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によって Michelle Fernandez Merino 4年前.

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¿Kant o Nietzsche? ¡Dewey! El idealismo naturalista y democrático del arte como experiencia.

La obra de John Dewey se centra en el concepto del arte como experiencia, donde la magia racional y la revelación estética se manifiestan mediante la interacción entre el creador, el perceptor y el objeto de arte.

¿Kant o Nietzsche? ¡Dewey!
El idealismo naturalista y democrático del arte como experiencia.

¿Kant o Nietzsche? ¡Dewey! El idealismo naturalista y democrático del arte como experiencia.

La tradición como lujo inerte:

Dewey aclaró con una prosa sencilla y de manera inmejorable cómo tiene lugar la magia racional de la revelación estética en los términos de “cómo se tiene una experiencia": la fusión experiencial y el intercambio entre el creador-perceptor y el objeto de arte convertido así en un médium
J. Dewey, se decía entonces, negaba la trascendencia y presuponía una identidad excesiva del sujeto, anterior a la nueva descentralización a la que ahora, de manera justificada, se sometía; señalando, críticamente, sus dependencias, pero halagando, a su vez, sin mesura su narcisismo esteticista.

El sentido de la trascendencia reintroducido por el post-modernismo en contra de la crítica general de la modernidad (desde Kant, digamos) no es desde luego una vuelta a las religiones de la salvación bajo la forma de una experiencia subjetiva individual. Se reintroduce en realidad el escenario de lo sagrado, el ritual, incluso el fondo animista propio de una antropología cultural, o “intercultural”; y se vuelve al mismo tiempo al lenguaje romántico de lo inefable, de la ilusión, del sueño, funciones todas ellas previamente conocidas del arte.

Dewey al poner el acento en la congruencia ideal entre la forma y el contenido asoció la actividad artística a la acción moral, también sujeta a valores o fines intrínsecos, es decir, fines o valores dictados desde dentro y no desde fuera de su desarrollo.

Dewey configuró un campo conceptual sobre lo que pudiéramos llamar un "darwinismo hegeliano" comienza a razonar de acuerdo con la lógica o el proceso natural de la experiencia que conduce a la obra de arte.

La experiencia como el resultado y transformación de una interacción causal: de las recíprocas modificaciones del organismo inteligente y de su medio, es decir, del yo orgánico con los acontecimientos y objetos que le rodean.

La experiencia sólo se halla condicionada como todo lo real; y, pese a su decisivo anclaje social es un valor más fundamental que la democracia: la democracia misma que no es, además, sólo orden social, sino una forma de vida que permite y ayuda a la consecución de la mejor cualidad de la experiencia humana.

A través de ello estudió la experiencia como el resultado y transformación de una interacción causal: de las recíprocas modificaciones del organismo inteligente y de su medio, es decir, del yo orgánico con los acontecimientos y objetos que le rodean.

Reconoció de manera explícita que el "material" de la experiencia artística (como una parte integrante de la cultura) es siempre social, en contra de las exageraciones modernas del ego, las primeras enemigas domésticas de una genuina y sostenible creatividad individual.
Kantismo y Nietzscheanismo, a su concepción específica del discernimiento o juicio estético, diferenciado de los principios de la Razón y del Entendimiento, e históricamente emancipado de la trascendencia de la Religión.
Nietzsche fue, como filósofo, un artista, un escritor con estilo, y partió ciertamente de la actividad artística como modelo de una comprensión general del mundo y como fuente de su crítica psicológica de la cultura y de los valores

La filosofía acontece para Nietzsche dentro de la vida humana, pero la vida humana, a su vez, se seguiría viviendo en tensión discrepante con el arte, y el arte “mítico”, a su vez, en tensión con la conciencia histórica y la vida cotidiana.

Por primera vez, destacó que la posible vinculación o participación activa del público receptor con y en el proceso de la representación: el espectador puede llegar a ser al mismo tiempo autor y actor, si quiere dejar de ser un mero espectador narrativo y emocionalmente pasivo; y escapar, así, a la mera comprensión histórica de la realidad; realidad, penetrando finalmente como “pueblo” en la esfera mítica de la realidad.

En su oposición al dualismo antropológico, contaba además (frente a Kant) con la ventaja de una noción, digamos, lingüística, metafórica o interpretativa de la realidad. El entero sentido de la existencia no puede ser decidido (heroicamente) por una disposición vital estética que deja inalterable la esencia de las cosas y el curso del mundo.

El instinto y la verdad humana y personal de la abstracción y del sistema que los habían secuestrado. Nietzsche afirma (contra Kant, entre otros) la verdad de los sentidos del cuerpo y de las apariencias sensibles del mundo y de su "sangre empírica": más allá de lo verdadero y lo falso, más allá del bien y del mal.

En la filosofía de Kant con una voluntad moral sobre las cualidades sensibles; y que bajo la noción capital de sentimiento puro los deseos se humillan y se desconsidera la contribución de los materiales externos al proceso natural de la creación.
Un mundo de relaciones naturales donde acontece y emerge la actividad artística como una relación única entre el sujeto y el mundo; una relación o actividad, sin embargo, continua con otras actividades culturales e inserta siempre en la lógica de las cosas; una relación inseparable en fin de nuestra vida interior.
El idealismo post-kantiano implicaba un procedimiento simbólico objetivo fuera ya del alcance originario del "sujeto trascendental” y de su capacidad representativa.
Las nociones de ‘placer desinteresado’ o ‘finalidad sin fin (voluntario)’ son hallazgos históricos insuperables, pues apuntan directamente a cuestiones de fondo: a la peculiar síntesis en el arte de lo racional y de lo sensible, y a la relación, o reinserción final, de la belleza creada en la belleza natural.

El surgimiento natural del arte:

El arte puede ciertamente entrar también en conflicto (de métodos e intereses) con la ciencia, la técnica o la moral, generando problemas de conciliación o de preferencia a la conciencia reflexiva del individuo o de la sociedad, que tienen que atender selectivamente a un modo de la experiencia o a otro, a una o a otra dimensión de la realidad.
A partir de los datos primarios referidos siempre a los órganos del cuerpo (las cualidades perceptibles y sus relaciones), el sujeto pudiera optar por otras formas de la abstracción y de la representación diferentes de la estética: cortar, por, así decirlo con los hilos de los sentimientos emocionales y, atendiendo a otras cualidades del objeto, desarrollar una actividad intelectual y/o ejercer un control tecnológico de la realidad apoyándose en los mecanismos detectados.
Por el contrario, cuando el entorno logra causar en nosotros impresiones temporales perceptibles y coherentes (sonoras, visibles, táctiles, etc.) se nos presenta su rostro sensible de manera transparente o "comprensible", es decir, como una cualidad significativa.
Un entorno desvinculado de nuestros sentidos llegaría apenas a ser un espectro que se desvanece, vacío y a la deriva; si la criatura viviente rompe sus vínculos con las circunstancias, pierde a la larga su integridad orgánica, y los sentimientos, las emociones, el pensamiento y los propósitos se dispersan sin coherencia ni dirección.
La obra de arte y por la obra de arte
La "autonomía" característica del arte no significa, aislamiento o autosuficiencia: la experiencia artística-estética es necesariamente contigua a otras experiencias, a otras actividades, a otros valores
Cuando hacemos arte y cuando hacemos algo con arte o sentido estético, no hacemos sólo esto o aquello sino que nos hacemos a nosotros mismos, vivimos con una intensidad y un sentido especial que se objetiva ante nuestros ojos.
En el proceso de la creación artística y en la apreciación estética no subordinamos nuestra acción en el presente a ningún resultado remoto, sino que integramos los medios y los fines en una acción de utilidad y sentido irreductibles.
una experiencia lograda y final, que no se subordina a ninguna otra utilidad, finalidad o valor, sino que se abre más bien y busca de manera espontánea o dinámica otros valores.
La experiencia en el arte es un bien en sí, una experiencia de por sí plena de sentido; una experiencia que se justifica por sí misma, que tiene un valor intrínseco, aunque no absoluto ni cerrado sobre sí mismo.
La experiencia o creación artística, y la apreciación o experiencia estética, pueden resultar placenteras, agotadoras, gozosas o iluminadoras; y las obras de arte, a su vez, pueden reportar fama, o dinero o salud. Pero, de manera singular, la experiencia artística-estética, contribuye ante todo al crecimiento interior o personal del sujeto y a la conformación de su identidad social.
El arte es uno de los productos de la transacción experimental, amplia y diversa, que mantienen los organismos inteligentes con su entorno, y por tanto, una pieza central de la cultura humana
la cualidad estética impregna de sentido a las cosas y a los acontecimientos que experimentamos, pues sólo en el modo de la experiencia estético se origina una cooperación inmediata y en cierto grado consciente entre nuestro organismo y el entorno (físico o humano); la cualidad estética penetra nuestra actividad como un sentido iluminador e irrefrenable.

Aparece una obra:

Las Filosofías del Arte
Estas filosofías tendrían que ocuparse de oficio de aquellas prácticas y de su interna configuración y no sólo, por ejemplo, de cómo enjuiciarlas o criticarlas, como si constituyesen algo aislado y aparte.
El arte que arranca de la base sensitiva de la realidad experimentada incluye finalmente los fines de la acción humana; y las cualidades estéticas pueden estar presentes en todas las actividades humanas significativas.
Es ahí donde comenzaba el reflujo de la influencia de Dewey, debido a la críticas, a las circunstancias históricas y a la distorsión interpretativa de de su legado.
La obra se asoció externamente con la “escuela expresionista” sin advertir su importancia filosófica.
Las obras de arte como objetos, como productos en sí mismos considerados, son meras cosas carentes de una significación específica y a la espera de lo que queramos hacer con ellas.
No haber integrado correctamente la obra de Dewey en la Historia de la Filosofía, y en particular en la Historia de la Estética, supone la pérdida de una referencia filosófica imprescindible e induce a pensar que tal vez se pueda sostener una concepción del Arte puesta al día al margen de la Filosofía contemporánea.
Donde: todos los materiales, pueden llegar a tener significado artístico; el espectador forma parte del "material" total del artista y es la condición última de la constitución de la obra del arte
Identificadas como "obras de arte" porque vemos en ellas el origen y el resultado de una experiencia artística