realizată de Marisel Catalán 5 ani în urmă
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El envejecimiento positivo nos habla de los mayores desde un enfoque de derechos, como personas claves en nuestras sociedades, y del envejecimiento no solamente como el hecho de llegar a cierta edad, sino como una construcción de las sociedades respecto a las maneras de envejecer.
La Organización Mundial de Salud (OMS) promueve el «envejecimiento activo» que se basa en tres pilares: participación social, seguridad económica y salud. Los Adultos mayores necesitan de servicios sanitarios básicos y ayudas económicas-sociales similares al resto de la población, si bien adaptadas a sus concretas, peculiares y específicas necesidades. Si nos dirigimos hacia una sociedad más envejecida, debemos enfatizar el desarrollo de la medicina geriátrica.
La sexualidad nace y muere con el ser humano. De acuerdo a cada edad se transforma como se transforma la mente y el organismo. La intimidad con la pareja adecuada permite que la exploración, la creatividad y el desempeño vayan de la mano hacia una ejercicio de la sexualidad óptimo.
Los cambios en la sexualidad del adulto mayor, en especial en la mujer, están muy vinculados a la influencia del entorno psicosocial, es decir, de la sociedad, la familia y la cultura. Entre estos factores culturales, que afectan tanto a hombres como a mujeres, el primero es la visión negativa de la persona mayor que tiene interés sexual
Los modelos afectivos que se difunden a través de los medios de comunicación social, las campañas publicitarias, las películas, etc., en los cuales sólo las personas jóvenes disfrutan del sexo, contribuye al deterioro de la sexualidad en el adulto mayor. En las películas, si aparece un hombre mayor se oculta su cuerpo y jamás se muestra a una mujer mayor; el mensaje final que se entrega es que a las personas mayores no les corresponde tener sexo ni disfrutar de la sexualidad.
La religiosidad propia de las personas mayores también resulta un obstáculo en este sentido. El anciano siente que va a morir pronto y que debe seguir el camino de la salvación del alma, que es, según la cultura judeo-cristiana, aquél en que se soporta el sufrimiento y se elimina el pecado y toda fuente de placer, entre las cuales está, por supuesto, el sexo.
El sentido de la vida en la etapa de adulto mayor se convierte en un reto para la persona. Cada uno decide a dónde ir y qué actitud tomar frente a la vida, estrechamente vinculado al aprecio por la vida. En este camino hacia el sentido nos encontraremos con dos clases de personas: aquellas que dicen sí a la vida a pesar de los reveses, que se sienten usualmente satisfechas y felices; y las que siempre dicen no, por lo general están enajenadas, frustradas y vacías.
Esta disposición es el resultado de las experiencias de la niñez y posteriormente, durante el transcurso de su vida, de modelos de comportamiento y enseñanzas.
Al llegar a una mayor edad la persona va viendo cómo los ambientes van cambiando para ella y cómo otros le son lejanos o por lo menos le ofrecen menos interés. En realidad esto ha pasado siempre y en cada una de las etapas evolutivas del individuo.
A esta edad el problema se agudiza pues viene sazonado de otros tintes de marginación social. Por eso el anciano se encuentra sin las herramientas que le permitan un trabajo de adaptación: son las motivaciones o refuerzos sociales. Al carecer de dichas herramientas le es difícil adquirir hábitos nuevos, y por lo tanto, adaptarse a las nuevas circunstancias.
Así puede parecer como persona algo rígida, chapada a la antigua, aferrada a su sola experiencia tan importante para él o ella, pero que siente que la sociedad no se la valora en la forma en la que la persona quisiera o considera que sería lo justo. La agresividad, la fácil irritabilidad (verbal o gesticular) que muestran algunas personas mayores, podría estar relacionada con este sentimiento de la difícil adaptación, sentimiento que se ve agravado por la pérdida de autonomía económica sufrida por muchos ancianos.
Esta clase de dolor es una respuesta normal y saludable a diferentes tipos de pérdidas. Una puede ser la de la pareja de tantos años, o de la salud, o del trabajo. Para calmarla, la persona tiene que aceptar los términos finales de esta pérdida. Para ello se pasa por diferentes estadios: Shock o confusión por sorpresa desagradable o confusión, negación, enojo o molestia por el abandono, amargura, fingimiento de haber vuelto a la normalidad, enfrentamiento a la realidad depresión, sin esperanza, culpa, hasta que va pasando.
¿Como se ve afectada el autoestima en el adulto mayor?
El adulto mayor se ve afectada su autoestima dada la inseguridad que vive a partir de las pérdidas asociadas a sus vivencias afectivas, físicas y sociales como son: la independencia de los hijos, la pérdida del cónyuge, la disminución de capacidades, la salud a veces afectada, la jubilación, la disminución de ingresos, entre otras. Su vida emocional sufre modificaciones que originan actitudes acerca de sí mismo y acerca de los demás que pueden tener efectos negativos en sus relaciones afectivas y en el trato con otros. Sabemos que a partir de la autoestima, es decir, del concepto del propio valor, se proyectan la comunicación y las conductas que constituyen la base del mundo afectivo relacional. El refuerzo de la autoestima en el Adulto Mayor, se sostendrá en el hecho de favorecer la apertura de la perspectiva desde sí mismo respecto a las metas alcanzadas, esfuerzos, logros y sabiduría de vida a partir de la experiencia (ampliar la autoimagen positivamente). Este refuerzo puede darse a través del aprendizaje acerca de la valoración de sí mismo y de la comunicación, lo cual favorecerá la adaptabilidad al entorno.