by Claudia campuzano quintero 4 years ago
238
More like this
Los niños y adolescentes que sufren trastorno de ansiedad por separación siente miedo o ansiedad cuando tienen que separarse de una o varias personas con las que tienen especial confianza y apego.
Los niños y adolescentes con fobia específica sienten un miedo exagerado cuando se encuentran ante situaciones u objetos concretos y suelen evitarlos. Esta evitación les impide realizar algunas tareas de la vida diaria de forma eficiente como ir al médico.
Es importante tratar estos trastornos durante la infancia porque, aunque suelen ir desapareciendo o aminorando su intensidad con la edad, hay ocasiones en las que pueden persistir e incluso empeorar en la edad adulta.
Dentro de la categoría de trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta se incluyen el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo intermitente, el trastorno de conducta, el trastorno de la personalidad antisocial, la piromanía, la cleptomanía, y otros trastornos disruptivos.
Los que ocurren con más frecuencia en niños y adolescentes, son el trastorno negativista desafiante y el trastorno de conducta.
El trastorno negativista desafiante tiene una prevalencia de entre el 1 y el 11%. Durante la infancia es más frecuente en niños que en niñas, con una proporción de 1,4:1, pero durante la adolescencia y la adultez no se encuentran diferencias entre sexos. La característica principal de este trastorno es la presencia de una serie de conductas y actitudes desafiantes o negativas en el niño o adolescente, que desembocan en enfados y discusiones. Estas conductas pueden presentarse solo en un ambiente que suele ser el familiar o el escolar, aunque en los casos más graves las conductas se presentan en todos los entornos
El trastorno de conducta suele presentarse como continuación del trastorno negativista desafiante y normalmente se inicia en la infancia tardía o la adolescencia. Se calcula que entre el 2 y el 10% de la población sufre este trastorno. Hay un mayor número de casos en la adolescencia y el sexo masculino. Este trastorno se caracteriza porque los pacientes no respetan los derechos básicos de los demás ni las normas, reglas sociales ni a las figuras de autoridad.
Para diagnosticar la enfermedad debe haber habido tres presentaciones como mínimo de estos síntomas en los últimos 6 meses, y los problemas del comportamiento deben provocar un deterioro significativo en la vida diaria de la persona.
A menudo el (TDAH), se presenta combinado con hiperactividad o impulsividad, lo cual dificulta aún más la realización de sus tareas.
Hay muchos niños y adolescentes diagnosticados que no cumplen los criterios para este trastorno. Esto ocurre por la creencia generalizada de los adultos de que un niño "normal" debe estarse quieto.
Los niños necesitan moverse y aprenden mucho mejor a través de la experiencia, que con una clase teórica que, a menudo , sería difícil de seguir incluso para un adulto.
El trastorno depresivo mayor es el más conocido y estudiado dentro de este tipo de trastornos. Se caracteriza por la presencia de episodios de al menos 2 semanas de duración en los que la persona siente un cambio drástico en su estado de ánimo y su funcionamiento cognitivo que le impiden realizar las tareas diarias con normalidad, con signos como anhedonia, problemas para dormir o somnolencia o estado de ánimo irritable.
Para realizar el diagnóstico de trastorno depresivo mayor solo es necesario que se dé un episodio, aunque normalmente suelen darse de manera recurrente.
Los signos concretos de este trastorno dependen de la edad del paciente, el nivel de desarrollo y la gravedad de la afección. Se diferencian 3 grados de niveles de gravedad del trastorno, el primero sería necesita ayuda, el segundo necesita ayuda notable y el tercero necesita ayuda muy notable.
El síndrome de la Tourette se diferencia del resto de trastornos de tics en que las personas que lo sufren tienen tics motores y verbales mientras en el resto de trastornos las personas no tienen por qué sufrir tics verbales.
Los niños y adolescentes que sufren este síndrome suelen sentirse incomprendidos y avergonzados, debido a que muchas personas piensan que lo están haciendo queriendo ya que hay contextos donde puede que los tics no aparezcan (por ejemplo, cuando están tranquilos en casa). Por ello es importante trabajar la autoconfianza con estos pacientes y hacerles sentirse comprendidos.