por Dydia Alejandra Gonzalez Sánchez hace 4 años
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Comenzando con Almazán, un general tras otro, todos declararon que no buscarían la presidencia, y Escobar finalmente hizo lo mismo. Almazán también ordenó a sus colegas que dejaran la selección del presidente interino entre el arreglo entre Calles y el Congreso. Se hizo evidente que la mayoría de los generales estaban cansados de pelear y ansiosos por disfrutar de los frutos “jugoso” botín que les había proporcionado consuelo material, en algunos casos incluso una riqueza fenomenal.
No sólo el Congreso estaba en un estado de sumisión callista, sino que su gobierno también se parecía a un juego de sillas musicales. Calles, quien usualmente intervino con las fuerzas armadas contra Ortiz Rubio, se convirtió en el pacificador en repetidas ocasiones. En un alarde de poder político el Jefe Máximo se reunía con ministros, disponiendo del gabinete a discreción. Tan sólo durante el año de 1931, se reunió dos veces con el Consejo de Ministros sin la presencia del presidente Ortiz Rubio; ignorando todo protocolo. Después de la segunda de estas reuniones el 12 de octubre, los cuatro divisionarios en el consejo –los generales Almazán, Amaro, Cárdenas y Rodríguez- renunciaron a sus cargos, azuzados por Calles, en un intento por demostrar quien tenía el verdadero poder.
EL JEFE MÁXIMO ENTRE EL GABINETE Y LA ENFERMEDAD
EL MAXIMATO EN CRISIS
Lo que luego apareció como la repentina desaparición del Maximato a manos del presidente Lázaro Cárdenas y sus seguidores constituyó la culminación de un proceso gradual que había iniciado durante la presidencia de Abelardo Rodríguez. Sin embargo, la presidencia de Rodríguez fue un momento de transición en el cual el poder del Jefe Máximo comenzó a oscurecerse. Su gobierno promulgó el Código Agrario, un cuerpo de legislación que unía la legislación dispar sobre asuntos agrícolas.
MAXIMATO; RÉQUIEM CÍVICO PARA EL JEFE MÁXIMO
Aunque la mayoría de las indicaciones favorecieron a Pérez Treviño, Calles apoyó a Cárdenas varios meses antes de la convención. Incluso antes de las reuniones del PNR en todo el estado en agosto de 1933, su apoyo a Cárdenas hizo que la nominación del próximo candidato fuera un hecho consumado.A diferencia de Calles, Cárdenas disfrutó de la oportunidad de conocer a mexicanos comunes y escuchar sus preocupaciones. Durante la campaña, su capacidad de conectarse con personas de diversos orígenes sociales proporcionó evidencia de una personalidad carismática que podía renegociar los términos que lo unían a la fiesta y a Calles.El Jefe Máximo nunca se asumió como un héroe de las masas, cuya personalidad pública melancólica y austera no lo hizo querido para la mayoría de los mexicanos. No obstante Calles reclamó para suyos diversos legados de Madero, Zapata, Carranza, Villa y Obregón; y los constituyó como el credo de la "familia revolucionaria" que le tocó formar.
Subtopic
A pesar de la sacudida en el gabinete la crisis política continuó y, una vez que el presidente había cumplido el tiempo suficiente en el cargo como para que una renuncia no desencadenara nuevas elecciones, su posición se volvió insostenible. En julio de 1929, después del fin de la Revuelta de Escobar, Calles viajó a París para recibir tratamiento médico y reposo y no regresó a México hasta diciembre de ese año. De manera similar, como secretario de la hacienda, Calles pasó varias semanas en un spa en Tehuacán. También disfrutó de su estancia en la hacienda cítrica de Naco en Nuevo León, y durante la presidencia de Rodríguez estuvo de vacaciones durante meses en el rancho del presidente en El Sauzal, Baja California, y en la cabaña de la playa de su nuera en El Tambor, Sinaloa.Los viajes del Jefe Máximo se debieron en gran parte a su salud desmoralizadora. Con los años, los cólicos intermitentes severos y el insomnio se agregaron a estos síntomas. No fue hasta 1932 que los médicos descubrieron la naturaleza de la enfermedad de Calles: una combinación de artritis, arteriosclerosis y enfermedad intestinal crónica causada por su mala alimentación.