Las profesiones están guiadas por principios éticos que delinean la responsabilidad pública de los profesionales hacia la sociedad. Estos principios incluyen la autonomía, que valora el derecho del usuario a ser informado y a dar su consentimiento, la no maleficencia, que se centra en no causar daño, la beneficencia, que promueve el hacer bien en el propio oficio para ofrecer servicios efectivos, y la justicia, que implica cumplir con las obligaciones en el marco institucional.