af Roberto ruiz delgado 5 år siden
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Mere som dette
En la dialéctica trascendental, Kant se ocupa de la posibilidad de la metafísica, así como de la naturaleza y del funcionamiento de la razón. Kant rechaza la posibilidad de la metafísica.
La metafísica –entendida como conocimiento de realidades que están más allá de la experiencia- es imposible, ya que las categorías solo pueden aplicarse legítimamente a los fenómenos, a los datos de los sentidos.
La aplicación de las categorías fuera de la experiencia es lógicamente ilegítima y da lugar a errores e ilusiones. La misión de la dialéctica consiste en mostrar que tales errores –especialmente los de la metafísica especulativa– provienen de pasar por alto la distinción entre fenómeno y cosa en sí.
La dialéctica trascendental es, pues, una crítica del entendimiento y de la razón en su pretensión de alcanzar el conocimiento de las cosas en sí, de lo que está más allá de la experiencia.
Pero si esta aplicación de las categorías es lógicamente ilegítima, es también una tendencia inevitable de acuerdo con la naturaleza misma de la razón. La razón tiende a la búsqueda de lo incondicionado, a extender su conocimiento más allá de la experiencia, a preguntarse por Dios, el alma y el mundo como totalidad.
El conocimiento intelectual no se limita a formular juicios, sino que también conecta unos juicios con otros, formando raciocinios o razonamientos.
Tomemos un ejemplo sencillo, utilizado por el mismo Kant: «Todos los hombres son mortales»; «Todos los investigadores son hombres»; luego «Todos los investigadores son mortales». Este sencillo silogismo nos muestra cómo la conclusión, el juicio «Todos los investigadores son mortales», tiene su fundamento en un juicio más general, la premisa «Todos los hombres son mortales».
Nuestro razonamiento puede ir, sin embargo, más lejos: cabría preguntarse por el fundamento de la premisa mayor, y así cabría el siguiente silogismo: «Todos los animales son mortales»; «Todos los hombres son animales»; luego «Todos los hombres son mortales».
El juicio que en el primer silogismo está como fundamento de la conclusión aparece en el segundo fundado en un juicio más general aún: «Todos los animales son mortales». Nuevamente podemos ir en busca de un juicio más general aún, que sirva de fundamento a la premisa mayor, y puesto que los animales son una parte de los vivientes, podemos establecer el siguiente silogismo: «Todos los vivientes son mortales»; «Todos los animales son vivientes»; luego «Todos los animales son mortales». Y así sucesivamente.
¿Qué hemos hecho en este ejemplo? La respuesta es sencilla: la razón busca encontrar juicios cada vez más generales, que abarquen y sirvan de fundamento a una multiplicidad de juicios particulares.
La razón es, pues, de tal naturaleza que tiende a encontrar condiciones (hipótesis, leyes) cada vez más generales, que abarquen y expliquen un mayor número de fenómenos.
La razón nos impulsa, pues, a buscar leyes cada vez más generales y capaces de explicar un número mayor de fenómenos. Mientras esta búsqueda se mantiene dentro de los límites de la experiencia, tal tendencia es eficaz y amplía nuestro conocimiento. Pero esta tendencia de la razón lleva inevitablemente a traspasar las barreras de los datos sensibles, en busca de lo incondicionado:
1) Los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo (la «sustancia material» del racionalismo), lo que da lugar a antinomias.
2) Los fenómenos psíquicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del alma (la «sustancia pensante» del racionalismo), lo que da lugar a paralogismos.
3) Unos y otros se intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos (la «sustancia infinita» del racionalismo: Dios), lo que constituye el ideal de la razón.
Dios, alma y mundo son ideas de la razón, y aunque no proporcionan conocimiento objetivo alguno, expresan, sin embargo, el ideal de la razón de encontrar leyes y principios cada vez más generales: como el horizonte, que no puede ser alcanzado, pero que nos indica que hay que seguir avanzando, abriendo un espacio para el uso práctico de la razón.
Estética Trascendental.
La intuición es el conocimiento inmediato de los objetos. En la “Estética Trascendental” Kant muestra que es preciso distinguir dos aspectos en toda intuición:
Kant llama fenómeno a la síntesis o reunión de dichas formas con las sensaciones.
La conclusión fundamental de la "Estética Trascendental" es que el tiempo y el espacio no son realidades independientes del sujeto cognoscente sino Formas a priori de la Sensibilidad, formas que el psiquismo impone a todo aquello que pueda ser conocido. Para que un objeto pueda ser percibido debe someterse a las condiciones formales que impone la Sensibilidad –el tiempo y el espacio–, circunstancia que precisamente hace posible el conocimiento sintético a priori: en los “Prolegómenos” muestra Kant, por ejemplo, que es posible el conocimiento sintético a priori en matemáticas porque las leyes descubiertas por esta ciencia no son otra cosa que leyes puras relativas al tiempo (en el caso de la aritmética) y al espacio (en el caso de la geometría), es decir, leyes relativas a la estructura básica impuesta por el propio psiquismo humano a toda experiencia posible.
objetos de la
ANALÍTICA TRANSCENDENTAL
Analítica Trascendental
Se llama “analítica” porque descompone o analiza todo nuestro conocimiento a priori hasta llegar a los elementos no empíricos o puros del Entendimiento. Las dos secciones o capítulos más importantes de la “Analítica Trascendental” son la deducción trascendental de la categorías y la deducción metafísica de las categorías. Las conclusiones fundamentales de la "Analítica trascendental" son:
Sintético a priori
AUMENTO DE CONTENIDOS
NECESIDAD
UNIVERSALIDAD