Hace más de 500 años, en la altiplanicie mexicana, se estableció la ciudad de Tenochtitlán, que se convirtió en un núcleo importante de la civilización azteca. Paralelamente, en el noroeste de Argentina, Ecuador, Bolivia, Chile y Perú, se desarrollaron bases económicas sólidas y jerarquías sociales estrictas, con campesinos dedicados a tareas agrícolas y gobernantes, jefes militares y sacerdotes que dirigían la vida espiritual y artística.