La educación de los adolescentes: ¿Innovación o vuelta al pasado?

Vivimos en una época de cambio de paradigmas. La “modernidad líquida” (Zygmunt Bauman), una forma de llamar a esta época, trajo aparejado nuevos modos de relación, cambios en las organizaciones, nuevos modelos de familia, la irrupción de internet y el mundo virtual, todo lo cual hace que las sociedades en las que vivimos ya no sean como antes. Esto afecta sin lugar a dudas a la educación y por ende a la escuela como institución

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La palabra ‘innovación’ funciona como un cajón de sastre

Innovación es una palabra mágica. Suele ir unida a otro como emprendedor, evaluación, coaching, nuevas tecnologías, etc. En el caso de la educación hay una presión que empuja en la dirección de la innovación y la tecnología.

Se sigue hablando hace año de “nuevas” tecnologías, cuando forman parte de nuestra vida desde

Muchas de estas paradojas muestran una escuela que cambia su ropaje, cambia por fuera, sin embargo, no hay un verdadero replanteo acerca de su función en la sociedad actual. Pensamos esto, especialmente, cuando hablamos de la educación de los adolescentes.

¿Qué ocurre en el caso de los adolescentes? Su vida y su contexto pasan por otro lugar, más propio del siglo XXI que del siglo XX

La escuela como la conocemos es más propia del siglo XX. La formación dada a los profesores se basa en modelos del siglo pasado. Todo esto nos muestra una distancia, una escuela claramente desfasada en relación a los adolescentes con los que trabaja.

El saber ya no está más físicamente y necesariamente en la escuela

Evidentemente hay saberes necesarios y hay otros por descubrir, también otros que claramente son innecesarios o repetitivos. La función de la escuela puede ser la de ayudar a que se pueda amar lo que se aprende, a que cada uno pueda querer lo que se desea y buscarlo. Ayudar al adolescente a que canalice sus preguntas. Ayudarlo a que encuentre su camino.

Se ha de ayudar al adolescente a despertar su interés, su curiosidad, a que haga y se haga preguntas, acerca de su vida, de su entorno

En las escuelas muchas veces se dan encuentros positivos, son aquellos en los que se genera la transferencia al educador, consecuencia del respeto que despierta, que no es otro que el que sabe y ama lo que enseña y que sabe cómo transmitirlo.