La adaptación al medio acuático implica varias etapas esenciales que incluyen el dominio del cuerpo en el agua, la flotación y el deslizamiento. La flotación autónoma o con ayuda de materiales auxiliares es fundamental para realizar lanzamientos seguros en piscinas profundas.
El lanzamiento es la acción de lanzar un objeto, con o sin precisión, es decir, el lanzamiento puede tener como finalidad alcanzar con el móvil un punto concreto o no.
Para realizar un lanzamiento en piscina profunda es necesario tener un dominio previo de sustentación autónoma o la ayuda de algún tipo de material auxiliar de flotación. Los lanzamientos se pueden realizar golpeando con el propio cuerpo (manos, pies, cabeza, etc.) o por medio de un instrumento (palo, tabla, raqueta, etc.).
Lanzamientos y recepciones. Los lanzamientos y recepciones son habilidades que
desarrollan principalmente la coordinación ojo-mano (óculo manual) y ojo-pie (óculo pedal).
La adquisición del deslizamiento se aprende en varias fases (Lewin,
1983): en primer lugar hay que aprender a adoptar una buena posición hidrodinámica dentro del agua y en segundo lugar, es necesario abordar la flotación dinámica.
Saltos e ingresos al agua. Saltar es una habilidad, en la que desde parados o en movimiento,
tomamos impulso con una o ambas piernas para despegar el cuerpo del suelo ya sea en
altura, en longitud o en ambos a la vez y posteriormente caer.
Propulsión y el desplazamiento
Propulsión es la fuerza que impulsa
hacia delante, atrás, arriba o abajo por
la acción de los brazos y las piernas (empujes, impulsos, batidas, brazadas, palmoteos). Estas acciones propulsivas favorecerán al principiante su movimiento en el medio acuático de una forma rudimentaria al principio y que posteriormente serán perfeccionadas a través de diferentes técnicas.
Desplazamiento llamamos a la acción de moverse para trasladar nuestro cuerpo de un lugar a otro en el espacio. En la habilidad de desplazamiento está incluido el dominio de otras habilidades como girar, reptar, gatear, andar y correr que posibilitan dicha acción. Desde el inicio y marcados por la ley céfalo caudal y próximo distal podemos desplazarnos en agua
poco profunda a través de los giros, reptar y gateo.
Inmersión y respiración
La inmersión: es considerada una actividad indispensable
en el proceso de desarrollo y adaptación al medio acuático,
pues su dominio requiere también de una correcta adaptación de la respiración. Por lo que los dos procesos (inmersión/respiración) irán asociados en la adaptación al medio acuático
En la etapa de adaptación-aprendizaje no es lo mismo: el agua en la cara, que sorprende, agrede, molesta, desestabiliza el equilibrio, que la cara en el agua, ejercicio que contiene un
buen nivel de adaptación.
Flotación estática y dinámica
En esta etapa del aprendizaje buscamos que el alumno logre la horizontalidad de su cuerpo, tanto en posición dorsal como ventral. Ambas se fundamentarán en el mantenimiento permanente del equilibrio del cuerpo, incluyendo además las
múltiples posiciones que ofrece la actividad acuática.
Es necesario empezar por la flotación vertical pasar a la flotación
dorsal y de forma sucesiva a la flotación ventral, terminando con la flotación donde se modifica la posición de las extremidades.
Una forma de facilitar el aprendizaje de esta habilidad es iniciar al alumno a la flotación a través de la ayuda de material auxiliar (fijo o móvil).
Primer contacto
En el agua: la percepción de diferencias en el peso corporal, en el equilibrio, la visión, la audición, la respiración, son causas permanentes de adaptación. Si se realizan ejercitaciones adecuadas a la capacidad y necesidad de cada individuo (según edades), aparece entonces la habilidad acuática que bien elaborada permite la iniciación del nado.
Ingreso a la piscina: según las posibilidades que ofrece si tiene una escalera individual, si es amplia o si no tiene escaleras.
Adaptación ambiental al vestuario, ambulatorio, temperatura, ruidos, olores,dimensiones de la piscina.