La tierra y la monarquía

Josué sucesor de Moisés

La salvación de Israel, comenzada por Moisés, la lleva a término Josué, que recoge su espíritu e introduce al pueblo en la tierra prometida

Josué, como dice su nombre (con la misma raíz que Jesús), es el Salvador, que no ha "venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento"

La misión de Josué es esencial en la historia de la salvación. Con Aarón, Josué es el fiel ayudante de Moisés

Moisés llama a Josué y le dice: "Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y al amanecer ataca a Amalec. Yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón de Dios en la mano". Josué hace lo que le dice Moisés y ataca a los amalecitas, mientras Moisés, con Aarón y Jur, sube a la cima del monte. Mientras Moisés tiene los brazos en alto, Josué vence; cuando los baja, se impone Amalec. Al atardecer es derrotado Amalec

Muerto Moisés, Dios habla con Josué, diciéndole: "Lo mismo que estuve con Moisés estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré. Tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que juré a sus padres. Yahveh, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas"

Elegido por Dios para suceder a Moisés como guía de Israel, Josué es investido del Espíritu de Dios cuando Moisés le impone las manos. El Señor dice a Moisés: "Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu e impón la mano sobre él"

Josué dirige la conquista de la tierra, que no es fruto de las armas, sino don de Dios. Por encima de Moisés y de Josué se alza Dios, el verdadero protagonista de la historia

La conquista

La larga permanencia en el desierto ocasionó la muerte de la generación que salió de Egipto, muerte que es interpretada repetidamente por las tradiciones como purificación de su continuo pecado

En el momento de abordar la conquista de Canaán los imperios limítrofes estaban en plena decadencia, por lo tanto, resultó relativamente fácil la conquista de la tierra prometida

El cumplimiento de la promesa se lleva a cabo mediante la posesión de la tierra (Dt 1, 6-8). Las dificultades de la conquista, ciertos fracasos y reveses que obligan al pueblo a retroceder no son negados por el autor, son interpretados como fruto del pecado del pueblo

La posesión de una tierra representa, para un pueblo de nómadas como eran las tribus israelitas, el descanso después del duro caminar por el desierto, lleno de incomodidades y de peligros

Sin embargo, pronto la paz se verá amenazada tanto por los enemigos que estaban ahí, como por los extranjeros como será la deportación, esto los lleva a pensar que la promesa de descanso se refería a otro tipo de reposo, más duradero, en otra tierra, en donde no exista el llanto, ni la muerte, ni la guerra (cf. Ap 21, 4). Con Cristo la posesión de la "nueva tierra se ha hecho posible y se ha hecho realidad.

Los jueces

Los Jueces, que prolongan la acción de Moisés y Josué, son personas elegidas por Dios para salvar a su pueblo. Para ello Dios les reviste de un carisma especial, no sólo para administrar justicia, sino para gobernar a Israel

El libro de los Jueces, que recoge sus historias, menciona doce jueces, símbolo de todo Israel. El último es Samuel, cuya historia llena los dos libros de su nombre, donde se narra el paso a la monarquía

Si la época de Josué es el período de la fidelidad de Israel, la de los jueces es el tiempo de la infidelidad: "Mientras vivió Josué y los ancianos que le sobrevivieron y que habían visto los prodigios del Señor en favor de Israel, los israelitas sirvieron al Señor. Pero murió Josué y toda su generación

Les siguió otra generación que no conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel. El pueblo se entrega a los dioses locales, poniendo en ellos su seguridad y olvidando a Dios, que le ha dado la prosperidad. Sólo volviendo a situarse en la precariedad, volviendo a la situación de esclavitud de los padres en Egipto, Israel se vuelve al Dios salvador, que interviene suscitando los Jueces

Otoniel, Ehud, Samgar, Débora, Barac, Gedeón, Tolá,
Yaír, Jefté, Ibsán, Elón, Abdón, Sansón y Samuel

El primer Juez, cuyas gestas recoge el libro de los Jueces, es Otoniel. El Espíritu del Señor vino sobre él y salvó a Israel de las manos de Edom. Tras cuarenta años de paz, Israel se olvidó de Dios y cayó bajo el poder de Moab hasta que Dios les salvó con el puñal del zurdo Ehud

Débora aparece como juez y profeta de Israel. Bajo la Palmera, que lleva su nombre, entre Ramá y Betel, en las faldas del Tabor, acoge a los israelitas que acuden a ella con sus asuntos. Como profeta les interpreta la historia a la luz de la Palabra de Dios

A Débora le sucede Gedeón, cuya historia es la más fascinante de este período. "Los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, y el Señor los entregó a Madián por siete años" (Jc 6). La instalación del largo período de paz lleva al pueblo a olvidarse de Dios o al sincretismo religioso, mezclando el culto al Dios verdadero con el culto a los Baales, dioses locales

Entonces Dios les entrega a Madián. Los madianitas se infiltran en los dominios israelitas en busca de pastos y comida. Nómadas aguerridos y sin escrúpulos obligan a los israelitas a refugiarse en las cuevas de los montes. Los madianitas asolan el país, destruyendo los sembrados y los ganados, sin dejar nada con vida en Israel

Instauración de la monarquía

Desde la entrada en la Tierra prometida Israel comienza un proceso que le lleva a establecerse en Canaán como "pueblo de Dios" en medio de otros pueblos. La experiencia del largo camino por el desierto, bajo la guía directa de Dios, le ha enseñado a reconocer la absoluta soberanía de Dios sobre ellos

Pero, pasando de nómadas a sedentarios, al poseer campos y ciudades, su vida y fe comienza a cambiar. Las tiendas se sustituyen por casas, el maná por los frutos de la tierra, la confianza en Dios, que cada día manda su alimento, en confianza en el trabajo de los propios campos

Al pedir un rey, "como tienen los otros pueblos", Israel está cambiando sus relaciones con Dios

Pero el pueblo se olvida de la salvación gratuita de Dios y cae continuamente en la opresión. El pecado de Israel hace vana la salvación de Dios siempre que quiere ser como los demás pueblos. Entonces experimenta su pequeñez y queda a merced de los otros pueblos más fuertes que él

Samuel califica a la monarquía de idolatría. Pero Dios, en su fidelidad a la elección de Israel, mantiene su alianza y transforma el pecado del pueblo en bendición

Samuel unge como rey, primero, a Saúl y, después, a David. Samuel, el confidente de Dios desde su infancia, es su profeta, que no deja caer por tierra ni una de sus palabras

Saúl es el primer rey de Israel. Con él se instaura la monarquía, deseada por el pueblo, contradiciendo la elección de Dios, que separó a Israel de en medio de los pueblos, uniéndose a él de un modo particular: "Tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios"

La historia de Saúl es dramática. Ante la amenaza de los filisteos, concentrados para combatir a Israel con un ejército inmenso como la arena de la orilla del mar, los hombres de Israel se ven en peligro y comienzan a esconderse en las cavernas. En medio de esta desbandada, Saúl se siente solo

En su miedo a ser completamente abandonado por el pueblo llega a ejercer hasta la función sacerdotal, ofreciendo holocaustos y sacrificios, lo que provoca el primer reproche airado de Samuel

Saúl se condena a sí mismo, tratando de dar las razones de su actuación. Ha buscado la salvación en Dios, pero actuando por su cuenta, sin obedecer a Dios y a su profeta

Saúl, el rey sin discernimiento, pretende dar culto a Dios desobedeciéndolo

Samuel se presenta y le dice: "Escucha las palabras del Señor, que te dice: Voy a tomar cuentas a Amalec de lo que hizo contra Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto. Ahora ve y atácalo. Entrega al exterminio

Sin embargo, Saúl pone su razón por encima de la palabra de Dios y perdona la vida a Agag, rey de Amalec, a las mejores ovejas y vacas, al ganado bien cebado, a los corderos y a todo lo que valía la pena, sin querer exterminarlo; en cambio, extermina lo que no vale nada

Por haber rechazado la palabra de Yahveh, Él te rechaza hoy como rey". Samuel, pronunciado el oráculo del Señor, se da media vuelta para marcharse

David es ungido rey

Dios, el Señor de la historia, encamina los pasos de Samuel hacia David: "Yo te haré saber lo que has de hacer y ungirás para mí a aquel que yo te indicaré"

La voz del Señor le dice: "¡Es el elegido! ¡Anda, úngelo!". Samuel toma el cuerno y lo derrama sobre la cabeza rubia de David. Con la unción, el espíritu de Yahveh, que había irrumpido ocasionalmente sobre los jueces, se posa para permanecer sobre David. Es el espíritu que se ha apartado de Saúl, dejándole a merced del mal espíritu, que le perturba la mente

Saúl, ya rechazado por Dios, y David, ya ungido para sustituirlo, son dos figuras unidas y contrapuestas. Sus vidas y sus personas seguirán unidas por mucho tiempo. Saúl, con su inestabilidad emocional, cae en depresiones al borde de la locura. Oscilando como un péndulo entre momentos de lucidez

David, aún un muchacho, se presenta en la corte, colmado del espíritu que ha abandonado a Saúl. Pero David no se presenta para suplantar a Saúl, sino para ayudarle en sus delirios con su música

David perseguido por Saul

Saúl, para responder al ataque de los filisteos, llama a las armas a sus mejores hombres. David, el pequeño, es excluido, sólo sus hermanos mayores van al campo de batalla

Un día José manda a David a visitar a sus hermanos. Les lleva trigo tostado y unos panes, y también unos quesos para el capitán del ejército

Al llegar al campo de batalla David se encuentra con un gigante Goliat que les retaba al ejercito de Israel a pelear contra el

David no soporta el ultraje que se hace a Israel y a su Dios y exclama: "¿Quién es ese filisteo incircunciso para ofender a las huestes del Dios vivo?". Los soldados le cuentan: Todos los días sube varias veces a provocar a Israel. A quien lo mate el rey lo colmará de riquezas y le dará su hija como esposa, y librará de tributo a la casa de su padre

David replica: "El Señor me ayudará a liquidarlo". Alguien corre a referir a Saúl las palabras de David y el rey le manda a llamar

Libre de la armadura de Saúl, David baja la pendiente de la colina. Al llegar al valle, que separa los dos campamentos, David recoge cinco piedras del torrente y vence a Goliat

David es cantado por las mujeres y amado por todo el pueblo. Cuando los soldados regresan victoriosos, la población le sale al encuentro con cantos de fiesta: Saúl ha vencido a mil, pero David a diez mil

Los celos le trastornan la razón y la rivalidad se hace irracional en su lucidez. La envidia se transforma en odio y deseo de venganza.

David se gana la amistad de Jonatán, hijo de Saúl y la mano de su hija Mikal. David vuelve a tocar el arpa para calmar a Saúl. Pero un día, mientras toca con su mano el arpa, Saúl, que tenía en su mano la lanza, la arroja contra él. David comprende que Saúl realmente desea matarlo y huye del palacio

Así Saúl comienza a perseguir a David, que se ve obligado a huir a los montes. El Señor se compadece de él y lo salva

Obsesionado por perseguir a David, Saúl se olvida de los filisteos, que vuelven a someter a Israel. En la batalla de Gelboé las tropas israelitas son aniquiladas, mueren los tres hijos de Saúl y él mismo, gravemente herido, se suicida. Cuando le llega la noticia de la muerte de Saúl, David llora por él y por su hijo Jonatán

David

Después de la muerte de Saúl, David es consagrado rey de Judá y de Israel. Y lo primero que hace como rey es conquistar Jerusalén, que estaba en poder de los jebuseos y trasladar a ella el Arca del Señor

David y todo Israel trajeron el arca entre gritos de júbilo y al son de trompetas" El Señor está con David en todas sus empresas. Sus victorias sobre los enemigos son incontables

Mientras envía a Joab con sus veteranos a combatir a los ammonitas, David pasa el tiempo durmiendo largas siestas, de las que se levanta a eso del atardecer

Y un día, ¡al atardecer!, David se levanta y se pone a pasear por la azotea de palacio. Entonces sus ojos caen sobre una mujer que se está bañando. David se queda prendado de ella y manda a preguntar por ella. Le informan: "Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita"

David sabe que la mujer está casada con uno de sus más fieles oficiales, que se encuentra en campaña. Sin embargo, manda que se la traigan; llega la mujer y David se acuesta con ella y queda en cinta

Al saber que la esposa de Urías esta embarazada David en ves de reconocer su falla hace todo para tapar el pecado, manda a traer a Urías del campo de batalla para que duerma con su esposa pero este no accede y prefiere quedarse junto con los guardias cuidando

Urías retorna al campo de batalla llevando en su mano, sin saberlo, su condena a muerte. Un pecado arrastra a otro pecado. David, por medio de Urías, manda a Joab una carta, en la que ha escrito: "Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la batalla y, cuando ataquen los enemigos, retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera"

Muerto Urías, David puede tomar como esposa a Betsabé y así queda resuelto el problema del hijo

El niño, nacido de su adulterio, cae gravemente enfermo. David, entonces, suplica a Dios por el niño, prolongando su ayuno y acostándose en el suelo: "Señor, he pecado y es justo tu castigo

Siete días ha orado y ayunado David, hasta que al séptimo día el niño murió

Entonces David se lavó, se ungió y se cambió de vestidos. Se fue al templo y adoró al Señor; luego volvió al palacio y pidió que le sirvieran la comida. Los servidores, sin entender la conducta del rey, le sirvieron y él comió y bebió. Luego se fue a consolar a Betsabé, se acostó con ella, que le dio un hijo. David le puso por nombre Salomón, amado de Yahveh

Este hijo era la garantía del perdón de Dios. Cuando en su interior le asalten los remordimientos y las dudas sobre el amor de Dios, Salomón será un memorial visible de su amor, figura del Mesías

La promesa de Dios y la súplica de David suscitó en Israel una esperanza firme. Incluso cuando desaparece la monarquía esta esperanza pervive

La promesa de Dios es incondicional. El Señor no se retractará. El rey esperado, el hijo de David, no será un simple descendiente de David. Será el Salvador definitivo, el Ungido de Dios, el Mesías