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Vasculitis
La vasculitis es una condición patológica caracterizada por la inflamación y necrosis de los vasos sanguíneos, lo que puede causar isquemia en los órganos suministrados por dichos vasos.
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La vasculitis es un proceso clínico patológico caracterizado por inflamación y necrosis de los vasos sanguíneos, que provoca isquemia distal a la lesión en los órganos y territorios irrigados por estos vasos. Puede afectar vasos de cualquier calibre, incluidos los capilares, vénulas y arteriolas, así como arterias musculares de pequeño, mediano y gran calibre.
La elección del tratamiento depende de la gravedad de la afección, el tipo específico de vasculitis y los órganos afectados. A menudo es necesario un enfoque multidisciplinario que involucre a reumatólogos, nefrólogos, dermatólogos y otros especialistas pediátricos para brindar una atención integral.
Las terapias de apoyo tienen como objetivo mejorar la calidad de vida, reducir el dolor y las molestias, y ayudar a los niños a recuperar su funcionamiento normal.
Actúan suprimiendo el sistema inmunitario para reducir la inflamación. A menudo se utilizan en combinación con corticoides para lograr un mejor control de la enfermedad.
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Se recetan comúnmente para reducir la inflamación y suprimir el sistema inmunitario. Pueden ayudar a aliviar los síntomas y prevenir un mayor daño a los vasos sanguíneos.
El uso prolongado de corticosteroides puede tener efectos secundarios, por lo que la dosis se controla cuidadosamente.
Factores genéticos, infecciosos y ambientales todavía no caracterizados.
En algunos casos se ha demostrado relación con agentes infecciosos tales como con el virus de la hepatitis B o el estreptococo beta hemolítico. En otras, se sospecha alguna relación con agentes alérgicos, tumorales, virales, etc. (vasculitis secundarias).
La inflamación en la pared de los vasos sanguíneos determina una disminución u obstrucción al flujo de la sangre, por lo cual llegaría menos o nada de irrigación, provocando “isquemia” (falta de irrigación de sangre en un órgano) y como consecuencia de ello, daño en la parte del cuerpo irrigado por dicho vaso, y de esa manera puede deteriorase las funciones del órgano afectado.
Las técnicas de imágenes no invasivas pueden ayudar a determinar qué vasos sanguíneos y qué órganos están afectados. También pueden ayudar al médico a controlar si estás respondiendo al tratamiento.
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Buscan signos de inflamación, como un nivel alto de proteína C reactiva. Un recuento completo de células sanguíneas puede indicar si tienes suficientes glóbulos rojos. Los análisis de sangre que detectan ciertos anticuerpos, como la prueba de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos, puede servir para diagnosticar la vasculitis.
Fiebre, fatiga, pérdida de peso y pérdida del apetito.
Los niños pueden tener dificultad para respirar, tos o dolor en el pecho.
Los niños pueden experimentar síntomas como sangre en la orina, hinchazón en las piernas o la cara y presión arterial alta.
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