Un Dios que se compromete
El judaísmo (siglos vi a. C.- i d. C.)
La resistencia
Pasaron los años y los persas fueron vencidos por Alejandro Magno, que respetó las religiones locales.
Su sucesor, Antíoco, quiso imponer su cultura y sus dioses, y obligó a los judíos a desobedecer los mandatos de Dios.
Muchos fueron fieles al Señor hasta la muerte
Judas Macabeo y sus hermanos derrotaron al ejército enemigo y, así, los judíos recuperaron su libertad y pudieron restaurar el culto en el templo.
Los patriarcas
Jacob y Esaú
Jacob, el hermano menor, heredó las promesas hechas a Abrahán ya Isaac, porque Esaú le vendió el derecho que tenía como hermano mayor, e Isaac le dio la bendición.
Jacob recibió, además, la confirmación por parte de Dios: «Yo te daré a ti ya tu des-cendencia la tierra sobre la que estás acostado».
Pero, en su trato con Dios, fue purificando su corazón.
Dios, entonces, renovó en él sus promesas.
Un día le cambió el nombre; lo llamó Israel, dando así nombre a toda su descendencia.
José y sus hermanos
José salvó al pueblo del hambre, así como el Mesías prometido salvará del mal y del pecado. La vida de José muestra cómo, por caminos que a veces no pode-mos entender, Dios cuida siempre de sus hijos y los guía con su Providencia.
El éxodo
Los descendientes de Jacob crecieron y como en Egipto ya nadie recordaba el origen del pueblo el faraón los metió a la esclavitud
MOISES
Moisés era un niño hebreo que, adoptado por la hija del faraón, creció como un príncipe de Egipto .En su nueva vida como pastor de ovejas, Dios le salió al encuentro desde una zarza que ardía sin consumirse y le comunicó que lo necesitaba para una misión
LA PASCUA
Moisés volvió a Egipto y se presentó al faraón, que se negó a dejar en libertad a los hebreos
ALIANZA EN EL SINAÍ
Ahí Dios le da a Moises su siervo las tablas de las ley (los 10 mandamientos) para que el pueblo lo cumpla
EL EXILIO DE BABILIONIA
La destrucción de Jerusalén
A pesar de algunos intentos de reformar las costumbres, Judá siguió viviendo de espaldas a la Alianza, sin atender a la voz de los profetas, en especial de Jeremías
En el 587 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, destruyó Jerusalén y su templo; el rey y la mayoría de la población fueron desterrados* a la ciudad de Babilonia, en Mesopotamia.
BABILONIA
La desgracia era total: el Pueblo de Dios se quedaba sin tierra, sin templo, sin libertad... Pero en Babilonia los israelitas reflexionaron seriamente sobre su historia: Dios los había elegido, los había salvado de Egipto y los había llevado a la Tierra Prometida y, en cambio, ellos no habían sido fieles a la Alianza.
Animados por el profeta Ezequiel, expresaron su arrepentimiento y empezaron a honrar a Dios.
También recopilaron las historias que se habían transmitido de padres a hijos desde tiempos de Abrahán.
Muchos libros de la Biblia se escribieron en Babilonia durante estos años.
EL RETORNO
Pasaron cincuenta años y los persas conquistaron Babilonia.
Su rey, Ciro, permitió a los israelitas regresar a Jerusalén y reconstruir el templo y la ciudad.
Cuando acabaron, renovaron la Alianza del Sinaí.
Los reinos de Israel y de Judá
La misión de los reyes era el servicio a Dios y al pueblo. Dios no los elegía por sus cualidades personales sino por su limpieza de corazón.
Cuando murió salomón el reino se dividio el reino de Israel al Norte y el reino de Judá al Sur.
La monarquía (siglos xi-vi a. C.)
Saúl, David y Salomón
Samuel unguió a saúl como rey de Israel pero su corazón de el rey Saúl se endureció y se lleno de maldad y Dios dijo que un rey así no podía gobernar su pueblo.
Entonces, Samuel ungió al joven David para que lo sucediera. Este se puso al servicio de Saúl y se hizo famoso al vencer a Goliad.
Después de que Saúl muriera David tomo su lugar e hizo todo conforme al corazón de Dios.
LOS JUECES
JOSÚE
Fue elegido para liderar a Israel y llevarlos a la tierra prometida que Dios les dio a sus padre desde tiempos muy antiguos.
LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL
El pueblo de Israel se dividía en doce tribus. Cada una era descen-diente de uno de los hijos de Jacob y ocupaba una parte del país, sin que un jefe único mandara sobre todas ellas.
Abrahán e Isaac
Pasado un tiempo, en Mesopotamia, Dios eligió a Abrahán y lo alejó de su tierra para hacer de él el padre de una multitud de naciones.
Dios le prometió una gran descendencia.
Y así fue: ya anciano tuvo un hijo de Sara, Isaac, a quien educó como heredero de la Alianza que Dios había sellado con él.
Cuando ya estaba a punto de cumplirlo, Dios se lo impidió.
Abrahán demostró así su fe hasta el extremo.