Laicismo y educación pública
(1897-1920)
Es el intervalo 1897-19203
que constituye el
escenario de la reforma educativa liberal propiamente dicha
Hasta la oficialización de la enseñanza
laica en 1906, no existían más de 30 normalistas egresados
Esta primera etapa se cierra con el asesinato del líder legendario de la revolución liberal, Eloy Alfaro, aquejado para entonces por su impopularidad
y las inevitables tensiones sociales que provocó su revolución al movilizar
las bases populares contra los grupos oligárquicos, y al mismo tiempo,
crear contradictorias e insostenibles alianzas tanto con las minorías de terratenientes como con sectores de la burguesía, el ejército y tendencias
opuestas dentro del propio liberalismo
Después la muerte del caudillo, la reforma pierde su impulso revolucionario pero entra en una etapa de relativa institucionalización con la contratación en 1913 de la primera misión alemana, portadora del método
herbartiano, a la que se le encarga la dirección de la formación docente a nivel nacional hasta el arribo de una siguiente misión en 1921.
La llegada
de esta última misión, particularmente, ha sido consagrada por la mitología laica como el hito principal de la reforma educativa y el más representativo para el laicismo
Con el fin de interrogar la narrativa mitológica predominante hasta el momento, esta ponencia se propone analizar los contextos de enunciación de
algunos discursos relevantes en torno al laicismo en la época señalada
En una segunda parte, destinada
al discurso pedagógico, se aborda tanto la visión de la educación laica en la obra del pedagogo Fernando Pons, activo defensor de la misma en el marco de la polémica desatada en 1906
En la primera parte, se explora la dimensión política de la problemática a partir del debate librado en la Constitución de 1906 sobre la secularización de la enseñanza, y de la polémica relativa a la separación Estado-Iglesia en la perspectiva de José Peralta, uno de los políticos cercanos a Alfaro de mayor infl uencia en la etapa revolucionaria
El catolicismo aparece entonces como un fenómeno cultural no necesariamente dependiente del Estado. Una vez secularizado, el Estado se habría visto obligado a encontrar nuevas fuentes de sacralización del poder para fundamentar el orden del Estado laico. Tal fenómeno en el caso ecuatoriano restringirá la trascendencia de los
procesos de secularización de la enseñanza, obligando a negociar con la herencia católica los términos del nuevo sistema educativo
A la línea liberal estatista se opuso en la Asamblea de 1906 un liberalismo concentrado en la defensa de la tolerancia y la libertad de conciencia, principios a los cuales, contrariamente a lo sucedido con la tendencia opuesta, debió subordinarse el laicismo. Esta posición representada por José Peralta, ministro y hombre de confianza de Eloy Alfaro, fue determinante en la discusión acerca del carácter del sistema educativo laico.
La singularidad del liberalismo practicado por Peralta radicó en una contradictoria combinación entre anticlericalismo y defensa de la relación
Iglesia-Estado.
En el abordaje de este
tema por parte de los estudios históricos en el Ecuador ha predominado
una perspectiva reivindicativa del laicismo, que fue fraguada, en realidad,
en el contexto de la década de 1940, ante la decisión de la Asamblea Constituyente de 1947 de restaurar el subsidio ofi cial a la enseñanza religiosa
que había sido suspendido en 1906 por el Estado liberal.
Los sectores que abrazaron el laicismo hicieron importantes declaraciones
y publicaron numerosas obras académicas dirigidas a defender la educación laica, resaltar su rol en el fortalecimiento de la identidad y la soberanía
nacionales; así como también su papel modernizador del Estado y la sociedad.
El laicismo ya era el sello de identidad
de incontables personajes de la intelectualidad y la política, orgullosos de
pertenecer a verdaderos linajes familiares de maestros y maestras laicas,
herederos de las clases medias emergentes tributarias de la revolución liberal.
LA ASIMILACIÓN DE LO PÚBLICO A LO LAICO
La Constitución de 1897 que siguió al golpe de estado liberal de 1895,
no solo que no incorporó artículos referidos a la secularización sino que,
bajo la infl uencia de una mayoría liberal moderada, mantuvo al catolicismo como religión ofi cial con exclusión de otros cultos
Una reforma trascendental adoptada también en 1897 fue la descentralización del aparato
escolar que privó de varias atribuciones al Ministerio de Instrucción
las primeras medidas abiertamente secularizadoras de la Constitución de 1897 se incluyeron el impedimento para que los religiosos desempeñaran cargos públicos y la prohibición de la inmigración de comunidades religiosas
Gracias al espíritu de negociación con los sectores conservadores que imperó durante el gobierno de Leonidas Plaza, sucesor de Alfaro, se pudo profundizar la secularización institucional al decretarse en 1902 las leyes de Registro, Matrimonio Civil y Divorcio; en 1904 la Ley de Cultos, y en 1908 la Ley de Benefi cencia, que transfi rió al Estado los bienes de las comunidades religiosas
El combate en contra de la Iglesia se impregnó de un sentido
patriótico, como respuesta a la existencia de órdenes religiosas extranjeras
que por décadas tuvieron a su cargo la educación pública1