por SILVIA GODOY 11 anos atrás
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Por gran parte de su historia, Panamá ha sido un centro de intercambio para la región. La tierra panameña fue el primer lugar en el continente visitado por Cristóbal Colón, como también adonde los europeos primero contemplaron el Océano Pacífico. El oro y la plata que Pizarro y su ejército español tomaron del imperio Inca fue transportado a Panamá. Primero fue llevado por nave y después en burro a través del “Camino de Cruces” para finalmente ser alojado en fuertes españoles en Portobelo. Allí esperaba para ser transportado a Europa. Se dice que por la cantidad del tesoro amarillo que se transportó a Europa, el precio del oro se mantuvo bajo por 50 años.
La cuidad de Panamá siguió prosperando como un puerto colonial hasta que se volvió el blanco preferido de piratas europeos. En 1668, un pirata inglés Señor Henry Morgan invadió al puerto de Portobelo en busca de riquezas. Sitió el puerto por un rescate de cien mil monedas de oro, pero esto no fue más que una distracción. Su plan verdadero era saquear la vieja cuidad de Panamá. Una vez conquistada, incendió la cuidad . Otros ataques piratas resultaron en que el puerto ya no fuera usado como un punto estratégico en el transporte de riquezas con destino a Europa. Después de la destrucción de la vieja cuidad, la actual fue fundada y la vida continuó en Panamá. Más adelante, Panamá se unió como nación y en 1821 decidió separarse de España para unirse a la Gran Colombia.
Al descubrimiento de América, poblaban el territorio, diferentes agrupaciones de aborígenes, cuya población se calcula era de 40.000 almas. Estos de dividían en diferentes reinos, agrupados básicamente en dos grandes áreas de influencia cultural, por un lado la Mesoamericana (Mayas y Aztecas) y por el otro lado, la cultura Sudamericana.
La ocupación del Istmo de Panamá por los primeros aborígenes panameños ocurrió entre los años 11.000 y 10.000 a.C., pasando por cuatro etapas bien definidas, ésta es la llamada Prehistoria de Panamá: la de caza, recolección y pesca (10.000 a 3.000 a.C.); la de agricultura formativa (3.000 a 1.500 a.C.); la establecida (1.500 a 300 a.C.) y la extensiva (300 a.C. hasta la Conquista).
Se calcula que para la llegada de los conquistadores españoles, la población de indios del istmo sería de entre seicientos mil hasta un millón de habitantes. Encontraron varios grandes “reinos” (cacicazgos) con su propia organización política y militar, donde una élite sacerdotal estructuraba un gobierno teocrático y representaba la nobleza. El resto de la población se dividía en nobles, militares, sacerdotes, pueblo y esclavos.
En el área hoy conocida como provincias centrales se distinguían los reyes Esquina, Urracá, Paris , Escoria, Natá y Chirú, además de otros pueblos ya extintos como los Chánguenas, Doraces y Zuríes.