作者:Adriana Isabel Vergara De la Ossa 3 年以前
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TREC (Albert Ellis) que consiste en confrontar al paciente con las contradicciones y el absurdo en su propio esquema de pensamiento (Ellis, 1983)
Frank Farrelly fue aún más allá con su Terapia Provocadora, en la que el terapeuta emplea el sarcasmo, la burla y la sátira para provocar una reacción emocional en el paciente que servirá de punto de partida para el trabajo de análisis y transformación posterior (Farelly y Lynch, 1987).
En la Logoterapia de Viktor Frankl se emplea la técnica de la “intención paradójica”, que consiste en pedir al cliente que exagere sus síntomas, o que haga o desee precisamente lo que más teme, para facilitar el autodistanciamiento y la perspectiva cómica hacia el propio problema (Frankl, 1978)
En cuanto a investigaciones empíricas de su eficacia en la consulta, son verdaderamente escasas
Es necesario realizar más investigación para diferenciar entre usos más o menos beneficiosos del humor en la consulta, que sirvan para guiar la formación de profesionales en este área.
Sujetos expuestos a un estímulo cómico (normalmente un video o una grabación audio) experimentan una mejora en su estado de ánimo, más esperanza, mayor interés en una tarea repetitiva, y menos ansiedad, ira y tristeza (Martin 2007, p. 40, 270-71).
En situaciones de estrés provocadas en el laboratorio, este tipo de estímulos cómicos también reducen, respecto a los grupos de control, la excitación fisiológica asociada con el estrés y aumentan las emociones positivas (Martin 2007, p. 283-85).
Cuestionario de Estilos Humorísticos (Humor Styles Questionnaire o HSQ) de Rod Martin y sus colaboradores.
Humor autoafirmante
Humor afiliativo
Humor autodestructivo
Ansiedad, depresión, neuroticismo y síntomas clínicos
Humor agresivo
Neuroticismo y agresividad
Proporciona un bienestar emocional a corto plazo.
Ciertas aplicaciones concretas del humor pueden tener beneficios psicológicos, otras resultan ineficaces o pueden incluso ser perniciosas
No está demostrado aún que la risa haya curado ninguna enfermedad.
Numerosos estudios han tratado de comprobar si el humor produce
cambios fisiológicos saludables: estimulación del sistema inmunitario,
reducida sensibilidad a las alergias, menor presión sanguínea, etc.
En realidad los resultados empíricos en este campo son a menudo contradictorios, confusos o cuestionables (Martin, 2007, p. 317-23, 327-29.)
Lo que sí está demostrado, el humor reduce el estrés a corto plazo, y por lo tanto podemos hablar de un efecto positivo indirecto del humor sobre la salud.
El humor es un fenómeno esencialmente social (Martineau, 1972).
Normalmente reímos y bromeamos en compañía
Hacer reír a alguien proporciona un placer y constituye un “regalo” emocional, mientras que burlarse de alguien constituye una agresión o una ofensa
La ciencia ha comprobado que, como decía el cómico Victor Borge, “la risa es la distancia más corta entre dos personas”
La risa, al igual que otras emociones positivas, fomentan la generosidad hacia los demás, un efecto que diversos estudios han comprobado.
La hilaridad tiene el mismo efecto: si una persona se ríe, se encontrará más disponible para ayudar (Wilson, 1981). Aunque hay que matizar que se trata de un efecto relativamente efímero –después de algunos minutos, desaparece.
El humor potencia la eficacia comunicativa y hace el mensaje más persuasivo.
El humor afiliativo y el auto-afirmante se asocian con una mayor habilidad para iniciar relaciones, un mayor intercambio de información personal, más interacciones positivas con las personas cercanas, relaciones más satisfactorias con amigos y pareja, menor soledad y menor ansiedad interpersonal.
El humor agresivo, por el contrario, se asocia con más interacciones negativas con los demás, menor empatía (ya sea dada o recibida), menor habilidad para gestionar el conflicto y menor satisfacción en las relaciones sociales y de pareja.
El humor autodestructivo se relaciona con una menor habilidad asertiva, más interacciones negativas con los demás, mayor soledad, más ansiedad interpersonal y una percepción de menor intimidad y apoyo social.
De hecho, los investigadores científicos que rutinariamente tratan
de provocar estas emociones placenteras en sus laboratorios, como
Alice Isen o Barbara Fredrickson, suelen emplear la misma técnica
como método predilecto: proyectar un video cómico (ver, por
ejemplo, Isen, Daubman y Nowicki, 1987; Johnson y Fredrickson,
2005).
Manera fácil, rápida, segura, económica y socialmente aceptada de generar una sensación positiva
Cada una de estas escalas emplea distintos criterios y por lo tanto mide un “sentido del humor” distinto.
La emoción de la risa se adapta perfectamente al modelo de
Fredrickson (2000) de “ampliación y construcción”, que propone que las emociones positivas permiten ampliar el repertorio de pensamientos y acciones del individuo y fomentar la construcción de recursos para el futuro
Poco acuerdo y mucha confusión
Es el concepto más ambiguo de todos
“un conjunto de habilidades y tendencias relacionadas con el
humor”
Habilidades (detectar, crear y compartir el humor),
Rasgos de la personalidad (tendencias como reír mucho o bromear frecuentemente),
o ciertos estilos concretos de comportamiento humorístico (especialmente aquellos más admirables, como la capacidad de tomarse los problemas a la ligera, o de reírse de uno mismo)
Estímulo potencial de la risa:
Bromas, juegos, chistes, inocentadas, cosquillas, etc.
Ninguna teoría aceptada de por qué el humor provoca la risa
Emoción positiva:
Externamente: expresión facial fácilmente reconocible
(boca en una sonrisa cerrada o abierta, comisuras de los ojos arrugadas) acompañada a partir de una cierta intensidad por las carcajadas, vocalizaciones repetitivas típicamente transcritas en castellano como “ja-ja” o “je-je”, por unos movimientos corporales característicos (del abdomen, hombros, cabeza y en casos de risa intensa en todo el cuerpo) y por una serie de procesos neurofisiológicos concretos (cambios respiratorios y circulatorios, activación del sistema dopaminérgico y otros circuitos neuroquímicos, etc.);
Internamente por una sensación subjetiva reconocible y de carácter placentero en mayor o menor medida, la sensación de hilaridad.