Principios para el uso legítimo de la fuerza.
Legalidad
Solo se puede usar la fuerza cuando esté permitido por la ley, reglamentos o protocolos oficiales.
Siempre debe haber un objetivo legítimo.
El uso de la fuerza debe estar alineado con los derechos humanos internacionales.
Absoluta Necesidad
Solo se debe de la usar fuerza cuando no hay otra opción para proteger la vida o integridad.
Se debe evitar que el conflicto o amenaza se agrave.
El uso de la fuerza debe terminar cuando ya no sea necesario.
Se debe tener en cuenta que el uso de la fuerza es excepcional, y las instituciones deben preparar a su personal para actuar solo si es estrictamente necesario.
Proporcionalidad
Se busca un equilibrio entre la fuerza utilizada y el daño o amenaza que presenta la persona.
La fuerza no debe ser excesiva en relación al delito o peligro.
Se evalúa caso por caso, considerando:
La gravedad de la amenaza
La actitud o forma de actuar de la persona intervenida
El entorno o contexto
Los medios disponibles por el servidor público
Precaución
Toda acción debe planificarse para evitar daños o al menos reducirlos al mínimo.
Si es posible, se debe ralentizar el contacto para evitar violencia, siempre que no se ponga en riesgo a nadie.
Se debe tener cuidado especial con niños, adolescentes y grupos vulnerables.
Humanidad
Este principio complementa la necesidad y la limita.
Se prohíbe cualquier acto de violencia innecesario o desproporcionado.
Solo se puede usar fuerza letal contra personas que representen una amenaza real e inminente de muerte o daño grave.
No Discriminación
Está prohibido usar la fuerza con discriminación por razones personales o sociales, como:
Edad
Sexo
Identidad de Género
Identidad Cultural
Religión
Estado Civil
Salud
Discapacidad
Rendición de Cuentas
Todo servidor público que haga uso de la fuerza debe estar bajo control y rendir cuentas.
También aplica a toda la cadena de mando, desde quienes dan las órdenes hasta quienes las ejecutan.