CONCEPCIONES DE INFANCIA

Concepciones históricas de la infancia

La Convención Internacional de los Derechos
del Niño constituye al mismo tiempo la evidencia y el motor de estas transformaciones, que suponen un punto de no retorno sobre la situación de nuestra infancia.

El “descubrimiento” de la infancia es concebido como un tránsito progresivo de una edad infantil feliz, a través de una mayor consideración y valoración de la infancia, reduciendo la libertad primitiva mediante vínculos, esquemas educativos, formas de instrucción y largos períodos de preparación para la vida adulta.

Las concepciones de infancia están íntimamente asociadas a las formas o pautas de crianza.

La evolución de los modelos de crianza siguen este proceso: infanticidio, abandono, ambivalencia, intrusión, socialización y ayuda.

Los conceptos de pecado y maldad innata se cambiaron por una referencia a los problemas del comportamiento y a las dificultades en el desarrollo de la personalidad, debidas a la intervención inadecuada del ambiente.

La madre era la intermediaria en la relación paterna, evitándole al padre las molestias de los hijos, dejándolo libre del contacto con esos pequeños seres a quienes ni entendía, ni sabía cómo tratar.

La madre era la
intermediaria en la relación paterna, evitándole al padre las molestias de los hijos, dejándolo libre del contacto con esos pequeños seres a quienes ni entendía, ni sabía cómo tratar.

La duración de la infancia se reducía al período de su mayor fragilidad, cuando la cría del hombre no podía valerse por sí misma en cuanto podía desenvolverse físicamente, se le mezclaba rápi-damente con los adultos, con quienes compartía sus trabajos y juegos.

El bebé se convertía enseguida en un hombre joven sin pasar por las etapas de la juventud, las cuales probablemente existían antes de la edad media y que se han vuelto esenciales hoy en día en las sociedades desarrolladas.

Concepciones pedagógicas de la infancia

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Valoran esta etapa de la vida humana como un período reservado al desarrollo y a la preparación para el ingreso en la comunidad de adultos.

concepciones, “moderna y contemporánea”

MODERNA: La infancia comienza a ser vista como una etapa de larga duración, que requiere de una preparación especial.

CONTEMPORÁNEA: Infancia de carácter incompleto y complejo.

El niño y el alumno: corresponden existencialmente a un mismo ser pero epistemológicamente constituyen objetos
diferentes.

NIÑO: aparece en un primer momento como razón necesaria para la construcción del objeto alumno y éste es el espacio singular ; es decir; un ámbito construido por la actividad pedagógica y escolar.

ALUMNO: Es un campo de intervención
no ajeno a la niñez sino más complejo.

La infancia y de la raza fue construida
desde lo biológico, utilizando nociones y conceptos de esta ciencia con los cuales se quería dar a dicha imagen un carácter científico es claro que los discursos sobre la raza y sobre la situación del niño
colombiano estaban lejos de cumplir con las exigencias del método científico de la época.

La infancia se concibe como: semilla, en esperanza de una nación moderna y saludable. Esta estrategia de protección y defensa del niño en la escuela introdujo un nuevo sujeto en la práctica
pedagógica: el médico escolar.

Se trataba de una etapa natural y necesaria de la evolución humana, la cual era preciso proteger
para que cumpliera su función biológica, para que el niño fuera construyendo los mecanismos activos de adaptación al mundo social y natural que le permitirán desarrollarse saludablemente, así como para que funcionara productivamente y fuera de utilidad social al llegar a la edad adulta.

Concepciones psicosociales de la infancia

El estudio de las representaciones sociales de la infancia pretende indagar las interrelaciones que mantienen los adultos y la infancia, en el seno de los contextos sociodemográficos, socioculturales y
sociopolíticos más habituales de la sociedad contemporánea.

El enfoque psicosocial se interesa por las manifestaciones de las interacciones e influencias mutuas de los sujetos

Se tiende a pensar las interrelaciones entre adultos y niños en términos micro-sociales: los padres con los hijos, los maestros con los alumnos, el pediatra con el paciente infantil, etc., en detrimento de las interrelaciones entre la población adulta y la infancia a niveles micro-sociales.

Concepciones de la infancia como sujeto de derechos

"El niño, para el pleno y armonioso
desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad; amor y comprensión como elemento
básico de la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de todos sus miembros, en particular los niños"

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El párrafo tercero preambular
de la Declaración de 1959, según el cual el niño «por su falta de madurez física y mental necesita protección y cuidados especiales,
incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento».

Existe una doctrina jurídica que legaliza un potencial acción judicial indiscriminado sobre aquellos niños y adolescentes en situación de dificultad. Definido un «menor» en situación irregular (recuérdese que al incluirse las categorías de material o moralmente abandonado, no existe nadie que potencialmente no pueda ser declarado irregular), se exorcizan las deficiencias de las políticas sociales, optándose por «soluciones» de naturaleza individual que privilegian la institucionalización o la adopción.

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Sin ignorar la existencia de profundas diferencias sociales, las nuevas leyes se proponen como un instrumento para el conjunto de la categoría infancia y no sólo para aquellos en circunstancias particularmente difíciles

Concepciones de la infancia como sujeto de políticas sociales

El diseño de una política hacia la
infancia requiere de una perspectiva unitaria fundada en la justicia social, sin discriminación, y en un conjunto de protecciones jurídicas para promover su desarrollo integral, considerando al niño y joven como un ser vulnerable en razón dé su edad y, como tal, especialmente valioso.

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Se percibe una mayor conciencia acerca de la
necesidad de visualizarlos como una gran posibilidad que debemos estimular y desarrollar y seres en quienes reside nuestra esperanza, en lugar de excluirlos y marginarlos como amenazas al orden público o niños de segunda clase.

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Se suma a esta línea la concepción integradora aportada por la Convención Internacional de los Derechos del Niño, la que traslada a la familia el eje de dichas políticas, situándolas como entorno primordial para el desarrollo del niño y admitiendo el desarraigo de este desde grupo familiar como medida excepcional protección, cuando no hubiere otra alternativa.

La Convención otorga al niño la calidad de sujeto pleno
de derecho y lo sitúa en la base de cualquier intervención la sociedad que lo afecte, su interés superior.

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