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por Jhuleidy Q hace 3 años

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El ADN del innovador

La capacidad de innovar es crucial para el éxito empresarial y puede ser cultivada, incluso si no se nace con ella. Los empresarios innovadores dedican significativamente más tiempo a actividades de descubrimiento que aquellos que no se destacan por su creatividad.

El ADN del innovador

El ADN del innovador

La capacidad de innovar es el "ingrediente secreto" para el éxito empresaria.

¿Qué diferencia a los innovadores de los demás?

Habilidad de descubrimiento 5: Establecer redes de contacto
Los empresarios innovadores ponen todo su empeño para conocer personas con ideas y perspectivas diferentes con el fin de ampliar su propio conocimiento.

Ponga un 'ding' en el universo

Practicar, practicar, practicar

La habilidad más importante que se debe practicar es el cuestionamiento. Preguntar "por qué" y por qué no" puede ayudar a potenciar las demás habilidades de descubrimiento.

Habilidad de descubrimiento 4: Experimentar
Los empresarios innovadores prueban nuevas ideas creando prototipos y lanzando proyectos piloto.
Habilidad de descubrimiento 3: Observar
Analizan fenómenos comunes, particularmente el comportamiento de los clientes potenciales. Prueban todo tipo de técnicas para ver el mundo desde un punto de vista diferente.
Habilidad de descubrimiento 2: Cuestionar
Los empresarios innovadores hacen lo siguiente:

Aceptar las restricciones

Imaginarse opuestos

Se preguntan "¿Por qué? y "¿Por qué no?" y "¿Qué sucedería?"

Habilidad de descubrimiento 1: Asociar
A medida que los innovadores implementan estas conductas, desarrollan su capacidad para generar ideas que pueden recombinarse en nuevas formas.

"¿Cuál es la mejor manera de encontrar PERSONAS INNOVADORAS para mi organización? ¿Y cómo puedo convertirme yo en una persona más innovadora?

Determinamos que los empresarios innovadores (que también son gerentes generales) dedican un 50% más de su tiempo a estas actividades de descubrimiento que los gerentes generales que no se destacan por su creatividad. Conjuntamente, estas destrezas conforman lo que llamamos el ADN del innovador. Y lo bueno es que si no se nace con ellas, se pueden cultivar.