によって Shirley Elizabeth Hernández Talla 6年前.
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Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, nombre aprobado por Su Eminencia el Señor Cardenal Juan Gualberto Guevara el 2 de diciembre de 1948.
Anteriormente había tenido varias denominaciones debido a las uniones o fusiones que se dieron en sus inicios, los nombres con los que aparecerán antes de 1948 son: como “Hermanas Terciarias Franciscanas de la Inmaculada
Concepción”, “Hermanas de las Recogidas” (por el local que ocupaban, el cual era un antiguo beaterio), “Hermanas de Caridad Franciscanas de la Inmaculada Concepción”, “Hermanas Misioneras Franciscanas de la Inmaculada Concepción de María”.
Lima – Perú, 6 de diciembre de 1883 (en el local del Estado Calle de San Idelfonso – actual “Bellas Artes”).
La Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción nace por inspiración divina para la educación y obras de caridad; respondiendo a la necesidad que vivía el Perú, después de la guerra con Chile.
Fray Alfonso María de la Cruz propone: fundar una congregación que se dedique a la educación de las niñas pobres.
La señorita Carmen era ya una Profesora de Tercer Grado de Instrucción Primaria, otorgado por “Buenaventura Elguera” Presidente del Consejo Departamental de Lima el 6 de septiembre de 1877, en el Palacio de la Exposición; por tanto la joven, reunía las condiciones para llevar a cabo el proyecto concebido por Fray Alfonso.
Amar a la naturaleza como hogar de la humanidad (Gn.1, 1ss) considerando a todos los seres procedentes de un mismo origen, llamados a vivir en armonía, fraternidad y comunión universal. San Francisco de Asís, patrono de la ecología nos enseña a buscar el diálogo fraterno con las criaturas, viendo en ellas la manifestación de la bondad y sabiduría de Dios. En su himno de alabanza y gratitud al Padre, llama a todo lo creado “Hermanos y hermanas” (EEFF; Cánt.), actualizando así la Génesis de la creación buscando la armonía entre Dios, el hombre y el cosmos, quebrada por el pecado y restaurada por Cristo.
* Ama, enseña y valora la naturaleza como un don de Dios * Reconoce la creación como manifestación del amor de Dios. * Busca el diálogo fraterno con todo lo creado. * Vive en armonía con Dios, consigo misma, con los demás y con la naturaleza.
Priorizar el valor de la dignidad del hombre como un ser importante y valioso por sobre todo lo material, creado a imagen y semejanza de Dios (Gn.1, 26).
Dando una educación que integra el cuerpo y el espíritu, la ciencia y la fe, la cultura y la vida, la acción y la contemplación, la teoría y la experiencia, el saber y el enseñar, para que cada persona se realice plenamente en sus tres áreas fundamentales: Desarrollo de los conocimientos, desarrollo humano y espiritual, propiciando la actitud creativa y crítica, la autodeterminación, la ética y la moral y a ejemplos de nuestros Fundadores, encaminemos al hombre a alcanzar la madurez cristiana llegando a ser adultos en Cristo, capaces de construir una sociedad justa y fraterna de acuerdo a las exigencias del mundo actual.
* Vive las virtudes cardinales: Justicia, templanza, prudencia y fortaleza * Se valora como imagen y semejanza de Dios * Perdona con generosidad sus errores y los de los otros. * Trabaja para alcanzar una sólida madurez humana y profesional. * Acoge a todos, sin diferencias especialmente a los más necesitados. * Vive los valores humanos: puntualidad, responsabilidad, veracidad, orden.
Restaurar el culto divino y cooperar en la obra de regeneración de la sociedad peruana, con la sólida instrucción y esmerada educación atendiendo a las clases pobres y más indigentes. “Porque comenzando la regeneración por los niños podrá reformarse la sociedad doméstica y ésta proporcionará los elementos constitutivos, sanos y provechosos que formen más tarde la sociedad pública”
(Car. MCCM, 22Oct. 1883). Siendo fieles a este propósito nos consagremos a la educación y formación en la fe conduciendo las almas a Dios para que sean útiles a nuestra Patria.
* Conoce la vida, obra y fama de santidad de los Fundadores. * Educa en la Fe. * Está adornada de amor a Dios y exquisita caridad. * Trabaja con empeño y abnegación * Practica la observancia regular a ejemplo de nuestros Fundadores. * Restaura el Culto Divino. * Coopera en la regeneración y salvación de la sociedad humana. * Es fiel a la tradición congregacional FIC
Tener como Fundamento la vivencia del Santo Evangelio en el seguimiento de Cristo, a la manera de San Francisco, quien de Él hizo el centro de su vida. (Const. 1), vivenciando las actitudes propias de la espiritualidad franciscana: siendo orantes, sencillas, obedientes, alegres, aceptando gozosamente la cruz, fomentando la unidad congregacional, el amor fraterno, la minoridad en el servicio, la vivencia del espíritu de las bienaventuranzas (Conf. Const. Nro. 3ª), promoviendo la paz y el sentido eclesial que reflejan la verdadera pobreza de espíritu, donde “…la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad” (1Cel. 85). Asumiendo con fidelidad la tarea de construir el reino en la historia y en el mundo, sembrando la paz, la benignidad y la concordia (Conf. Const. 60,b).
* Vive con radicalidad el Santo Evangelio. * Es sencilla, orante – contemplativa, menor, pobre, fraterna, alegre, mortificada, amorosa y servicial. * Confía en la divina Providencia * Es portadora de Paz y Bien * Propicia un ambiente de familia en la fraternidad y en las obras apostólicas. * Recibe con humildad la corrección fraterna. * Acepta con gozo la cruz.
Como miembros de una Congregación que es porción del Pueblo de Dios, dedicada a las obras de educación y caridad cristiana insertas en la Iglesia local, debemos fidelidad al Papa y a su Magisterio (Confr. Const. 5), cuya misión fundamental es el anuncio del evangelio a todos los hombres (Mt. 28,19). Fieles a esta misión, inherente al carisma franciscano, llevemos la Buena Nueva mediante el testimonio de fraternidad, en minoridad y servicio, dentro de nuestras obras (Const. 60,a), trabajando con ardiente anhelo por la santificación personal y la salvación de las almas (Const. 6).
* Conoce y transmite la doctrina y el Magisterio de la Iglesia * Es fiel y obediente a las autoridades eclesiales * Practica las obras de misericordia corporales y espirituales * Evangeliza a través de la espiritualidad FIC
Amar y venerar a María Inmaculada como Madre, modelo y guía de seguimiento a Cristo en su respuesta al Plan de Salvación, imitando sus virtudes y haciendo vida la exhortación de San Francisco de Asís: “Pongan los ojos ante todo en el ejemplo de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, siguiendo el mandato de San Francisco, que profesó una grandísima veneración a Santa María, Señora y Reina, Virgen hecha Iglesia. Y recuerden que la Inmaculada Virgen María, cuyo ejemplo han de seguir, se llamó a sí misma esclava del Señor” (R y V 17). Porque la Congregación nace como fruto de una promesa que le hiciera nuestro Padre Fundador a la Inmaculada Concepción, que si recuperaba la salud fundaría una Congregación dedicada a su culto, a la educación y formación de niñas pobres. (Conf.) y para que viviendo nuestro ideal fundacional: “Si somos hijas de María Inmaculada debemos ser santas…” (Madre Fundadora) y “Que yo sea defendido por ti, oh Virgen”… (Escudo Episcopal, Padre Fundador), expresemos una ferviente devoción dándola a conocer.
*Ama, venera a la Inmaculada Concepción como Madre, modelo y guía de su vida consagrada * Conoce y practica las virtudes marianas * Fomenta la devoción Mariana a ejemplo de Nuestros Fundadores.
Seguir a Cristo Virgen, pobre y obediente en la contemplación de sus misterios, en el estudio y profundización de las Sagradas Escrituras, en la liturgia, especialmente en la Eucaristía; en la Iglesia, en la fraternidad religiosa y universal y en la naturaleza, encarnándolo en la historia para la gloria de Dios y la santificación de sus miembros (Conf. Const. 6), formando hacia un proyecto de hombre en el que viva Jesucristo; reconociéndolo, como centro y eje del universo, modelo y guía del hombre, solidario con los sufrimientos y las esperanzas de la humanidad. Teniendo siempre presente el ideal de nuestros Fundadores: “Ya que os habéis consagrado por completo al Señor, ya que sois enteramente suyos, no habréis de pensar más que en amarle, en complacerle, en promover, por todos los medios posibles, su mayor honra y gloria” ( 1c. Past. Mons. Alfonso). “Ansío persevere hasta la muerte abrazada de la cruz coronada de espinas y herida de amor por el dulce Jesús”. (C. Her. Madre Clara).
* Tiene a Cristo como centro de su vida * Es asidua a la oración, vida litúrgica y sacramental. * Hace de la Eucaristía el alimento de su vida espiritual * Practica la devoción al Santísimo Sacramento * Vive con alegría los Consejos Evangélicos: Castidad, Pobreza y Obediencia * Vive las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad
Fray Alfonso María de la Cruz Sardinas y Zavala, Fundador de la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción y Obispo de la Diócesis de Huánuco, vio la luz del mundo el día 30 de mayo de 1842,en el jirón 28 de julio Nº 700 en Huánuco, ciudad conocida con el nombre de “Ciudad de los Caballeros de León”.
Sus padres fueron Don Manuel Sardinas de nacionalidad española y Doña Manuela Zavala ,Huanuqueña, juntó así por igual nuestro futuro Obispo Sardinas, en su persona, la sangre española y la huanuqueña, hermanando en sus venas la riqueza espiritual proveniente de ambos pueblos, fusionados en la misma fe que nos unen para llamar a Dios Padre Nuestro.
1º de Junio de 1842, a los dos días de nacido fue bautizado y ungido con óleo y mirra en la Iglesia“El Sagrario La Merced” de la ciudad de Huánuco, por el Padre Patricio Trujillo, siendo su Padrino el Presbítero Doctor Antonio Telechea y los testigos Don Juan Abarca y Don Silvestre Estela. Recibió en la Pila Bautismal el nombre de Fernando,cambiado más tarde por el de Alfonso al ingresar de religioso al Convento de Ocopa.
Perdió a sus padres a tierna edad, quedó bajo la tutela de Don Isidro Soler quien le inculcó una sólida piedad y una tierna devoción a la Santísima Virgen. A pesar de los cuidados de sus parientes, hubo de experimentar los efectos inevitables de la orfandad., entonces pudo sentir y comprender de lleno, que para el corazón todo es nada, si no se posee a Dios.
Ya adolescente de 15 años, su figura era esbelta, alto de 1.71 m., raza blanca, cara un tanto larga y bien proporcionada, frente amplia, ojos grandes y azules, cabellos rubios, dientes blancos, completos, y bien alineados, de finos modales, de fácil y elocuente palabra; y como todo joven lleno de ilusiones e ideales y atento a la Voluntad de Dios, como persona cristiana.
(Giovanni di Pietro Bernardone; Asís, actual Italia, 1182 - id., 1226) Religioso y místico italiano, fundador de la orden franciscana. Casi sin proponérselo lideró San Francisco un movimiento de renovación cristiana que, centrado en el amor a Dios, la pobreza y la alegre fraternidad, tuvo un inmenso eco entre las clases populares e hizo de él una veneradísima personalidad en la Edad Media. La sencillez y humildad del pobrecito de Asís, sin embargo, acabó trascendiendo su época para erigirse en un modelo atemporal, y su figura es valorada, más allá incluso de las propias creencias, como una de las más altas manifestaciones de la espiritualidad cristiana.
Nació en Lima el 14 de julio de 1860. Tenía deseos de ser religiosa, pero por diversos motivos no logró ingresar al Convento de las Clarisas de Lima. Conoció a Fray Alfonso a través de su confesor, Fray Miguel Ferriol, OFM. Y fundó con Fray Alfonso el Colegio de la Inmaculada Concepción y la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción; a quienes sustentó con su presencia maternal y amorosa desde 1889 – año en que fue nombrado Obispo de Huánuco Fray Alfonso – hasta el 25 de febrero de 1924; día en que entregó definitivamente su vida a Dios.