LA TRANSICIÓN DEL PENSAMIENTO (SIGLO XIX - XX): Pasada la mitad del siglo XIX, cuando el materialismo toma auge y la metafísica parece superada, algunos pensadores recalcan la necesidad de retomar y replantear algunos planteamientos de sistemas filosóficos del pasado.
NEOKANTISMO
toma como punto de partida el idealismo trascendental de Kant.
En este movimiento se pueden destacar dos grupos principales
escuela de Marburgo
fundada por Hermann Cohen (1842-1918), quien da origen al logicismo neokantiano, mostrando sus preferencias hacia las ciencias exactas de la naturaleza. Niega el valor de la intuición y concibe la razón como una sucesión de juicios. Sus continuadores más importantes son Paul Natorp y Ernest Cassirer
escuela de Baden
fundada por Wilhelm Windelband y Heinrich Rickert, se interesa por la cultura y por su desarrollo, dando gran importancia a las tendencias historicistas. Admite cierto grado de irracionalidad y sustituye la lógica por la axiología como fundamento de la realidad.
NEORREALISMO
concede realidad a los objetos, independientemente del pensamiento.
La realidad exterior no depende del sujeto para su existencia, este puede llegar a conocerla, aceptando la experiencia como fuente válida del conocimiento.
George Moore (1873- 1958), iniciador de la filosofía analítica considera que no hay razón para suponer que todo hecho físico es lógicamente dependiente de un hecho mental.
Bertrand Russell (1872- 1970) se orienta hacia un “atomismo lógico”. Defiende la separación entre sujeto y objeto en el conocimiento. Su reflexión parte del isomorfismo, según el cual, toda proposición, en sus elementos simples, tiene que estar relacionada con unidades dadas en la experiencia. Esta correspondencia entre la realidad y las estructuras lógicas del entendimiento hace posible el conocimiento.
NEOPOSITIVISMO
Supone una vuelta al empirismo y se apoya en el pensamiento de la lógica matemática o lógica simbólica.
Se caracteriza por el análisis lógico y racional al que somete los datos de la experiencia y del lenguaje.
El pensador más influyente de esta corriente es Ludwig Wittgenstein (1889-1951), quien le asigna a la filosofía la función liberadora del encantamiento del lenguaje, el cual condiciona el pensamiento humano.
Para este autor, los problemas filosóficos tienen su origen en el lenguaje y, por lo mismo, son imprecisiones o perplejidades del mismo.
VITALISMO
Contrarios al idealismo y al positivismo, los vitalistas consideran que la vida es la realidad primordial sobre la que debe versar el filósofo.
La vida no es una máquina, sino algo fluyente y espontáneo; el hombre, antes que todo, es vida.
Friederich Nietzsche (1844-1900), alemán
obras: El origen de la tragedia; Humano, demasiado humano; Gaya ciencia; Así hablaba Zaratustra; Más allá del bien y del mal; La genealogía de la moral; El ocaso de los ídolos; La voluntad de poder.
Henri Bergson (1859-1941), francés
obras: Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, Materia y memoria, La evolución creadora.
José Ortega y Gasset (1833-1955), españoles
obras: Las meditaciones del Quijote, El tema de nuestro tiempo, La rebelión de las masas.
HISTORICISMO
Esta corriente se caracteriza por fundamentar en la historicidad la interpretación de la realidad.
La historicidad puede ser entendida como constitutiva de la realidad o como explicación de la misma.
Wilhelm Dilthey (1833-1911), para quien la vida y la historia son pura inmanencia y no tienen significación, representa la primera dirección; Spengler y Toynbee, la segunda.
CÍRCULO DE VIENA
el neopositivismo de Wittgenstein influye en un grupo de filósofos y científicos reunidos en Viena, que se proponen fundamentar la ciencia al margen de la metafísica.
Rudolf Carnap (1891- 1976), para quien la metafísica es estéril y carente de sentido.