LAS CRUZADAS
PROTAGONISTAS
URBANO II ( 1042-1099)
PEDRO DE AMIENS ( 1050-1115)
FEDERICO BARBARROJA ( 1122-1190)
SALADINO ( 1138-1193)
RICARDO CORAZON DE LEON ( 1157-1199)
LUIS IX DE FRANCIA ( 1214-1270)
CAUSAS DE LAS CRUZADAS
La apertura de rutas comerciales entre Oriente y Occidente
La causa principal de las cruzadas fue la aparicion de turcos en tierras Árabes.
CAUSAS POR LAS CREENCIAS
La preocupación de la iglesia católica por la expansión del Islam.
Los turcos destruyeron en Oriente el imperio arabe de Bagdad
CONSECUENCIAS DE LAS CRUZADAS EN LA EDAD MEDIA
.Consecuencias religiosas:
Presentaron a los Papas como los jefes supremos del mundo cristiano. Así mismo contuvieron el impulso conquistador del Islam
.Consecuencias políticas:
Debilitaron al feudalismo y robusticieron el poder del rey
.Concecuencias económicas:
Abrieron el comercio del mediterráneo a los pueblo de Europa Occidental (Génova, Venecia y pisa
.Consecuencias sociales:
El desarrollo del comercio origino el enriquecimiento de la burguesía a clase social que vivía en las ciudades. Además nacen los apellidos
.Concecuencias intelectuales:
Las cruzadas produjeron un renacimiento de la literatura, el arte y la ciencia
ANTECEDENTES DE LAS CRUZADAS
La toma de poder
.- La toma de Jerusalen La Ciudad Santa por los turcos un año antes de la batalla anterior de Manzikert .
La amenaza contra el Imperio Bizantino
La constante amenaza de los Turcos hacia el Imperio Bizantino(cristianos) y la Pérdida de parte de Asia Menor hoy Turquía.- "Tras la muerte del Emperador Basilio II
Turcos y tribus nomadas
Eran los turcos, tribus nómadas que, en el transcurso de esos años, se habían convertido al Islam. Una de esas tribus, los turcos selyúcidas (llamadas así por su mítico líder Selyuk), con todo el fanatismo de los recién conversos, se lanzó contra el "infiel" Imperio de Constantinopla.
Antecedentes de las cruzadas
ORIGEN DE LAS CRUZADAS
Main arguments
El origen de las cruzadas se remonta a finales del siglo XI, cuando el papa Urbano II convocó al Concilio de Piacenza (1095), en el que recibió al embajador del Imperio bizantino. Éste solicitó ayuda para frenar el avance de los turcos selyúcidas, que habían ocupado casi toda Anatolia y se mostraban intolerantes con los cristianos. Ante estas noticias, Urbano II convocó al Concilio de Clermont (1095), en el que convocó a la primera cruzada.
El objetivo proclamado por el Papado era recuperar el Santo Sepulcro de Jesucristo, que había caído en manos de los turcos. Como Jerusalén y sus alrededores son de carácter sagrado tanto para cristianos como para musulmanes, los creyentes de ambas religiones se enfrentaron con gran fervor para proteger sus ideales, su fe y sus lugares santos.
Aunque las cruzadas tuvieron una motivación religiosa, también fueron importantes otros factores, como las ambiciones de los nobles feudales europeos, que deseaban conquistar nuevos territorios, y las aspiraciones de los comerciantes italianos, que querían ampliar sus redes mercantiles.
CRUZADAS
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PRIMERA CRUZADA (1096-1099)
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SEGUNDA CRUZADA (1147-1149)
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TERCERA CRUZADA (1189-1192)
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CUARTA CRUZADA (1201-1204)
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QUINTA CRUZADA (1218-1221)
La quinta cruzada fue proclamada por Inocencio III en 1213 y partió en 1218 bajo los auspicios de Honorio III, uniéndose al rey cruzado Andrés II de Hungría, quien llevó hacia oriente el ejército más grande en toda la historia de las cruzadas. Como la cuarta cruzada, tenía como objetivo conquistar Egipto. Tras el éxito inicial de la conquista de Damieta en la desembocadura del Nilo, que aseguraba la supervivencia de los Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e intentaron atacar El Cairo, fracasando y debiendo abandonar incluso lo que habían conquistado, en 1221.
SEXTA CRUZADA (1228-1229)
La organización de la sexta cruzada fue un tanto audaz. El papa había ordenado al emperador Federico II Hohenstaufen que fuera a las cruzadas como penitencia. El emperador había asentido, pero había ido demorando la partida, lo que le valió la excomunión. Finalmente, Federico II (que tenía pretensiones propias sobre el trono de Jerusalén) partió en 1228 sin el permiso del papa. Sorprendentemente, el emperador consiguió recuperar Jerusalén mediante un acuerdo diplomático. Se autoproclamó rey de Jerusalén en 1229 y también obtuvo Belén y Nazaret.
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SEPTIMA CRUZADA (1248-1254)
En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta vez de forma definitiva), lo que movió al devoto rey Luis IX de Francia (san Luis) a organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como en la V, se dirigió contra Damieta, pero fue derrotado y hecho prisionero en El Mansurá (Egipto) con todo su ejército.
OCTAVA CRUZADA (1270)
25 años después; Luis IX de Francia una vez más organizó otra cruzada, la octava (1269), el plan era desembarcar en Túnez y moverse en tierra hasta Egipto; esto fue propuesto por Carlos de Anjou rey de Nápoles, con la intención de reunir las tropas en la próspera región comercial de Túnez dónde se obtendría fondos para la invasión. Desembarcaron desconociendo que había una epidemia de disentería en la región, Luis fue infectado y murió a los pocos días. (1270).
NOVENA CRUZADA (1271-1272)
La novena cruzada a veces es considerada como parte de la Octava. El príncipe Eduardo de Inglaterra, después Eduardo I, se unió a la cruzada de Luis IX de Francia contra Túnez, pero llegó al campamento francés tras la muerte del rey. Tras pasar el invierno en Sicilia, decidió continuar con la cruzada y comandó sus seguidores, entre 1000 y 2000, hasta Acre, a donde llegó 9 de mayo de 1271. También le acompañaban un pequeño destacamento de Bretones y otro de flamencos, liderados por el obispo de Lieja, que abandonaría la campaña en invierno ante la noticia de su elección como nuevo papa, Gregorio X. Eduardo y su ejército se limitaron a ser una guerrilla que luego de un año acabó con la firma de una tregua el 22 de mayo de 1272 en Cesarea. No obstante, era conocida por todos la intención de Eduardo de volver en el futuro al frente de una cruzada mayor y más organizada, por lo cual enviaron un agente Hashshashin que apuñaló al príncipe con una daga envenenada el 16 de junio de 1272. La herida no fue mortal pero Eduardo estuvo enfermo varios meses, hasta que su salud le permitió partir de vuelta a Inglaterra el 22 de septiembre de 1272.