Depresión y manía

Depresión y autoestima

La comprensión de las neurosis impulsivas y las adicciones nos ofrecen los prerrequisitos básicos para el estudio de ese mecanismo de formación de síntomas que es la depresión. En forma leve, la depresión se presenta en casi todas las neurosis (al menos, bajo la forma de sentimientos neuróticos de inferiori­dad). En su forma más intensa es el más terrible de los síntomas que caracterizan el angustioso estado psicótico de la melancolía.

La depresión se basa en la misma predisposición que la adicción y los impulsos patológicos. Una persona fijada al estado en que su autoestima es regulada por suministros externos, o a quien los sentimientos de culpa han hecho regresar a ese estado, tiene una necesidad vital de tales suministros.

Las depresiones neuróticas son intentos desesperados de obligar a un objeto a conceder los suministros vitalmente necesarios, mientras que en las depresiones psicóticas una pérdida efectiva y completa ya se ha producido realmente, y los intentos de regulación se dirigen exclusivamente al superyó

La oralidad en la depresión

La pregenitalidad de estos pacientes se exhibe ante todo en su orientación anal. Abraham demostró que la personalidad de los maniaco-depresivos en sus intervalos de remisión, se asemeja en gran medida a la de los neuróticos obsesivos. Las combinaciones de depresiones y neurosis obsesiva son frecuentes.

Detrás de esta orientación anal siempre resultan visibles las tendencias propias de una fijación oral. La negativa a comer no es sólo el sintoma clinico más extendido de la melancolía. Es concomitante de toda depresión. Ocasionalmente alterna también con la bulimia,

La característica oralidad receptiva marcha de la mano con un erotismo receptivo de la piel, es decir, con un anhelo de calor y reaseguramiento. La analidad de las personas deprimidas no intenta retener a su objeto. Más bien tiende a incorporarlo, aun si para ello el objeto deberá ser destruido.

Duelo y depresión

Freud comparó la depresión con un fenómeno normal que le es afin: el duelo. Cuando un niño pierde un objeto, sus tendencias libidinosas, desligadas del objeto, "inundan" al niño y pueden crear pánico. En la "aflicción", el adulto ha aprendido a controlar esta inundación retardando el inevitable proceso de la pérdida.

Toda persona en trance de duelo trata de simplificar su tarea mediante la creación de una especie de objeto sustitutivo dentro de si mismo una vez que el objeto real ha desaparecido. Utiliza para esto el mismo mecanismo que emplea toda persona que ha sufrido un desengaño, inclusive los deprimidos: la regresión del amor a la incorporación, de la relación de objeto a la identificación.

El duelo resulta más complicado y aun se convierte en patológico cuan. do la relación de la persona con el objeto perdido ha sido extremadamente ambivalente. En este caso la introyección adquiere un significado sádico.

El conflicto entre el superyó y el yo

Después de la introyección, el sadismo se pone de parte del superyó y ataca al yo, que ha sido modificado por la introyección.

El sadismo del superyó, en la depre sión, es mayor que el sadismo del superyó que hallamos en los neuróticos obsesivos, tanto como la ambivalencia del deprimido excede a la del neuró tico obsesivo. El superyó trata al yo de la misma manera que el paciente, inconscientemente, había querido tratar al objeto que ha perdido.

En la melancolia pareciera que el peso mayor de la personalidad ha sido trasladado del yo al superyó. La conciencia del paciente representa su personalidad total. El yo modificado por la introyección es simplemente el objeto de esta conciencia y se halla enteramente sojuzgado por ella.

Suicidio

El suicidio del depresivo es, si se lo examina desde el punto de vista del superyó, una vuelta del sadismo contra la propia persona, y la tesis de que nadie se quita la vida sin haber intentado antes matar a otro, es comprobada por el suicidio de los depresivos. Desde el punto de vista del yo, el suicidio es, ante todo, una expresión del hecho de que la terrible tensión producida por el superyó se ha hecho insoportable.

El suicidio se lleva a cabo porque las esperanzas e ilusiones de una tranquilizadora gratificación se hallan vinculadas a la idea de suicidio. Los análisis de tentativas de suicidio demuestran realmente a menudo que se ha establecido una vinculación entre la idea de estar muerto o de morir y ciertas fantasías placenteras y henchidas de esperanza.

Manía

Desde un punto de vista descriptivo, todos los fenómenos maníacos tienen como centro un enorme incremento en la autoestima. Afirmar que la conciencia parece haber desaparecido o hallarse muy restringida en su eficacia, equivale a lo mismo, ya que "sentimiento de conciencia y disminución de la autoestima" son dos cosas esencialmente idénticas. Todos los problemas de la mania pueden ser abordados desde el punto de vista de este aumento de la autoestima o la disminución en el grado de conciencia.

Freud dijo que en el estado maniaco desaparece aparentemente la diferencia entre cl yo y el superyó. Mientras que en la melancolia el yo es enteramente impotente y el superyó es omnipotente, en la mania el yo vuelve a gozar de su omnipotencia, ya sea porque la recobra imponiéndose de algún modo sobre el superyó, o bien por estar unido al superyó y participar de su poder