COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL Y DELICTIVO
Una aproximación biológica
a la comprensión del comportamiento antisocial y delictivo
La investigación biopsicológica nos advierte de la relación entre la con-
ducta antisocial y algunos factores con eminente carga biológica: los
instintos de supervivencia; los procesos bioquímicos como la testos-
terona, la adrenalina, la noradrenalina, la serotonina; las disfunciones
electroencefalográficas; las alteraciones cromosómicas, el Trastorno de
Atención con Hiperactividad, alta irnpulsividad y la influencia genéti-
ca (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007).A este respecto, Fernández-Ríos y
Rodríguez (2007)critican la marcada tendencia de la psicología a biolo-
gizar el origen del comportamiento antisocial, como lo denotan diver-
sos estudios (Kaplan y Tolle,2006;Rutter, 2006;Rutter, Moffitt y Caspi,
2006). Cabe referir que, aunque existen fundamentos biológicos para
la conducta prosocial y antisocial (Knafo y Plomin, 2006), difícilmente
se puede hallar un gen único, por lo que se ha de trabajar con genes
generalistas (Fernández-Ríos y Rodríguez, 2007).A tenor de las limita-
ciones de este enfoque cobra importancia la influencia del aprendizaje
social sobre la conducta y los propios procesos bioquímicos. En este
sentido, Redondo (2008) postula que todo cambio terapéutico tendría
que hacerse desde los elementos más moldeables
TERAPIAS
Teorías basadas en la biofisiología
Mientras la perspectiva biotipológica estudia la conducta delictiva
con base en ciertas características físicas (Kretschmer, 1948; Lom-
broso, 1878; Sheldon, 1949), la teoría bioquímica la explica en razón
a los procesos bioquímicos inherentes al individuo (Mackal, 1983).
Asumiendo pues, que los procesos biológicos median en el com-
portamiento antisocial y pro social del individuo, se sostiene que en
la tendencia antisocial convergen factores psicobiológicos como el
nivel de arousal (Farrington, 1992) o el cortisol (Murray-Close, Han,
Cicchetti, Crick y Rogosch, 2008), las catecolaminas y las hormo-
nas gonadales (Aluja, 1991; Carrido, Stangeland y Redondo, 1999).
Adícionalmente, se postula que el hipotálamo (centro nervioso re-
gulador de conductas básicas de supervivencia, como la conducta
antisocial) y la glándula pituitaria (productora de hormonas como
la testosterona) desempeñan una función relevante en el control y
producción del comportamiento antisocial.
Teorías basadas en la personalidad
La teoría de la personalidad de Eysenck (1970, 1976, 1978) plantea que
la conducta delictiva es producto de la influencia de las variables am-
bientales sobre los individuos con determinadas predisposiciones gené-
ticas. Esto es, la conducta delictiva se explica por medio de procesos psi-
cofisiológicos, como la emotividad, la excitación y el condicionamiento,
que originan un determinado tipo de personalidad, el cual incide en
la tendencia conductual del individuo ante determinadas situaciones
(Garrido, 2005).
Esta teoría postula tres dimensiones temperamentales de la per-
sonalidad: a) extroversión-introversión, b) neuroticismo-estabilidad
emocional y c) psicoticismo (Redondo y Andrés-Pueyo, 2007). Estas
dimensiones son continuas y varían entre los individuos, predominan-
do, en la mayoría de las personas, las puntuaciones intermedias entre
los extremos. Estos rasgos de personalidad son generalizables, es decir,
Teorías basadas en el razonamiento cognitivo y emocional
Según la teoría cognitivo-conductual el modo cómo una persona piensa,
percibe, analiza y valora la realidad influye en su ajuste emocional y
conductual (Garrido, 2005);así, la literatura relaciona el comportamien-
to antisocial con estructuras cognitivas distorsionadas o prodelictivas
(Herrero, 2005;Langton, 2007),en tanto que éstas precipitan, alimentan,
amparan o excusan las actividades delictivas (Redondo, 2008). Estas
distorsiones pueden hacer que cada sujeto, para justificar su compor-
tamiento antisocial, describa el delito desde su propia perspectiva,
llegando incluso éstas, en casos como el delincuente sexual, a funcionar
como «teorías implícitas», explicativas y predictivas del comportamien-
to, hábitos y deseos de las víctimas (Ward, 2000). Estos pensamientos,
en ocasiones, aparecen de forma automática, siendo resultado de los
aprendizajes acumulados a lo largo de la vida (Beck,2000;White, 2000).
En concreto, la terapia de control cognitivo aduce que la falta de control
del sujeto sobre su conducta desviada se debe al derrumbamiento de la
autonomía cognitiva,
Teorías basadas en la ruptura de vínculos sociales
con los grupos y las normas convencionales
Desde que en 1947Sutherland formulara la teoría del asociacionismo
diferencial han sido varios los investigadores que se han interesado
por el efecto de la vinculación con grupos anticonvencionales sobre
la conducta, en general, y la delictiva, en particular (Elliot y Merril,
1941;Sykes y Matza, 1957). En un trabajo de campo reciente (Fariña,
Arce y Novo, 2008), hallamos que los menores de riesgo de desviación
cluye diversos tipos de conductas desviadas (Redondo, 2008).Si bien
la versatilidad de estas conductas es admitida por la mayoría de los
investigadores (Romero, Sobral y Luengo, 1999), este hecho ha gene-
rado discrepancias en cuanto a su influencia sobre la teoría y la inves-
tigación en este campo. Así, algunos autores como Farrington (1992),
Gottfredson y Hirschi (1990)sostienen que el comportamiento antiso-
cial ha de estudiarse de forma global, careciendo de sentido establecer
diferencias en la causación de cada tipología delictiva, en tanto que las
múltiples actividades antinormativas son conceptualmente análogas.
En cambio, otros como Garrido, Stangeland y Redondo (1999),Mirón y
Otero-López (2005)se decantan por un análisis segmentado, al estimar
que las diferencias entre las diferentes tipologías de comportamiento
antisocial deben quedar ya reflejadas en el fundamento teórico, puesto
que cada comportamiento antisocial presenta sus factores de riesgo y
protección específicos.