En el ámbito laboral, los riesgos pueden clasificarse en varias categorías según su origen y las consecuencias que pueden tener en los trabajadores. Los riesgos mecánicos ocurren cuando las máquinas o equipos fallan, como sucede al golpearse un dedo con un martillo.
Derivan de posiciones y posturas poco adecuadas. Entre los riesgos ergonómicos encontramos, por ejemplo, la repetición de movimientos. Y es que pasar toda la jornada haciendo la misma secuencia de movimiento repercute negativamente al cuerpo. Asimismo, levantar demasiado peso o, simplemente, usar una silla incómoda durante muchas horas son también factores de riesgo.
2. Riesgos químicos
Estos derivan de procesos químicos y medioambientales. Las muestras más habituales son las alergias y las reacciones producidas por inhalaciones. Ocurren, por ejemplo, cuando se higieniza una piscina con productos químicos.
1. Riesgos físicos
Son los causados por fenómenos de tipología física. Por ejemplo, los daños auditivos por un exceso de ruidos o las vibraciones causadas por instalaciones. También los efectos lumínicos, como el deslumbramiento, o las pérdidas de visión. Y los riesgos ocasionados por la humedad y las temperaturas.
6. Riesgos psicosociales
Los riesgos psicosociales se traducen a las condiciones laborales que repercuten en la salud psicológica, física y social del trabajador. Así, por ejemplo, los empleados pueden estresarse por un excesivo ritmo laboral, falta de descanso o demasiada monotonía. La prevención es fundamental en este campo para evitar el desarrollo de patologías como la ansiedad, la depresión o el síndrome de Burnout.
5. Riesgos mecánicos
Se producen cuando fallan las máquinas y los equipos necesarios para desarrollar la actividad laboral. Un caso evidente es golpearse el dedo con un martillo.
4. Riesgos biológicos
Los profesionales de los centros sanitarios o biocientíficos son los más expuestos a los riesgos biológicos, ya que pueden contraer parásitos, bacterias, virus u hongos y enfermar.