Saber reflexionar sobre la propia práctica:
¿Por qué formar a los enseñantes para reflexionar sobre su práctica?
Se espera de una práctica reflexiva que:
Acreditar una evolución hacia la profesionalización
La profesionalización no será una evolución si los estudiantes rechazan la autonomía y las responsabilidades que van ligadas.
ya que, existe una gran seguridad para lograrlo
La práctica reflexiva es una condición necesaria
criterio suficiente para afrontar el riesgo con más satisfacción
Proporcione los medios para trabajar sobre uno mismo.
Problema- persona que lo genera
El enseñante no acepta que ha sido la fuente del problema y el agente para solucionarlo.
La reflexión en estas cuestiones se inscribe en un diálogo con el supervisor
Pocos enseñantes tienen esta oportunidad- trabajar sobre si mismos en soledad
preparar al enseñante en su propio supervisor y en un interlocutor a la vez tolerante y exigente.
Ayudar a sobrevivir en un oficio imposible
La política, terapia y enseñaza, tres oficios imposibles (Freud)
El fracaso es un resultado que no se podrá excluir, estará presente
Practica reflexiva- reconocer que se pudo haberlo hecho mejor y comprender
Enseñante- comprender que no es una maquina infalible.
Condiciones inherentes al ser humano
Favorezca la cooperación con los compañeros
En la cooperación, hay transparencia y secreto, se comparte y se compite
La capacidad de reflexión de cada uno es un ingrediente del análisis colectivo
Aumente la capacidad de innovación
Innovar, significa transformar la propia práctica
La innovaciónse origina en la práctica reflexiva, motor de la concienciación y de la formación de proyectos alternativos
Desarollar una práctica reflexiva, labor que tienen que llevar a cabo los inspectores, los
Directivos de los centros, los responsables de la formación continua, de los sindicatos y de la institución educativa al completo.
se convierta en la referencia de los innovadores
Estimular estas situaciones
ofreciendo lugares y recursos tales como seminarios de análisis de prácticas, grupos de intercambio sobre los problemas profesionales, seguimiento de proyectos, supervisión y ayuda metodológica.
La postura reflexiva: ¿cuestión de saber
o de habitusT
Pensar principalmente como transmitir esos saberes.
Saberes de acción: designamos así a los saberes descriptivos o procedimentales que forman parte de la cultura profesional o constituyen saberes de experiencia
Solamente un formador reflexivo puede formar a enseñantes reflexivos, no solamente porque encarna globalmente lo que preconiza sino porque aplica la reflexión de forma espontánea.
La formación de un practicante reflexivo, en primer lugar, es necesario profundizar en los retos de una formación basada en el triángulo saberes-competencias-hábitos.
La vocación del docente primero consiste en enriquecer el saber y luego transmitirlo.
Una transposición didáctica compleja
Chevallard, 1991 designa la serie de transformaciones que sufren los contenidos culturales en sus procesos de escolarización, desde la escritura de los programas hasta las elecciones del enseñante solo en su clase.
Los saberes se transforman, no por mala fe o desconocimiento, sino porque es indispensable para transmitirlos y evaluarlos.
En la formación del profesorado, nos encontramos enfrentados a un problema mucho más difícil como la serie de saberes en juego.
Durante la formación inicial, es importante proporcionar saberes profesionales, extendiendo los saberes teóricos surgidos de las ciencias de la educación.
El estudiante sólo se apropia de los saberes a través de una actividad, suscitada por condiciones y situaciones de aprendizaje.
La formación ya no es transmisión de contenidos, sino construcción de experiencias, mediante la creación de situaciones de aprendizaje.
Postura reflexiva y formación de los hábitos
La postura reflexiva, aunque movilice los saberes teóricos y metodológicos, no se limita a ello. No es algo que se enseñe.
Desarrollar una postura reflexiva significa formar el hábito, fomentar la instauración de esquemas reflexivos.
Para Bourdieu (1972,1980), el hábito es nuestro sistema de estructuras de pensamiento, de percepción, de evaluación y de acción, la de nuestras prácticas.
Es importante formar el hábito, mediación esencial entre los saberes y las situaciones que exigen una acción.
También es importante formar el hábito por otro motivo: una parte de la acción pedagógica se hace con urgencia de forma intuitiva, sin recurrir realmente a los saberes.
El hábito interviene, no solamente en los momentos de gran emoción, sino también para guiar nuestra conducta ante los pequeños sucesos.
El hábito formado «sobre la marcha» es más bien regresivo y defensivo.
Es lo contrario del hábito del practicante reflexivo: aprenden a sobrevivir imitando los modelos pedagógicos a los que estuvieron sometidos cuando eran alumnos.
Para formar un hábito de practicante, es preciso que lo deseemos abiertamente.
Saber analizar y relación reflexiva con la acción
Saber hacer es una disposición interiorizada, construida, a menudo, laboriosamente, que proporciona el control práctico de la acción.
El saber analizar es un «saber hacer», se trata de operaciones mentales complejas más que de movimientos.
El saber analizar se basa en saberes teóricos, puesto que el análisis conduce a lo real y, por tanto, moviliza conceptos y teorías.
El saber analizar no se desarrolla fundamentalmente en función de la puesta en práctica de saberes teóricos o procedimentales. Más bien se trata de un «aprendizaje sobre la marcha», mediante ensayos y errores.
El estudiante sabe que aprende a analizar y que se espera de él que se convierta en un practicante reflexivo, pero no sabe exactamente cómo aprende a reflexionar.