af Mario Marín Tornay 1 år siden
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Charolais
Navarra
Las Indias
Carlos V siempre tuvo problemas financieros durante su reinado. Para hacerles frente, pedía servicios a la ciudadanía, pero decidió pactar una tregua de cuarenta años con los moriscos en 1526. El problema morisco, presentado en época de los Reyes Católicos, estalló de nuevo con Felipe II tras el final de la tregua y durante el reinado de Felipe III se produjo su expulsión definitiva.
En paralelo a la Revuelta de las Comunidades Castellanas tuvieron lugar las germanías de Valencia y Mallorca. Fueron dos movimientos distintos, aunque mantuvieron contacto entre sí. Sin embargo, no tuvieron nada que ver con las comunidades de Castilla, porque comenzaron en 1519 y se prolongaron en ciertos aspectos hasta 1525. Las germanías estaban consideradas como un movimiento social y urbano, aunque también se extendió al ámbito rural con tintes antiseñoriales, porque los artesanos se levantaron ante los nobles y los ciudadanos que vivían de rentas.
¿Qué ocurrió en Valencia? Predominaba un sentimiento de agravio debido a que Carlos V no había acudido a las cortes para ser reconocido como rey, cosa que sí había hecho en Castilla, Zaragoza y Barcelona. Los artesanos estaban excluidos del gobierno ejecutivo, teniendo solamente representantes en el consejo general. A esto había que sumarle el descontento agravado por la presión fiscal, porque los rentistas habían ofrecido dinero a la ciudad y ésta, para devolverlo, decidió subir los impuestos a los artesanos. También existía una carestía que provocó la falta de trigo y una epidemia de peste, que hizo que los nobles emigraran. Por último, comenzaron a ser asaltados por los berberiscos.
Los artesanos acabaron mandando una delegación a Barcelona, donde estaba el rey. El todavía conocido como Carlos I, aceptó que formaran germanías para hacer frente a la invasión y así ocupar el vacío de poder dejado por los nobles. Los artesanos conformaron la Junta de los Trece, teniendo este nombre un fuerte simbolismo, se hicieron con la ciudad y expulsaron al virrey Diego de Mendoza, conde de Melito.
La rebelión tardó se extendió al campo, puesto que los campesinos se levantaron en armas contra los señores. Poco después se inició la represión, porque el conde de Melito pidió ayuda a Castilla, y ésta le mandó al marqués de Vélez, quien cosechó varias victorias. Pero el movimiento acabó por radicalizarse, llegando incluso a proceder al bautismo forzoso de los mudéjares valencianos, que pasaron a ser moriscos[1].
La nobleza valenciana participó en la represión comunera al atentar contra sus intereses. Hubo focos de resistencia, uno de ellos promovido por un personaje que decía ser el príncipe Juan. Finalmente, el movimiento fue descabezado y reprimido, gracias al hacer de Germana de Foix, la segunda mujer de Fernando, que pasó a ser virreina de Valencia.
En paralelo se produjo un levantamiento en Mallorca, de ámbito urbano y rural. Fue promovido por la crisis del sector textil al perderse mercados, por la presión fiscal de la que se libraban los nobles pero recaía en los pecheros, por la imposición del absolutismo y por el hecho de que la nobleza señorial era aliada de la monarquía. El levantamiento no sólo tuvo lugar en la capital, sino en otras villas del archipiélago y se llevó a cabo una dura represión hasta acabar con él en 1522.
[1] De lo llevado a cabo por las germanías, el bautismo de los mudéjares fue lo único que Carlos V legalizó.
Varias ciudades se reunieron en Ávila a título de Junta de Ávila o Santa Junta de Ávila, que Adriano intentó impedir mandando tropas. En el camino hacia Segovia, el ejército incendió Mediana del Campo, una ciudad importante para el comercio castellano[1] al celebrarse ferias donde se negociaba exportaciones de lana a centros manufactureros.
Ese hecho tuvo un efecto contraproducente, porque otras ciudades castellanas se sumaron al movimiento comunero, en el que destacaron las figuras de Juan de Padilla en Toledo, Juan Bravo en Segovia y Pedro Maldonado en Salamanca. Juan de Padilla protagonizó la Toma de Tordesillas, buscando que Juana se sumara al movimiento comunero contra el rey, pero la reina se negó a firmar ningún documento. Pese a ello, el movimiento se fue haciendo cada vez más fuerte en su búsqueda de vías de ilegitimación del rey.
Desde los Países Bajos, el rey decidió tomar medidas beneficiosas para los castellanos: revocó el servicio de La Coruña y añadió a dos aristócratas castellanos a la regencia de Adriano: el condestable y el almirante de Castilla[2], siendo más una dignidad simbólica que efectiva, pero sirvió para que la nobleza quedase asociada al bando realista. No obstante, comenzaron a surgir levantamientos campesinos antiseñoriales, lo que decidió a la nobleza a apoyar al bando realista contra las ciudades en armas.
Eso provocó la defección de Burgos, que se retiró del movimiento comunero al producirse una diferenciación entre ciudades manufactureras y mercantiles, encuadrándose Burgos en la segunda categoría. Se separó de un movimiento donde había ciudades con intereses y una actividad económica diferente. Todo esto debilitó al movimiento, lo que generó la aparición del bloque monárquico señorial, que se impuso en el conflicto y conformó las bases del gobierno de los Austrias.
Los comuneros perdieron Tordesillas, siendo finalmente derrotados en los campos de Villalón el 23 de abril de 1521. Los tres cabecillas fueron ejecutados y Toledo resistió hasta 1522, cuando se ejecutó al Obispo Acuña. El rey concedió un amplio perdón, puesto que buscaba congraciarse con el reino y ofrecer una paz para mostrarse como un rey benévolo, pero también con autoridad indiscutida y victoriosa.
Lo ocurrido con las comunidades de Castilla se trató de un movimiento urbano, pese a que, más adelante, pasó a ser antiseñorial. Fue un movimiento de la mesocracia urbana y estuvo marcado por un componente de sentimiento castellano herido ante un rey extranjero con aires de conquistador. Los más conservadores querían volver a la época de los Reyes Católicos, que consideraban como “de buen gobierno”, y para ello se inició un leve republicanismo en Toledo, que quiso instituirse como Ciudad-Estado.
[1] Otras ciudades importantes eran Medina del Río Seco y Villalón.
[2] Un Velázquez y un Enríquez respectivamente.
Carlos V desarrolló el sistema de gobierno a través de consejos o polisidonial, que ya se había puesto en práctica con los Reyes Católicos y que tendrá su culmen con Felipe II. Con Carlos, adquirieron un desarrollo mayor gracias a la creación de nuevos consejos con carácter colegiado y consultivo, algo aparejado al hecho de que la burocracia estatal se fue haciendo más compleja. No obstante, el rey siempre tuvo la última palabra en los asuntos más importantes, pues sólo delegaba en los menores. La comunicación entre los consejos y el rey la llevaban a cabo los secretarios.
Respecto a los consejos, habría que diferenciar entre consejos territoriales que serían los encargados de un reino en cuestión, y los consejos temáticos que se encargaban de un determinado asunto común a todos los reinos.
En época de los Reyes Católicos, existían los consejos territoriales de Castilla, Aragón y Navarra, y los consejos temáticos sobre la Inquisición, las Órdenes y las Cruzadas. El consejo de cruzada estaba formado por las tres gracias:
-La bula de cruzadas, que era la venta de indulgencias que contenían bienes espirituales y antes las que se manifestó Lutero.
-El subsidio eclesiástico para los seculares.
-El excusado, que era una participación del rey en las rentas del diezmo eclesiástico.
Para administrar estos tres ámbitos, se creó el Consejo de Cruzadas en 1509. Por lo tanto, podemos hablar de que, en época de los Reyes Católicos se pasó de los consejos reales de Castilla y de Aragón, a seis consejos ligados al gobierno.
Carlos V creó nuevos consejos. En el ámbito territorial contamos con el de las Indias (1524), porque tras las conquistas, las Indias Occidentales se expandieron y de este consejo dependían también la adquisición de cargos en ella[1]. Su labor estaba complementada por la Casa de la Contratación de Sevilla y el consulado de cargadores de las Indias, formado por mercaderes. Y el consejo de Italia (1555), encargado de los asuntos italianos.
En cuanto a los consejos temáticos, estaría el de Estado (1522), que ocupó un papel importante durante los siglos XVI y XVII al encargarse de la política exterior. Contaba con una particularidad, ya que estaba conformado por aristócratas, es decir, nobles, mientras que los anteriores estaban conformados por personas letradas. La misma composición tuvo el de Guerra[2], y dependían en cierto modo del Estado, ya que estaba integrado por consejeros del Estado y por nobles, que eran los que tomaban las decisiones conjuntas con el rey. Por último, la Hacienda (1523), que se acabó convirtiendo en un problema porque el gobierno era muy grande y necesitaba muchos recursos para mantenerse.
[1] Virrey, gobernador, corregidor, etc.
[2] Su origen se fecha en 1517, inicios de su reinado, pero es algo bastante discutido.
Carlos se casó con Isabel de Portugal y mantendrá una buena relación con Juan III de Portugal, hermano de Isabel. El emperador llevó a cabo una política de amistad y unidad dinástica con Portugal, un acercamiento que ya intentaron los RRCC casando a dos de sus hijas con el rey portugués Miguel I.
En Inglaterra desde 1509 hasta 1547 reinó Enrique VIII, el cuál se casó con la tía de Carlos, Catalina de Aragón. A pesar del divorcio de Enrique y el cisma anglicano, Carlos mantuvo buenas relaciones con Enrique VIII, de hecho casó a su hijo Felipe con la hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, María Tudor, la futura María I de Inglaterra.
Cuando Carlos fue elegido emperador el Imperio vivía una etapa de crisis interna a raíz de la Reforma Protestante, el cisma luterano. En la Dieta de Worms de 1521, Carlos V declaró su determinación de defender la unidad religiosa. Durante las siguientes dos décadas trató de acabar con el protestantismo de forma pacífica, pero fracasó, esto hizo que el emperador se levantara en armas contra la amenaza protestante.
Cuando Carlos V hizo su primer viaje al imperio, se encontró con una crisis que derivaba de la reforma luterana, que provocó el estallido de un cisma. En 1521, en la Dieta de Worms, Carlos V defendió la unidad religiosa y lo intentó por la vía del diálogo, de la reconciliación, durante las dos décadas siguientes. Durante su ausencia del imperio hasta 1530, Alemania fue sacudida por crisis religiosas y sociales como la revuelta de los campesinos y, a su vuelta, reunió de nuevo a la Dieta en Augsburgo con la intención de buscar un acuerdo entre católicos y protestantes.
Carlos V pretendía buscar una solución a las controversias religiosas y, al mismo tiempo, pidió a Clemente VII que reuniera un concilio en el que se sentaran católicos y protestantes a debatir, pero el Papa se mostró intransigente y no se prestó al diálogo. La Dieta dio un plazo a los protestantes para someterse, pero estos acabaron conformando una liga cuando Carlos V nombró a su hermano como rey de romanos, es decir, como su heredero en 1531.
La Liga Esmalcalda entró en contacto con Gran Bretaña y Francia buscando aliados. Paulo III fue más proclive a formar un concilio en 1536, pero no llegaron a reunirse, al darse una prórroga tras otra, y el emperador siguió buscando un arreglo pacífico. En 1541, se reunió la Dieta en Ratisbona con presencia de teólogos católicos y protestantes, y casi llegaron a un acuerdo, pero el nuevo intento de reconciliación acabó en un nuevo fracaso mientras se intentaba convocar al concilio sin resultado.
En 1544, se reunió la Dieta en Spira ante las dificultades de formar el concilio, por lo que Carlos V pensó crear un concilio de carácter nacional. Paulo III, en contra de esa postura, decidió abrir el Concilio General de Trento, que fue muy prolongado en el tiempo y que terminó siendo una reafirmación católica y no algo dialogado.
Al ver que las vías pacíficas no estaban dando resultado, en 1546, se reunió la Dieta en Ratisbona nuevamente cuando Federico de Saboya abraza el protestantismo, provocando el estallido del conflicto armado. El emperador tomó las ciudades de Worms, Augsburgo, Nuremberg, etc. Venció en 1547, momento en el que capturó al elector de Sajonia, que se rindió en apariencia como si la vía militar hubiera dado resultado. La Dieta de Augsburgo de 1548 promulgó el Interim de Augsburgo donde se estableció de nuevo el catolicismo, pero se dieron algunas concesiones a los luteranos.
La batalla fue una victoria incompleta, pero hubo años de calma que permitieron al emperador preocuparse de la sucesión. Concibió una sucesión cruzada en el trono imperial: a su muerte lo sucedería Fernando, pero cuando éste muriera, el trono pasaría a Felipe y, después de éste, Maximiliano, el hijo de su hermano. Fernando no estaba de acuerdo, por lo que hubo negociaciones que quedaron sin resolver. Durante estos años, siguió el Concilio de Trento con Julio III a la cabeza.
Al mismo tiempo, se tramó la rebelión de los príncipes, liderada por Mauricio de Sajonia, que atacó directamente al concilio. Carlos V tuvo que escapar y comprendió que la partida estaba perdida, por lo que delegó en su hermano. De nuevo se enfrentó a Francia para recuperar Metz y fue el momento en el que puso en asedio a la ciudad, fracasó y se marchó a Países Bajos. Ese año murió Mauricio y se firmó la Paz de Augsburgo en 1555 por Fernando y los príncipes protestantes, donde se reconoció a la religión católica y a la luterana[1]. Esta paz representó el fracaso de la idea de unidad religiosa.
En 1555, Carlos V abdicó. Además de enfermo, se sentía mayor, pero la decisión de abdicar fue por sentirse un fracasado tras lo ocurrido en Alemania. Fue abdicando de todos sus títulos entre 1555 y 1556, abdicando la corona española en su hijo en 1556. Dividió el imperio carolino en dos partes: los Estados patrimoniales de los Habsburgo pasaron a manos de Fernando, quien será también emperador, y reservó a su hijo la herencia borgoñona[2] y todos los territorios anexionados a las coronas de Castilla y Aragón. Renunció a la idea de que su hijo fuera emperador, para que no tuviera que enfrentarse a los mismos problemas que él.
Las dos ramas de los Habsburgo (alemana y española) fueron aliadas naturales y realizaron enlaces matrimoniales, prácticas endogámicas que llevará a la desaparición de la rama española con la muerte de Carlos II sin descendencia.
[1] “Cuius regio, eius religió”, la religión del reino será la misma que la de su príncipe. No es un principio de libertad religiosa.
[2] Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado.
El Imperio Turco Otomano era una amenaza para Europa, presionando en forma de tenaza el continente. Es una amenaza directa para Austria e Italia y Carlos V era soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, diferentes plazas del norte de África e Italia, por lo que la Sublime Puerta era una amenaza importante para el Emperador.
En 1520 llega al trono turco Solimán I "el Magnífico", un sultán muy poderoso con un territorio muy extenso. Solimán I en 1521 conquista Belgrado que es la puerta de acceso a la llanura húngara, llegando incluso a amenazar Viena.
Carlos V era heredero de la lucha contra el infiel y de la reconquista española. Pero a lo que se enfrentó no era sólo un problema ideológico, sino también real porque los turcos presionaron sobre el centro de Europa y también por el Mediterráneo (Italia y España).
Desde comienzos del XIV, los otomanos habían ido expandiéndose por Asia Menor, la península balcánica, Egipto, Siria, el norte oriental de África, Mesopotamia y el Golfo Pérsico. Después de la toma de Constantinopla en 1453, ocuparon Asia Menor y los Balcanes de forma sólida. Solimán el Magnífico pasó a ser sultán en 1520, avanzando hasta Belgrado, lo que les abrió la puerta a Hungría y a amenazar a Viena. En 1522, conquistaron Rodas, que era defendida por los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, y chocaron con los intereses de Venecia, que tenía posesiones en el Adriático, el Jónico y el Egeo, y tanto Creta como Chipre les pertenecía.
Al peligro turco se sumaba el berberisco en el Norte de África donde España dominaba algunas plazas. En 1516, una familia de cristianos ortodoxos, los Barbarroja, se asentaron en Argel y se pasaron al islam, poniéndose bajo protección del sultán otomano que los nombró virreyes de Argel. Al principio del reinado de Carlos, se mandó una expedición para expulsar a Barbarroja de Argel.
En el frente húngaro, la defensa correspondió a Fernando, que estaba casado con Ana Jagellón de Hungría y Bohemia. En 1526, los turcos invadieron Hungría y Luis II murió en la Batalla de Mohacs, lo que llevó al problema sucesorio en Hungría y Bohemia. Los magnates eligieron a Juan I de Zápolya, que los traicionó al aliarse con los turcos quedando sólo las montañas de Eslovaquia en manos de Fernando. Solimán llegó hasta las puertas de Viena, la que asedió en dos ocasiones[1]. Cuando Juan I murió en 1540, Fernando intentó recuperar Hungría, logra hacerse con Buda, pero fue expulsado por los turcos y el territorio acabó quedando bajo el poder otomano. No obstante, consiguió hacerse con Bohemia.
En el frente mediterráneo, tras la Paz de Cambria, Carlos V se ocupó de la amenaza turca con el apoyo de Andrea Doria desde 1529. Jeireddín Barbarroja se apoderó del Peñón de Argel y destronó al rey de Túnez, que era aliado de Carlos V. El emperador organizó una expedición naval a Túnez y sitió la fortaleza de la Boleta, lo que le permitió liberar Túnez y reponer en el trono a su aliado.
Iniciada la tercera guerra con Francia, Carlos V centró en ella sus esfuerzos, por lo que Venecia reclamó su ayuda al sufrir las consecuencias de la expansión turca. Los otomanos intentaron tomar Corfú, por lo que se formó la Liga Santa entre el emperador, el Papa y Venecia en 1538, pues buscaban recuperar la iniciativa en el Mediterráneo, pero fueron derrotados por los turcos. Carlos V reaccionó y, en 1541, buscó montar una expedición militar contra Argel, pero también fracasó.
El acuerdo franco-turco se manifestó al ayudar los turcos en Niza contra el emperador y, gracias a ello, los franceses le concedieron la base naval de Tolón. Cuando murió Barbarroja, Dragut se entregó a la destrucción de las plazas fortificadas en el Norte de África. En 1555, tomó Trípoli, que también estaba bajo la Orden de San Juan. Se perdió también Bugía y Orán fue asediado. El intento de recuperar el control acabó en el desastre de Mostaganem, donde el ejército español fue destrozado por el rey Hasán Baján.
La supremacía otomana se fue consolidando en el Mediterráneo porque los españoles perdieron todo excepto Melilla, Orán, Mazalquivir y la Boleta. Por lo que hablamos de litorales enemigos para España e Italia, que tuvieron que protegerse durante el reinado de Felipe II, para lo que construyeron torres atalayas para combatir la amenaza berberisca.
En 1556, la situación en el Mediterráneo era mucho peor que en 1516, momento en el que comenzó el reinado de Carlos V. Este problema fue heredado por Felipe II, que tuvo que combatirlo hasta un poco después de Lepanto, sirviéndose de un acelerado ataque naval gracias a la alianza con Génova y Venecia. Estos últimos acabaron separándose y actuando por su cuenta. Felipe II buscó recuperar la hegemonía en el Mediterráneo.
[1] 1529 y 1532.
El enemigo acérrimo de Carlos V durante todo su reinado, donde incluso hubo una enemistad personal, fue el rey francés Francisco I de Valois.
A la muerte de Maximiliano I de Austria quedó vacante el trono imperial, en esta situación tanto Carlos como Francisco se presentaron para ser elegidos como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Existían siete príncipes electores (cuatro laicos y tres eclesiásticos) que eran quienes elegían al emperador. Carlos utilizó dinero prestado por banqueros alemanes para ser elegido emperador. Este hecho hizo que a relación entre ambos se deteriorara mucho.
Además había más diferencia entre ellos, Francisco era un representante de la Monarquía Racional del Renacimiento, Carlos representaba una visión caballeresca, ya decadente, representaba la continuidad de los valores medievales. Carlos tenía esos rasgos en su comportamiento, ese espíritu caballeresco, pero también es cierto que él era un hombre consciente de lo que pasaba en su época. A tal punto llegó su enemistada que Carlos desafío a Francisco en combate singular, pero Francisco no aceptó.
Carlos Y Francisco representaron dos interpretaciones políticas distintas: la caballeresca y la razón de Estado.
Aparte de motivos personales, también existieron conflictos territoriales entre el Emperador y el rey francés por Navarra, el Ducado de Borgoña e Italia. Durante el reinado de Carlos V hubo cinco guerras contra Francia. La primera guerra estalló en 1521, donde tiene lugar acontecimientos relevantes como la Batalla de Pavía, en la que el propio Francisco I fue hecho preso. La guerra acabó con el Tratado de Madrid en 1526. Ese mismo año empezó la segunda guerra que concluyó en 1529 con La Paz de Cambrai o La Paz de las Damas, conocida así porque la firmaron Margarita de Austria y Luisa de Saboya, madre de Francisco I.
En el año 1536 tiene comenzó la tercera guerra contra Francia y terminó con la Tregua de Niza en 1537, en la cual el Papa Paulo II actuó como mediador. Tras esto existieron unos años de aparente reconciliación entre Carlos y Francisco pero en 1540 se rompió esa tregua y esto desembocó en una cuarta guerra entre ambos monarcas. En 1544 se puso fin a esta guerra con la Paz de Crepy.
En 1547 murió Francisco I de Francia y lo sucedió su hijo Enrique II. Enrique II se alió en 1552 con la Liga Esmalcalda, que fue una alianza entre los príncipes y ciudades protestantes del SIRG que se configuró para defender sus privilegios y luchar contra Carlos. El rey francés y los príncipes protestantes unidos atacaron al Emperador y se desencadenó la quinta y última guerra de Carlos V contra Francia. En esta guerra tuvo lugar la primera derrota abierta de Carlos V contra Francia y los protestantes, eso provocó al emperador un sentimiento de derrota frente a los protestantes que hizo que empezara a pensar en abdicar y quiso pacificar todos los frentes que tenía por el bien de su heredero. Esta última guerra concluyó con la Tregua de Vaucelles en 1556.
Isabel de Portugal fue hija de Manuel I de Portugal y de María de Aragón, la cuarta hija de los Reyes Católicos, por tanto Isabel era nieta de los RRCC. María de Aragón fue la hermana menor de Juana I de Castilla, que fue la madre de Carlos V, lo que significa que Carlos e Isabel eran primos hermanos. Este matrimonio explica que en el futuro Felipe II pudiera reclamar legítimamente su derecho al trono portugués.
Charolais (pequeño territorio en Francia)
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