Emplear el humor en una conversación puede servir para:
• Calmar la ansiedad
• Cambiar de argumento simplemente
• Disimular una sensación negativa
De todas formas, siempre hay que ser cuidadoso con el humor para evitar dar una mala imagen y no sugerir erróneamente hostilidad.
Las preguntas son útiles cuando la conversación se desvía de un tema central, se producen silencios prolongados o tiende hacia el aburrimiento. Dichas preguntas sólo tienen que estar relacionadas con las afirmaciones y quejas que se plantean durante la conversación, con el objeto de no hacer el ridículo o hablar de cosas que no interesan a nadie.
Formular una pregunta abierta casi siempre permite conseguir una respuesta donde hay más elementos descriptivos. Por ejemplo, se puede preguntar:
• ¿Qué te parece tal o cual cosa?
• ¿Qué opinas de este tema?
• ¿Qué podríamos hacer para mejorar tal asunto?
Independientemente de cual sea el tema de conversación es importante observar con mucho detalle todo lo que pasa, tanto mientras se está hablando como cuando se atiende al lenguaje no verbal; y en especial fijarse en los silencios. Cuando se trata de una conversación directa o una conversación telefónica, estar atentos a los silencios sirve para obtener indicios claros sobre Sí es mejor continuar con el tema o ha llegado el Momento oportuno de cambiar el rumbo de la conversación.
En cierto modo, el silencio puede ser efectivo si se aprovecha la ocasión para hacer referencia a cosas agradables, con lo cual se da cierta agilidad a la conversación o se despierta el interés del interlocutor. No se trata de “tapar” estos “tiempos muertos” para hablar de temas intranscendentes como el clima, sino de dar un espacio a un tema de interés común.