Los suelos orgánicos presentan múltiples usos y beneficios. Se emplean como acondicionadores físicos de suelos minerales, combustibles, material para limpiar aguas residuales y fuente de productos químicos para diversas industrias.
Tienen una alta CIC, comúnmente mayor de 100 cmol (+) kg-1
de suelo, medida a pH 7.
Presentan un alto contenido de carbono orgánico.
Son muy variables propiedades como el pH, el contenido de bases, la acidez intercambiable y el
contenido de nutrientes.
Tienen muy baja o ninguna plasticidad y pegajosidad.
Las propiedades de estos suelos dependen fundamentalmente del grado de descomposición que
presente la materia orgánica del mismo, así como de la cantidad de materiales minerales que se
encuentre en él.
ORIGEN DE LOS SUELOS
ORGÁNICOS
PEDOGÉNESIS
Proceso de formación del suelo. Se trata de un proceso paralelo a la sucesión ecológica. Hay varios factores que condicionan la edafogénesis: El clima: condiciona el tipo de meteorización y los flujos verticales.
Los suelos orgánicos se forman independientemente del clima y la litología, siempre que se den las
condiciones topográficas que favorezcan la acumulación de materiales orgánicos en condiciones
hidromórficas, es decir, saturados con agua deficiente en oxígeno casi permanentemente.
USO Y MANEJO DE LOS SUELOS
ORGÁNICOS
Los materiales orgánicos de estos suelos se han utilizado como acondicionadores físicos para los suelos
minerales, como combustible, como material para limpiar aguas residuales, como fuente de productos
químicos para algunas industrias (ceras, grasas, resinas y otros compuestos) y como relleno en los
fertilizantes químicos (Buol et al, 1997), como sustrato para cultivos bajo invernadero (Abad y
Noguera, 1998) y como soporte para inoculantes microbiológicos (Orozco, 1999).
los suelos orgánicos tienen posibilidades de ser utilizados en actividades
agrícolas, principalmente hortícolas, en explotaciones ganaderas de leche, con pastos mejorados o
nativos, en plantaciones forestales comerciales o de protección, siempre que se hagan las adecuaciones
de manejo necesarias para llevarlas a cabo; también son importantes, ecológicamente, como santuarios
para la protección de vida silvestre o como áreas aptas para la recreación.
CLASIFICACIÓN TAXONÓMICA DE
LOS SUELOS ORGÁNICOS
En la taxonomía de suelos del USDA (SSS, 1999, 1998; ver Capítulo 20), los suelos orgánicos se
clasifican en el orden Histosol y en el suborden Histel del orden Gelisol. Para establecer las
categorías de suborden, gran grupo y subgrupo se utilizan los siguientes criterios diferenciales:
Suborden: Tiempo de saturación con agua.
Tipos de materiales orgánicos presentes.
Gran grupo: Tiempo de saturación con agua.
Grado de descomposición de los materiales orgánicos.
Régimen de humedad.
Origen de las fibras.
Presencia de sulfuros y de sulfatos.
Presencia de humus iluvial.
Presencia de materiales gélicos (con crioturbación).
Subgrupo: Presencia de capas de agua dentro del perfil del suelo.
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Presencia de contactos líticos.
Presencia de capas de materiales minerales.
Presencia de fibras de Sphagnum.
Presencia de materiales límnicos, fíbricos, hémicos o sápricos.
Presencia de sales.
Presencia de materiales gélicos (con crioturbación).
DISTRIBUCIÓN DE LOS SUELOS
ORGÁNICOS EN COLOMBIA
En Colombia los suelos orgánicos se presentan en todos los pisos climáticos, siendo abundantes en
planicies lacustres de páramos y altiplanos fríos y templados, así como en basines de clima cálido en el
bajo Magdalena (Jaramillo et al, 1994).
Según estudios del IGAC, reportados por López y Cortés (1978) y por Malagón et al (1995), las áreas
más extensas con este tipo de suelos se presentan en el valle del río Atrato, en planicies costeras y mal
drenadas de los litorales caribe y pacífico, en los páramos altos, en el altiplano cundiboyacense y en el
valle del Sibundoy, en el Putumayo. Según Mejía, citado por Malagón et al (1995), los suelos
orgánicos, en Colombia, ocupan un área de 230 000 ha.
En el país se han publicado muy pocos estudios relacionados con estos suelos, siendo los más
completos los que se realizaron en los valles de Sibundoy (Putumayo) y de San Miguel de Sema
(Boyacá), por López y Cortés (1978).