El pueblo de Dios
La monarquia
Instauración de la monarquía
Desde la entrada en la Tierra prometida Israel comienza un proceso que le lleva a establecerse en Canaán como "pueblo de Dios" en medio de otros pueblos. La experiencia del largo camino por el desierto, bajo la guía directa de Dios, le ha enseñado a reconocer la absoluta soberanía de Dios sobre ellos. Dios es su Dios y Señor
Saúl es el primer rey de Israel. Con él se instaura la monarquía, deseada por el pueblo, contradiciendo la elección de Dios, que separó a Israel de en medio de los pueblos, uniéndose a él de un modo particular: "Tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios"
David ungido rey
Dios, el Señor de la historia, encamina los pasos de Samuel hacia David: "Yo te haré saber lo que has de hacer y ungirás para mí a aquel que yo te indicaré". Samuel se dirige a Belén y, los ancianos de la ciudad le salen al encuentro. Samuel les tranquiliza: "He venido en son de paz. Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio".
Saúl, ya rechazado por Dios, y David, ya ungido para sustituirlo, son dos figuras unidas y contrapuestas. Sus vidas y sus personas seguirán unidas por mucho tiempo
Una corriente de simpatía une a los dos. De este modo David se queda a vivir con Saúl, que llega a amarlo de corazón. Cada vez que le oprime la crisis de tristeza, David toma el arpa y toca para el rey.
David perseguido por Saul
Saúl, para responder al ataque de los filisteos, llama a las armas a sus mejores hombres. David, el pequeño, es excluido de nuevo. Sólo sus hermanos mayores van al campo de batalla.
Goliat es la encarnación de la arrogancia, de la fuerza, de la violencia frente a la debilidad, que Dios elige para confundir a los engreídos. Pequeñez y grandeza se hallan frente a frente. Pero la pequeñez tiene a sus espaldas la mano de Dios, sosteniéndola.
David rechaza los símbolos del poder y la fuerza para enfrentarse al adversario con las armas de su pequeñez y la confianza en Dios, que confunde a los potentes mediante los débiles. Saúl y David muestran sus diferencias. El rey y el pastor. El "más alto" y el "pequeño".
Ante las palabras de David, Goliat se enfurece y levanta los ojos al cielo con desprecio. Al levantar la cabeza descubre su frente. David se adelanta, corre a su encuentro, mete la mano en el zurrón, saca de él una piedra, la coloca en la honda, que hace girar sobre su cabeza y la suelta, hiriendo al filisteo en la frente; la piedra se le clava y cae de bruces en tierra. La boca, que ha blasfemado contra Dios, muerde el polvo. David corre hasta él y pone su pie contra la boca blasfema. Luego toma la espada misma de Goliat y con ella le corta la cabeza
David un hombre según el corazón de Dios
Después de la muerte de Saúl, David es consagrado rey de Judá y de Israel. Y lo primero que hace como rey es conquistar Jerusalén, que estaba en poder de los jebuseos y trasladar a ella el Arca del Señor. David y todo Israel "iban danzando delante del arca con gran entusiasmo", "en medio de gran alborozo"; "David danzaba, saltaba y bailaba"
Así dice el Señor, Dios de Israel: "Yo te ungí rey de Israel, te libré de Saúl, te di la hija de tu señor, puse en tus brazos sus mujeres, te di la casa de Israel y de Judá, y por si fuera poco te añadiré otros favores. ¿Por qué te has burlado del Señor haciendo lo que Él reprueba? Has asesinado a Urías, el hitita, para casarte con su mujer
La palabra de Dios penetra en el corazón de David y halla la tierra buena, el corazón según Dios, y da fruto: el reconocimiento y confesión del propio pecado abre la puerta a la misericordia de Dios. La miseria y la misericordia se encuentran
Gabriel anuncia a María que Jesús será rey y heredará el trono de David. Zacarías espera que la fuerza salvadora suscitada en la casa de David acabe con los enemigos y permita servir al Señor en santidad y justicia. Los ángeles lo aclaman como salvador, aunque haya nacido en pobreza, débil como un niño: "Hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías y Cristo"
La tierra y la monarquía
La figura de Josue, sucesor de moises
La salvación de Israel, comenzada por Moisés, la lleva a término Josué, que recoge su espíritu e introduce al pueblo en la tierra prometida. Josué, como dice su nombre (con la misma raíz que Jesús), es el Salvador, que no ha "venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento"
En el camino hacia el Sinaí se interpone Amalec, el enemigo declarado del pueblo de Dios. Moisés llama a Josué y le dice: "Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y al amanecer ataca a Amalec. Yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón de Dios en la mano"
Muerto Moisés, Dios habla con Josué, diciéndole: "Lo mismo que estuve con Moisés estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré. Tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que juré a sus padres. Yahveh, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas"
Caleb y Josué son los únicos salidos de Egipto que entran en la tierra. Y con ellos la nueva generación, nacida en el desierto, según la palabra del Señor: "A vuestros niños, de quienes dijisteis que caerían cautivos, los haré entrar para que conozcan la tierra que vosotros habéis despreciado"
Cuando Dios cumpla su promesa, el pueblo profesará de nuevo su fe en Dios, renovando la alianza. La renovación de la alianza (Jos 24) enlaza con la celebración de la alianza en el Sinaí
La conquista
Circunstancias históricas de la conquista
La continuidad de la historia de la salvación
El sentido de la conquista
La posesión de la tierra, objeto de promesas
Los jueces: salvadores del pueblo
Los Jueces, que prolongan la acción de Moisés y Josué, son personas elegidas por Dios para salvar a su pueblo. Para ello Dios les reviste de un carisma especial, no sólo para administrar justicia, sino para gobernar a Israel.
El pueblo se entrega a los dioses locales, poniendo en ellos su seguridad y olvidando a Dios, que le ha dado la prosperidad. Sólo volviendo a situarse en la precariedad, volviendo a la situación de esclavitud de los padres en Egipto, Israel se vuelve al Dios salvador, que interviene suscitando los Jueces
. El Señor envía su ángel a la mujer de Manóaj, que es estéril. El ángel le anuncia: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja sobre su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. El empezará a salvar a Israel de los filisteos"
Sansón es figura de su mismo pueblo. Dios realiza sus planes con él, así como es. Hasta toma ocasión de su amor por las mujeres filisteas para llevar a cabo la historia de la salvación
La "fuerza de Dios" triunfa sobre la idolatría, invitando a Israel a la fidelidad a la Alianza. Sansón, cuya fuerza viene de Dios, es un don del Señor a Israel, señalado desde el comienzo con la esterilidad de su madre
Pascua y salida
Con la revelación del nombre de Dios, Moisés es enviado a sacar a Israel de la esclavitud de Egipto para que pueda "dar culto" al Dios que el Faraón se niega a reconocer. Dios le promete estar con él y "actuar con mano fuerte", hiriendo a los egipcios hasta que el Faraón les deje salir
La Iglesia ve en el paso del mar Rojo un símbolo del bautismo: "Si el agua de manantial simboliza la vida, el agua del mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser símbolo del misterio de la Cruz
El canto de moises y del cordero
Sólo Cristo es realmente capaz de librar al hombre de la esclavitud del pecado. A diferencia de la ley que no salva, la fe en Cristo sí salva.
El desierto
El desierto es el camino escogido por Dios para llevar al pueblo a la tierra prometida, aunque no era el más corto entre Egipto y Canaán
El desierto es un lugar de paso, no un lugar permanente; es el paso de la esclavitud a la libertad, de Egipto a la tierra prometida: "Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró de la espada: va a su descanso (tierra) Israel"
El paso del mar rojo
Moisés les dijo que no temieran, que se quedaran tranquilos e inmediatamente verían de qué portentosa forma lograban la salvación. Extendió una mano y un viento fuerte empezó a soplar abriendo el mar y separando las aguas, dejando un paso seco. El pueblo podía cruzarlo a pie, sin mojarse.
El ejército del Faraón los siguió, penetrando en el lecho seco del mar. Cuando los israelitas acabaron de pasar a la otra orilla Moisés extendió de nuevo la mano, cesó el viento y las aguas volvieron a su nivel, pereciendo en ellas el Faraón y todos sus soldados, jinetes y caballos.
El mana
La comida enviada milagrosamente a los israelitas durante su estadía de cuarenta años en el desierto (Ex.16; Núm. 11,6-9). Caía durante la noche en pequeñas hojuelas blancas o granos que cubrían el suelo y tenían la apariencia de escarcha blanca. Estos granos son descritos como semejantes a semilla de cilantro y bedelio, con un sabor a “torta de miel”, o “pan untado con aceite”
El intercesor
En el desempeño de su misión Moisés tuvo que superar todo tipo de dificultades: en primer lugar, la oposición de los propios israelitas que no aceptaban de buen grado su liderazgo ni comprendían que aquella empresa fuera querida por Dios ni beneficiosa para ellos.
La alianza del Sinaí y la ley
El camino del desierto fue el itinerario escogido por Dios para llevar al pueblo a una vida de comunión con Él, en alianza con El. De Egipto salió "una muchedumbre abigarrada, una masa de personas"
La alianza parte de Dios, que toma la iniciativa. Dios llama a Moisés para comunicarle las cláusulas de la alianza (Ex 19,1-6).En el Sinaí Dios se presenta a Israel proclamando: "Yo, Yahveh, soy tu Dios". Sus acciones salvadoras le permiten afirmar, no sólo que es Dios, sino realmente "tu Dios", tu salvador, el "que te ha liberado, sacándote de la esclavitud"
Las 10 plagas
Primera plaga: el agua se convierte en sangre
Segunda, tercera y cuarta plagas: ranas, mosquitos e insectos
Quinta y sexta plagas: pestilencia, úlceras y sarpullidos incurables
Séptima plaga: granizo de fuego y hielo
Octava, novena y décima plagas: langostas, oscuridad y muerte de los primogénitos
El Dios creador es el Dios de la historia
La salvación es el acontecimiento en que se basa la fe en la creación
Pero Dios es invisible (1 Jn 4,12). Por ello, la revelación de Dios se hace imposible sin unas personas que penetran en los hechos por la fe y captan la intervención de Dios.
Israel vive su historia viendo la presencia de Dios en ella
Al pecado Dios responde con el anuncio -protoevangelio- de la salvación. Si el hombre se ha apartado de Dios, Dios no se ha alejado del hombre y, por ello, no ha desaparecido su amor al hombre
La fe en Dios que se revela y salva, aceptada como base de su existencia como pueblo, hace de Israel un arquetipo de la experiencia de fe para todos los hombres
En el fondo, creer (aman, amén) significa reconocer a Dios como Dios en la interpretación del mundo y de la historia y en la experiencia de la propia vida.
Vocacion de Abraham
El hombre ha roto con Dios por el pecado. El multiplicarse de la humanidad lleva consigo el multiplicarse del pecado
La historia de Abraham -como la de los otros patriarcas- es más que simple relato; es kerigma, profecía vuelta al pasado y alabanza a Dios respecto al presente. El presente es fruto de la promesa creída y obedecida.
Abraham es, pues, en las manos de Dios, el primer eslabón, el primer patriarca, de una cadena de generaciones, con cuya vida Dios trenzará la historia de salvación de los hombres. En Abraham se inicia el gran coloquio de Dios con los hombres
Abraham figura de María y prototipo del creyente
Abraham es figura de María. Abraham es constituido padre por su fe; es la palabra de Dios sobre la fe. María, proclamada bienaventurada por su fe, hace, como Abraham, la experiencia de que "para Dios nada es imposible"
Isaac
Su nombre significa “él ríe”. Fue circuncidado al octavo día después de su nacimiento, fue destetado a su debido tiempo, y se proclamó el único ancestro legal del pueblo escogido. Vivió sus primeros años en Berseba, de donde lo tomó su padre y lo llevó al Monte Moria para ofrecerlo en sacrificio, y de donde regresó después que su vida fue milagrosamente salvada
La sequía y el hambre hicieron que Isaac tomara el camino de Egipto, pero por orden de Yahveh, se detuvo en su camino hacia allá y vivió en Guerar, donde se registra de él un incidente similar a la negación de Sara por Abraham
Fue fundamentalmente un hombre de paz, el tipo adecuado al Príncipe de Paz, cuyo gran sacrificio en el Monte Calvario fue previsto en la obediencia de Isaac hasta la muerte en el Monte Moria
Vocación de Jacob
Su nombre---posiblemente una abreviación de Jacob-El (Babilonio: Ya kub-ilu), con el cual compara Israel, Ismael, etc---significa "el suplantador", y alude a la bien conocida circunstancia de su nacimiento
Juda
Judá es el nombre de uno de los patriarcas, el nombre de la tribu considerada su descendencia, el nombre del territorio ocupado por la misma, y también el nombre de varias personas mencionadas en el Antiguo Testamento. Cuarto hijo de Jacob y Lía, cuya exclamación al momento de su nacimiento: “Ahora alabaré al Señor”, se da como la razón etimológica para el nombre “Judá”, que se deriva del verbo hebreo “alabar”
José de Egipto
El undécimo hijo de Jacob, primogénito de Raquel, y el antecesor inmediato de las tribus de Manasés y Efraín.
José le contó a sus hermanos dos sueños que sin duda presagiaban su futura elevación sobre todos ellos, pero que, por el momento, sólo hizo que lo odiaran mucho más
Pasaron dos años, tras los cuales el propio monarca tuvo dos sueños, uno de las vacas gordas y las vacas delgadas, y el otro de las mazorcas completas y las marchitas. Grande fue la perplejidad de Faraón por estos sueños, que nadie en el reino podría interpretar
La comunidad de israel
Moises
"Abraham, padre insigne de una multitud de naciones, no se halló quien le igualara en gloria. El guardó la ley del Altísimo, y con él entró en alianza. En su carne grabó la alianza, y en la prueba fue hallado fiel
A Isaac le aseguró lo mismo, en gracia a su padre Abraham. La bendición de todos los hombres y la alianza las hizo reposar en la cabeza de Jacob. Le confirmó en sus bendiciones, y le otorgó su herencia. El dividió sus partes y las repartió entre las doce tribus"
Esaú y Jacob son hermanos gemelos, nacidos del mismo seno y en el mismo parto. Esaú, el mayor, se hace experto cazador, mientras Jacob, el menor, es muy amante de la tienda.
. Esaú despreció su primogenitura y la vendió a su hermano por un plato de lentejas: "Velad porque nadie quede excluido de la gracia de Dios
Jacob llega a Canaán, compra un campo y planta sus tiendas (Gn 33,18). Y en Betel Dios le confirma la promesa hecha a sus padres: "La tierra que di a Abraham y a Isaac te la doy a ti y a tus descendientes. Un pueblo nacerá de ti y saldrán reyes de tus entrañas"
José es figura de Cristo. Cristo es el verdadero José, el único capaz de interpretar plenamente el designio del Padre, escondido bajo el velo de la Escritura
Moises salvado de las aguas
: "Se alzó en Egipto un nuevo rey, que nada sabía de José; y que dijo a su pueblo: Mirad, los israelitas son un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. Tomemos precauciones contra él para que no siga multiplicándose, no sea que en caso de guerra se una también él a nuestros enemigos para luchar contra nosotros y salir del país
Moisés, el elegido de Dios para liberar a su pueblo, nace en medio de la dura esclavitud de Egipto. Los israelitas se han multiplicado y el Faraón teme por su seguridad e intenta aplastar a los descendientes de Abraham, no sólo sometiéndolos bajo el peso de duros trabajos, sino que decreta la muerte de todos los niños varones
Moisés crece en la corte del Faraón hasta que, ya mayor, fue a visitar a sus hermanos y comprobó su penosa situación. Herido en su corazón, Moisés comienza a actuar por su cuenta, intentando defender a sus hermanos, que no le comprenden ni aceptan. Moisés tiene que huir al desierto
Allí Dios se le aparece, le revela su nombre y su designio de salvación. Le envía a liberar a su pueblo de manos del Faraón. También aquí Dios es el primero en intervenir. Llama a Moisés desde la zarza ardiente
Multiplicacion del pueblo
Una vez en Egipto y tras varias generaciones, el pueblo de la descendencia de Israel se hizo muy numeroso, y el faraón, con el objetivo de evitar una posible revuelta, los redujo a servidumbre imponiéndoles duros trabajos.
Dios conoce los sufrimientos de su pueblo, atiende a su oración, y actúa en favor de ellos. Y lo mismo hace con nosotros en nuestra vida personal. Y Dios manda a Moisés como su mensajero para liberar al pueblo de la esclavitud que los dominaba. Y le revela su Nombre: Yo Soy. Yahvé.