía superior en el uso de la escritura alfabética la responsable de su éxito creciente después de su introducción en los pueblos semíticos».
«el punto extremo en la reducción del número de signos de base se ha conseguido con la escritura Morse, que emplea solamente 3 signos de base (trazo, punto, blanco). Por eso el largo de los textos se multiplica y la velocidad de producción y recepción (rapidez de lectura) disminuye en las mismas proporciones».
El trazo. Emergencia de la expresión gráfica
El Horno (homo) Sapiens descubriría también cómo la incidencia de una piedra o un objeto duro sobre una superficie dejaba en ella una señal, un trazo o un relieve, a menudo pigmentado. Y cómo este trazo, avivada la sorpresa de su aparición causal por el color, adquiría una presencia especial, y que, al igual que el marcaje por presión o incisión, estos trazos podían devenir autónomos de su causalidad involuntaria, esto es, podían ser provocados y desarrollados en signos intencionales.