La sociología interpretativa:
globalización y vida cotidiana
En la era contemporánea, las transformaciones profundas en instituciones tradicionales como la familia, el trabajo, y la democracia están moldeando nuevas formas de subjetividad y políticas de vida.
La sociología interpretativa:
globalización y vida cotidiana
Desde una perspectiva hermenéutica y
crítica, se analizan los procesos psicosociales más relevantes relacionados con la configuración de nuevos proyectos de subjetividad y políticas de vida. En el ámbito de los estudios sobre la acción colectiva, se analiza la emergencia de los nuevos movimientos globales y su contribución al surgimiento de nuevas formas de agencia y poder social en las democracias actuales como respuesta y expresión de los nuevos malestares culturales.
Hacia un nuevo ejercicio de la ciudadanía
.
Otra globalización es posible demanda el movimiento por otra globalización” o también llamado altermundista en este nuevo ciclo de protestas
(Pont Vidal, 2004; Fernández Buey, 2004). Otra sociedad es posible y está emergiendo también: la de lazos y articulación de la sociedad de los Estados nacionales y la de las múltiples organizaciones nacionales y transnacionales, como refiere Beck una sociedad mundial con horizonte mundial de actores, grupos e individuos que tejen y destejen un vasto entramado de relaciones sociales a lo largo y ancho del planeta, lo que daría paso a concebir una sociedad de ciudadanos en red, que ya está aquí gracias a las nuevas tecnologías. Una
sociedad de redes globales que anuncia la emergencia de otro tipo de ejercicio de la ciudadanía, prefigurada por la aparición de los nuevos movimientos globales, como nuevos actores colectivos con poder e influencia social.
La discusión desde la psicología social consistiría entonces en saber cómo la ruptura con las viejas estructuras y tradiciones afecta la vida cotidiana de la gente y sus identidades. Giddens (1995) refiere que el individuo que va apareciendo en esta modernidad está entre el poder de la tradición, los hábitos y las costumbres, por un lado, y la oportunidad de elaborar varios estilos de vida y escoger una específica vía en la que moldear su proyecto de vida, por el otro.
Subjetividad, políticas de vida y nuevos malestares culturales.
Este período histórico se caracteriza, como consecuencia de los cambios acaecidos y las dinámicas de vida desatadas, por ser ambivalente, caótico, inestable, tremendamente cambiante. Bauman (1999, 2001) señala que la velocidad de estos cambios, el culto a la individualidad, la emergencia de la sociedad del riesgo, los cuestionamientos a las verdades
en las que nos apoyábamos, los procesos de destradicionalización e innovación constante, están rompiendo y haciendo tambalear las certezas que sostenían las razones de nuestras vidas, socavando la estabilidad desde la que partíamos.
Al hablar de vida cotidiana nos referimos a esa realidad suprema (Berger y Luckman, 1968), a la vida del hombre entero, al tejido
obvio y normal de la comprensión del mundo y de los otros en el que se suceden las prácticas cotidianas (Wolf, 1979); a las condiciones de vida materiales, subjetivas e intersubjetivas construidas en el diario vivir; es decir, aquello que implica el conocimiento de los escenarios del sentido común como fuente primaria del conocimiento social.
Estamos atravesando un período marcado por
grandes transformaciones en las instituciones modernas tradicionales (trabajo, familia, pareja, género, iglesias, democracia, Estado, sociedad civil,
partidos políticos, etc.) que están repercutiendo en las condiciones de vida de la gente, en su manera de vivir y pensar su futuro. Cambios y transformaciones que han tenido un gran impacto en la vida cotidiana.
La discusión desde la psicología social consistiría entonces en saber
cómo la ruptura con las viejas estructuras y tradiciones afecta la vida cotidiana de la gente y sus identidades. Giddens (1995) refiere que el individuo que va apareciendo en esta modernidad está entre el poder de la tradición, los hábitos y las costumbres, por un lado, y la oportunidad de elaborar varios estilos de vida y escoger una específica vía en la que moldear su proyecto de vida, por el otro.
El surgimiento de los nuevos movimientos globales, a los que habría que dedicarle todo un capítulo aparte, asoma a nuestro entender, las nuevas
luces de la contracultura que emerge ante los nuevos malestares culturales sembrados por esta modernidad reciente. Tales movimientos nos hablan de la emergencia de un nuevo tipo de sociedad, que está rompiendo los viejos paradigmas e interconectándonos con un nuevo sentido de lo colectivo, con dimensiones planetarias cuyo poder anuncia nuevas formas de resistencia, acción y transformación de lo que entendemos por “lo político”, la política y el poder social en las democracias actuales.
Reconstrucción del poder social: políticas de
resistencia y acción colectiva ante los nuevos
malestares culturales:
¿Qué nos trae la sociedad de individuos? Siguiendo los planteamientos de Bauman, se puede decir que los procesos de individualización tienden a propiciar un deterioro práctico del sentido de lo colectivo. Este autor insiste en que la otra cara de la individualización es la corrosión y la lenta desintegración de la ciudadanía: El individuo es el peor enemigo del ciudadano nos refiere recordándonos a Tocqueville.
El individuo, al fracasar en su intento de entrar en la rueda de la competencia, de ser alguien con valor en este mundo, termina concluyendo que sus fracasos, sus crisis personales son causadas por su incompetencia, por sus recursos personales insuficientes o inadecuados, en vez de atribuírselos
a los fallos del sistema y sus crisis.
La lógica de la ganancia y la dinámica de la acumulación estimulada por la llamada “libre competencia”, que caracterizan a la ideología que sustenta las fuerzas del globalismo descrito por Beck; la incertidumbre y la ambivalencia generados por un mundo impredecible y en constante cambio favorece feroces procesos de individualismo pragmático, que obligan a la persona a hacer de sí misma el centro de sus propios planes de vida. Para realizarse y “ser alguien” en este mundo no algo sino alguien, habría que competir ferozmente para poder entrar en la ruleta rusa de tener un puesto en el sistema del capital y la competencia.
La libertad sin precedentes va acompañada de una impotencia y de unas situaciones riesgosas también sin precedentes, para lo que al parecer
no estábamos preparados. La vida contemporánea lleva consigo una alta carga de incertidumbre, rasgo predominante en esta modernidad tardía. El mundo, para Bauman, se percibe esencialmente incierto, incontrolable.
Tiene como objetivo relacionar las transformaciones acaecidas en la modernidad reciente y su repercusión en la
cultura cotidiana en los contextos de la globalización, partiendo de los aportes de la sociología interpretativa a través de la obra de Giddens, Beck y Bauman.
El malestar cultural está revelando que estamos ante dos significativos procesos psicosociales con enormes repercusiones políticas: Por un
lado, los procesos de individualización de la sociedad, que van debilitando, como lo acabamos de describir, el sentido de lo colectivo, el sentido del otro y del bienestar colectivo; los cuales, junto con la nueva polarización social están configurando un nuevo orden mundial que se sustenta en nuevas y más profunda asimetrías, en la agudización de las desigualdades y en nuevas formas de dominación, explotación y exclusión.
Para Bauman lo público y lo colectivo están siendo invadidos y desalojados por los intereses de lo privado: el espacio público está cada vez más
vacío de cuestiones públicas; ahora se haya preponderantemente colonizado por las cuestiones privadas. Esto lo vemos claramente en los medios de
comunicación social.
Las otras dimensiones de la globalización, las ecológicas, culturales, políticas y sociales se marginan o se obvian, considerándolas de poca relevancia y/o subordinándolas a la llamada globalización económica. Aquí estaría entonces el núcleo ideológico del globalismo: además de eliminar la distinción fundamental de la primera modernidad (entre política y economía), la sociedad mundial se reduce y falsea en términos de sociedad mundial de mercado causando una impresión de inevitabilidad y necesidad de la imposición del sistema del mercado mundial como sistema regulador de las actividades humanas, con ello pretende que el Estado, la sociedad, la cultura y la política exterior, etc.
Modernidad, globalización y vida cotidiana.
También se le ha calificado como sociedad postradicional, sociedad postindustrial (Johansson, 2000); hipermodernidad (Balandier, 1994 citado por Bauman 2001a); sociedad informacional, la sociedad del conocimiento o la era de la información y de las revoluciones tecnológicas.
Empecemos con una breve descripción del período histórico en el que estamos viviendo: La modernidad. Algunos lo llaman modernidad tardía o reciente, segunda modernidad o tiempo social tardo moderno (Giddens, 1993, 1995, 2001; Beck, 2002b); modernidad reflexiva (Giddens, 1993, 1995, 2001; Beck, 1996; Beck, Giddens y Lash, 1997); sociedad global del riesgo; contramodernidad (Beck, 2002a, 2002b), posmodernidad (Bauman, 1996, 2001a, 2001b).