Libro Antifrágil
Prólogo
Libro I: El Antifrágil: Introducción
LIBRO I: EL ANTIFRAGIL: UNA INTRODUCCIÓNCAPÍTULO 1. Explica cómo extrañamos la palabra “antifragilidad” en las aulas. Frágil-Robusto-Antifrágil como Damocles-Phoenix-Hydra. Dependencia de dominio.CAPÍTULO 2. Dónde encontramos la sobrecompensación. El amor obsesivo es lo más antifrágil fuera de la economía.CAPÍTULO 3. La diferencia entre lo orgánico y lo artificial. Touristificación e intentos de succionar la volatilidad de la vida.CAPÍTULO 4. La antifragilidad del todo depende a menudo de la fragilidad de las partes. Por qué la muerte es una necesidad para la vida. Los beneficios de los errores para el colectivo. Por qué necesitamos tomadores de riesgos. Algunas observaciones sobre la modernidad no son el punto. Un saludo al emprendedor y al tomador de riesgos.El antifrágil: una introducciónLos dos primeros capítulos presentan e ilustran la antifragilidad. El capítulo 3 introduce una distinción entre lo orgánico y lo mecánico, digamos, entre su gato y una lavadora. El capítulo 4 trata sobre cómo la antifragilidad de algunos proviene de la fragilidad de otros, cómo los errores benefician a algunos, no a otros, el tipo de cosas sobre las que la gente tiende a llamar evolución y sobre las que escribe mucho, mucho.
Libro II: Modernidad y negación de la antifragilidad
Como en el triste poema de Baudelaire sobre el albatros, lo que se hace volar no saldrá bien atrapado en el suelo, donde se ve obligado a andar. Y es bastante apropiado que “volatilidad” provenga de volare, “volar” en latín. Privar a los sistemas políticos (y de otro tipo) de volatilidad los perjudica, provocando eventualmente una mayor volatilidad del tipo en cascada.Esta sección, el Libro II, trata de la fragilidad que proviene de la negación de la hormesis, la antifragilidad natural de los organismos y cómo dañamos los sistemas con la mejor de las intenciones al interpretar a un director. Estamos fragilizando los sistemas sociales y económicos negándoles los factores estresantes y la aleatoriedad, colocándolos en el lecho de Procusto de la cómoda y confortable —pero en última instancia dañina— modernidad.Procustes era un posadero de la mitología griega que, para que los viajeros encajaran en su cama, cortaba las extremidades a los demasiado altos y estiraba a los demasiado bajos. Pero hizo que la cama se adaptara al visitante con total perfección.Como vimos en el capítulo 3, tratar un organismo como una máquina simple es una especie de simplificación o aproximación o reducción que es exactamente como un lecho de Procusto. A menudo es con las intenciones más nobles que lo hacemos, ya que nos presionan para "arreglar" las cosas, por lo que a menudo las explotamos con nuestro miedo al azar y nuestro amor por la suavidad.El Libro II también discutirá la competencia entre el hombre y las fuerzas naturales, el ansia de volatilidad de algunos sistemas antifrágiles y cómo hacemos que los sistemas sociales, políticos (y otros) sean vulnerables a los cisnes negros cuando los estabilizamos en exceso.