LAS OPERACIONES «CONCRETAS»
DEL PENSAMIENTO Y LAS RELACIONES
INTERINDIVIDUALES
LOS TRES NIVELES DEL PASO
DE LA ACCIÓN A LA OPERACIÓN
En el comienzo está el nivel senso-motor
de acción directa, sobre lo real, y luego
viene el nivel de las operaciones,
desde los siete-ocho años, que afectan
igualmente a las transformaciones de lo
real, pero por acciones interiorizadas y
agrupadas en sistemas coherentes y reversibles
El primer obstáculo para la operación
es, pues, la necesidad de reconstruir
en ese nuevo plano que es el de la
representación lo que ya estaba
adquirido en el de la acción
En segundo lugar, esa reconstrucción entraña
entonces un proceso formador análogo
al que hemos descrito en el plano
senso-motor: el paso de un estado inicial
En el que todo está centrado en el
cuerpo y la acción propios, a un
estado de descentración en el que
éstos están situados en sus relaciones
objetivas con relación al conjunto de
los objetos y de los actos señalados
en el universo
En tercer lugar, cuando el lenguaje y la función
semiótica permiten, no sólo la evocación,
sino también, y sobre todo, la comunicación,
el universo de la representación no está
exclusivamente formado por objetos
como al nivel senso-motor, sino igualmente
de sujetos
Contrariamente a la mayoría de las
acciones, las operaciones implican
siempre, en efecto, una posibilidad
de intercambio, de coordinación
individual e interindividual
Tales consideraciones muestran que las
construcciones y la descentración
cognoscitivas necesarias para la elaboración
de las operaciones son inseparables de
construcciones y de una descentración
afectivas y sociales
LA GÉNESIS DE LAS
OPERACIONES
"CONCRETAS"
Las operaciones tales como la reunión de dos clases
o la adición de dos números son acciones elegidas
entre las más generales, interiorizables y reversibles
no están nunca aisladas, sino coordinables
en sistemas de conjunto y no sólo intervienen en sus
razonamientos privados, sino también en sus intercambios cognoscitivos, ya que éstos consisten en reunir
informaciones, ponerlas en relación o en correspondencia, introducir reciprocidades, etc., lo que constituye
nuevamente operaciones
Nociones de
conservación
La indicación más clara de la existencia
de un período preoperatorio, es la
ausencia, hasta los siete-ocho años,
de nociones de conservación.
Los estados están, en lo sucesivo,
subordinados a las transformaciones,
y éstas, al ser descentradas de la acción
propia para hacerse reversibles, acusan
a la vez modificaciones en sus
variaciones compensadas y la
invariante implicada por la reversibilidad
Estos hechos pueden servir de ejemplo
para el esquema general de la adquisición
de toda noción de conservación, a partir
de las reacciones preoperatorias
de no-conservación
Ya se trate de las deformaciones de
una bolita de barro a propósito de las
cuales el niño descubrirá la conservación
de la sustancia hacia los siete-ocho años,
del peso hacia los nueve-diez y del
volumen hacia los once-doce
Ya se trate de la conservación
de las longitudes
De superficies o de volúmenes,
de conservación de los conjuntos
después del cambio de disposiciones
espaciales, etc., se hallan siempre,
en los niveles preoperatorios,
reacciones centradas
Las operaciones
concretas
Las operaciones de que se trata en
este género de problemas pueden
llamarse concretas en el sentido de
que afectan directamente a los
objetos y aún no a hipótesis
enunciadas verbalmente, como en
el caso de las operaciones proposicionadas
Esas operaciones nacientes se coordinan
ya en estructuras de conjunto, pero
que son pobres y proceden aún
progresivamente a falta de combinaciones
generalizadas
Esas estructuras son, clasificaciones,
seriaciones, correspondencias de un
punto a otro o a varios, matrices o
tablas de doble entrada
Lo propio de esas estructuras, que llamaremos "agrupamientos", es que constituyen
encadenamientos progresivos, que
implican composiciones de
operaciones directas
La
"seriación"
Un buen ejemplo de ese proceso
constructivo es el de la seriación,
que consiste en ordenar los elementos
según sus dimensiones crecientes o
decrecientes
Cuando se les da a los sujetos 10 regletas cuyas
diferencias poco aparentes necesitan comparaciones dos
a dos, se observan las siguientes etapas: primero, parejas o pequeños conjuntos (una pequeña y una grande, etc.), pero incoordinables entre sí; luego, una construcción por tanteos empíricos, que constituyen regulaciones semirreversibles, pero aún no operatorias
De esta seriación operatoria, adquirida
hacia los siete años, se derivan
correspondencias seriales o seriaciones
de dos dimensiones.
Esos sistemas se adquieren también
a los siete o los ocho años
La
clasificación
La clasificación constituye, asimismo,
un agrupamiento fundamental, cuyas
raíces pueden buscarse en las
asimilaciones propias de los esquemas
senso-motores
Cuando se da a los niños
de tres a doce años objetos
para que los clasifiquen,
se observan tres grandes
etapas
Los más pequeños comienzan por "colecciones
de figura", es decir, que disponen los objetos no sólo
según sus semejanzas y diferencias individuales, sino yuxtaponiéndolos espacialmente en filas, en cuadrados, en
círculos, etc., de modo que su colección implica, por sí
misma, una figura en el espacio, la cual sirve de expresión perceptiva o imaginada a la "extensión" de la clase
La segunda etapa es la de las colecciones no figurativas: pequeños conjuntos sin forma espacial diferenciables en subconjuntos. La clasificación parece entonces racional, pero, analizándola, atestigua aún lagunas en la "extensión"
El
número
La construcción de los números enteros
se efectúa, en el niño, en estrecha ligazón
con la de las seriaciones y de las inclusiones
de clases
El número procede, simplemente, de una
correspondencia; punto por punto, entre
dos clases o dos conjuntos. Pero hay dos
estructuras de correspondencias: las
correspondencias cualificadas, fundadas en las
semejanzas de los elementos
y las correspondencias "cualesquiera"
o "uno a uno"
El número resulta ante todo de una
abstracción de las cualidades diferenciales,
que tiene por resultado hacer cada
elemento individual equivalente a cada
uno de los otros: 1 = 1 = 1, etc.
El
Espacio
Existe un conjunto de estructuras,
exactamente isomorfas a las precedentes,
salvo que se refieren a objetos continuos
y se fundan en las aproximaciones y
las separaciones
Esas operaciones, que podemos denominar
"infralógicas" (en el sentido de que afectan
a otro nivel de realidad, y no porque sean
anteriores), se construyen paralelamente
a las operaciones lógico-aritméticas y
sincrónicamente con ellas, en particular
por lo que atañe a las operaciones espaciales
Un ejemplo impresionante es el de la
medida espacial ", que se constituye
independientemente del número, pero
en isomorfismo estrecho con él
La medida aparece así como una
síntesis del desplazamiento y de
la adición partitiva en el mismo
sentido que el número es la síntesis
de la seriación y de la inclusión
Tiempo y
velocidad
La noción de velocidad no se inicia bajo
su forma métrica, que sólo se alcanza
hacia los diez-once años, sino en forma
ordinal: un móvil es más rápido que otro si
le rebasa, es decir, si estaba detrás de él
en un momento anterior y luego está
delante en un momento ulterior
A un nivel preoperatorio,
el niño no considera, ni aun
en general, más que los
puntos de llegada
Luego estructura operatoriamente
los rebasamientos anticipados tanto
como los comprobados; tras de lo
cual llega a darse cuenta de la
magnitud creciente o decreciente de
los intervalos
En cuanto a la noción del tiempo,
se basa, en su forma acabada,
sobre tres clases de operaciones:
Una seriación de los
acontecimientos,
constitutiva del orden
de sucesión temporal
Un ajuste de los intervalos
entre los acontecimientos
puntuales, fuente de la
duración
Una métrica temporal (ya
actuante en el sistema
de las unidades musicales,
mucho antes de toda
elaboración científica),
isomorfa de la métrica espacial
LA REPRESENTACIÓN
DEL UNIVERSO,
CAUSALIDAD Y AZAR
En relación con el núcleo operatorio del pensamiento
se despliega un gran número de actividades estructura-
das en diversos grados según lleguen con mayor o menor
facilidad a asimilar lo real
Desde alrededor de los tres años
el niño se plantea, y plantea a
quienes le rodean, una serie de
preguntas, de las que las más
notables son los "por qué".
Los "por qué" atestiguan una precausalidad
intermedia entre la causa eficiente y la
causa final: y tienden, sobre todo, a
encontrar una razón, desde esos
dos puntos de vista, para los fenómenos
que para nosotros son fortuitos,
pero que para el niño provocan entonces
mucho más la necesidad de una explicación finalista
Esta precausalidad ofrece el
interés de ser bastante
próxima a las formas
senso-motoras iniciales
de causalidad que hemos
denominado "mágico-fenoménicas"
Pero, así como la precausalidad senso-motora
da paso a una causalidad objetiva y espacializada,
también la precausalidad representativa, que es
esencialmente asimilación a la acción, se
transforma poco a poco al nivel de las operaciones
concretas en una causalidad racional por asimilación,
Un buen ejemplo de esta causalidad
operatoria es el del atomismo infantil,
derivado de las operaciones aditivas y
de la conservación que de ellas emana
El azar no es concebido en
seguida más que a título negativo,
como obstáculo para la deductibilidad,
el niño llega pronto a asimilar lo aleatorio
a la operación, comprendiendo que,
si los casos individuales permanecen
imprevisibles, los conjuntos dan
lugar a una previsibilidad
La noción de probabilidad se
construye entonces poco a poco,
en tanto que es relación entre los
casos favorables y los casos posibles
LAS INTERACCIONES
SOCIALES Y AFECTIVAS
La afectividad constituye la energética de
las conductas cuyas estructuras corresponden
a las funciones cognoscitivas, y si la energética
no explica la estructuración, ni a la inversa,
ninguna de las dos podría funcionar sin la otra.
Evolución
La llegada de la representación,
debida a la función semiótica, es,
en efecto, tan importante para el
desarrollo de la afectividad y de
las relaciones sociales como para
el de las funciones cognoscitivas
El objeto afectivo senso-motor
no es sino un objeto de contacto
directo, que puede volverse a
encontrar en caso de separación
momentánea, pero que no es evocable
durante esas separaciones
"Crisis de oposición"
Se señala por una necesidad de
afirmación y de independencia, así
como por todas clases de rivalidades,
de tipo edipiano o de manera general
respecto a los mayores
Y todo eso se traduce incesantemente
en elaboraciones del juego simbólico en
sus aspectos afectivos tanto como en las
conductas afectivas y no lúdicas
El problema
El término de "social" puede corresponder
a dos realidades muy distintas, desde el
punto de vista afectivo, como hemos
insistido ya desde el punto de vista
cognoscitivo: hay, ante todo, las relaciones
entre el niño y el adulto, fuente de
transmisiones educativas y lingüísticas,
aportaciones culturales desde el punto
de vista cognoscitivo y fuente de
sentimientos específicos y, en particular,
de los sentimientos morales
Ese proceso de socialización
es el que esencialmente
constituye el problema
El niño presenta el máximum de
interacciones o, al menos, de
interdependencias sociales
durante la primera infancia
La socialización
Dado que todos aceptan el
carácter indisociable y paralelo
de los desarrollos cognoscitivo y
afectivo o social, en utilizar como
hilo conductor el resultado de las
investigaciones acerca de las
actitudes intelectuales propias
del nivel preoperatorio
La precausalidad constituye a este
respecto un ejemplo notable de
situación en la cual el sujeto tiene
la convicción de alcanzar los
mecanismos exteriores y
objetivos de la realidad
Lo que es evidente en el caso de la
precausalidad, es, verdadero también,
aunque a veces menos aparente,
en el de las no-conservaciones y
de todas las reacciones preoperatorias
A diferencia esencial entre los niveles
preoperatorio y operatorio es que
en el primero domina la
asimilación a la acción propia
Mientras que en el segundo la
asimilación supera a las
coordinaciones generales de la
acción y, en consecuencia,
a las operaciones
SENTIMIENTOS Y
JUICIOS MORALES
Uno de los resultados esenciales de
las relaciones afectivas entre el niño
y sus padres o los adultos que
hagan sus veces es engendrar
sentimientos morales específicos
de obligación de conciencia
Génesis del
deber
La formación del sentimiento
de obligación está subordinada
a dos condiciones, necesarias
una y otra y suficientes ambas:
La intervención de consignas
dadas desde el exterior, es decir,
órdenes de cumplimiento
indeterminado
La aceptación de esas consignas,
que supone la existencia de un
sentimiento sui generis de quien
recibe la consigna por quien la da
La
hetoronomía
Se traduce en cierto número
de reacciones afectivas y en ciertas
estructuras notables, propias del
juicio moral antes de los
siete-ocho años
Desde el punto de vista afectivo,
hay que señalar, ante todo, que
el poder de las consignas está
inicialmente ligado a la presencia
material del que las da: en su
ausencia, la ley pierde su acción
o su violación sólo va unida a
un malestar momentáneo
Los componentes del respeto se
disocian y esa disociación desemboca
en mezclas de afecto y de hostilidad,
de simpatía y de agresividad, de celos, etc.
El realismo
moral
El realismo moral, según el cual,
las obligaciones y los valores
están determinados por la ley
o la consigna en sí misma,
independientemente del contexto
de las intenciones y de las
relaciones
En el terreno de la valuación
de las responsabilidades,
el realismo moral lleva a
esa forma, bien conocida en
la historia del Derecho y
de la moral, que se llama
responsabilidad objetiva
"El acto es valorado en función
de su grado de conformidad
material con la ley, y no
en función de las intenciones
aviesas de violar la ley
o buena intención que,
involuntariamente, se
halle en conflicto con la ley".
La
autonomía
Con los progresos de la cooperación
social entre niños y los progresos
operatorios correlativos, el niño llega
a relaciones morales nuevas fundadas
en el respeto mutuo y que llevan
a cierta autonomía
Hay que señalar,
no obstante, dos hechos
importantes:
De una parte, en los juegos con reglas,
los niños de menos de unos siete
años que reciben esas reglas ya
establecidas de los mayores las
consideran como "sagradas",
intangibles y de origen trascendente
De otra parte, un producto
esencial del respeto mutuo
y de la reciprocidad es el
sentimiento de la justicia,
frecuentemente adquirido
a expensas de los padres
(con ocasión de una injusticia
involuntaria, etc.).